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La flor llameante - por Leosinprisa

Había llegado el momento de la venganza, la hora en que se decidiría su destino. O libres o muertos, no existía un término medio, no en aquel lugar ni en esa circunstancia, ni en otras batallas en las cuales había participado, siempre el peligro de aquel enemigo incierto la convertía en la última que intervendrían si fracasaban. No debía existir piedad y el perdón no se comprendía entre sus adversarios.

La formación de Hierrocolado era como siempre, los dieciséis miembros veteranos y únicos de esa singular Orden de caballería al frente de los demás humanos. El símbolo de la flor luminosa e hiriente reflejaba orgullosa en sus escudos, dispuesta a brillar por siempre.

Su líder, la carismática Soloconbrasas, llevaba la cabeza descubierta con su corto pelo blanco y el mechón salvaje que siempre le caía sobre la frente. Tenía el semblante serio, concentrada en la lucha que se aproximaba y su boca permanecía cerrada hasta el momento oportuno.

Avanzaban contra ellos una chusma furiosa de sangrantes y serviles, depredadores del mundo de la oscuridad y sus despreciables criados. Les habían desafiado a combatir a la luz de las lunas gemelas, después de destruir sin clemencia sus lugares de reposo. Eran muchos, nunca habría imaginado pudiera ser tantos pero al igual de otras ocasiones, les harían volver a la tierra.

-Amigos míos, por si acaso no llego al final de esta jornada, me enorgullezco de tan grata compañía y se… que les haréis morder el polvo. No espero menos de vosotros –dijo con voz tranquila, no había prisa en expresarlo. Todos lo sabían, todo debe morir.

Aullaban enfurecidos, con ojos rojos inyectados de la sangre fresca de sus víctimas y estaban a punto de llegar hasta su posición. Era el instante oportuno para desatar la furia de las armas.

-Ahora –gritó feroz con todas sus fuerzas. Sus compañeros se lanzaron en línea hacia delante, aclamando por cuanto consideraban digno de proteger.

Tres sangrantes la rodearon, con manos acabadas en fuertes uñas cortarían armadura y carne sin trabas, pero no iba a dejarles acercarse tanto. Con su puño acorazado golpeó el rostro de una sangrante, aplastándole nariz y huesos, atravesando su cabeza de un lado a otro mientras con su espada cortaba sin contemplaciones a los otros dos por la mitad. Se había movido con una velocidad sorprendente y su fuerza, concedida a los integrantes de esta Orden por su fundadora, los diferenciaba de los demás mortales. Su pago, una vida al servicio de exterminar a esa carroña y servir con humildad a quienes les necesitasen. Jamás pedían nada a cambio, su señora proveía de cuanto era necesario y con ello les bastaba.

Sorprendidos por la ferocidad con que aquel escaso grupo se les enfrentó, los sangrantes decidieron atacar a los temerosos humanos que les apoyaban, su alarmante número permitiría rodear a los integrantes de esa hermandad guerrera sin problemas. El primero ya se encontraba al alcance de un asustado campesino cuando una espada le seccionó la cabeza. Dedofacil de Hierrocolado se interpuso blandiendo el escudo como una cuchilla que cortaba y amputaba miembros, su afilado borde permitía tal acción moviéndolo cual brutal hacha asesina.

Largasiesta se colocó a su lado, espalda contra espalda moviéndose como poseídos, brazos y piernas volaban junto a las cabezas de cuantos se atrevían a llegar a la formación de pueblerinos que habían jurado proteger.

Soloconbrasas sonrió con agrado a esa pareja valiente unida por fuertes lazos de amistad, pero algo mucho más poderoso distrajo su atención. Un encumbrado, ser de sombra absoluta, se aproximó hasta ella. Ahora comprendía el secreto de aquella horda y la importancia de acabar con este adversario.

Chocaron entre ambos. La fuerza empleada comprimió el aire y provocó una onda expansiva que amenazó con tirar a cuantos a su alrededor se encontraban. La líder de Hierrocolado estaba enfurecida por aquella desagradable presencia y una mueca de desprecio asomó a su rostro.

El encumbrado clavó sus garras en el escudo rajando la protección de metal y madera, arrancándoselo del brazo y dejándola lastimada por aquel brutal impacto.

Se movió con la rapidez del relámpago y su espada falló por poco en alcanzar el cuello de su contrincante. Un nuevo golpe impactó entre las costillas e hizo expulsar todo el aire de sus pulmones. Pero aquello no la detuvo, había jurado proteger cuanto amaba y tiró desafiante al suelo el resto del escudo que arrastraba desecho, aún quedaba mucha noche por delante y en la coraza que la protegía, una flor grabada brillaba inmisericorde.

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4 comentarios

  1. 1. Vicente Pacheco Gallego dice:

    Hola Leosinprisas. Fui uno de los afortunados en poder leer tu gran relato. Como te facilite en el comentario, me encanta como escribes y como desarrollas la trama. Lo único es lo que ya te comente, que falta algo. Se queda en el aire.

    Por lo demás me gusta y se siente en la piel estar en plena batalla. Mi más sincera enhorabuena.

    Escrito el 28 febrero 2014 a las 13:39
  2. 2. Leosinprisa dice:

    Pues ya que te quedaste con las ganas le he dado un fin. Aquí http://elhombrequeteniaunaescobaynosabiautil.blogspot.com.es/ podrás leer el final de esta historia corta, espero te guste e invito a quien quiera leerla si le apetece. Tengo otros muchos escritos en ese mismo lugar, pero necesitan ser arreglados (aún estoy aprendiendo y necesito mejorar muchos más). Un saludo a todos.

    Escrito el 28 febrero 2014 a las 21:55
  3. 3. lunaclara dice:

    Hola! Me ha gustado tu relato. Describes muy bien la batalla y la tensión que ello conlleva. Quizás los nombres me chirrian un poco, me los esperaba mas feroces, mas acordes con su estilo de vida.
    Me hubiera gustado saber mas sobre esa flor, su historia, y como acaba esa noche sangrienta. Felicidades!

    Escrito el 1 marzo 2014 a las 12:46
  4. 4. Leosinprisa dice:

    Hola, he dejado un enlace donde la historia termina, en el segundo comentario.
    Se que los nombres, a todo el mundo que los lee, les “chirrian un poco” 🙂 como bien dices, pero la cuestión es que en el mundo donde se desarrollan tienen su importancia y he de recordar a todas las personas que sus nombres también tienen significado, todos ellos y aunque no se esbozan de la manera que aquí pongo, por su derivación a lo largo del tiempo de todas las lenguas, en este mundo se encuentran en estado más puro y eliminarlos por nombres más sonoros o feroces, desvirtuaria su esencia. No obstante, si veo que no cuaja, me vere obligado a cambiarlos, aunque seria una pena, pues perderia todo el sentido. Un saludo y perdón por semejante parrafada.

    Escrito el 2 marzo 2014 a las 10:05

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