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La sangre fraternal - por Saray

El autor/a de este texto es menor de edad

Las hojas temblaban bajo el aleteo de los pájaros, asustados por la sutil respiración de Anthony. Había elegido ese frondoso árbol para coger desprevenido a Len, que en esos momentos se acercaba despreocupado con su enmarañado cabello dorado.
Anthony sacó el largo cuchillo, relamiéndose ante la oportunidad de vengarse. El otro muchacho recogió una hoja que había caído. Se preguntó como era posible la belleza de Cassandra, tan inocente y… frágil. Todas lo eran. El silencio del crudo mediodía se rompió con la bajada de Anthony del árbol, ágilmente saltando de rama en rama hasta aparecer a los pies del rubio.
-Ya era hora de que aparecieras-sonrió, y su voz tenía cierto toque de ponzoña.
-Dime dónde está-se acercó, el destello plateado emvolviendo su mano desnuda.
-Es un secreto- el labio de Anthony se convulsionó en un gesto de rabia- además… -miró el chuchillo del otro, y empuñando su látigo lentamente, susurró divertido- solo es una chica.
Lleno de ira le lanzó la cuchilla. Con un rápido chasquido el látigo apartó la hoja. Len se acercó, enroscando la cuerda negra alrededor del tobillo de Anthony como una serpiente.
No tenía mas armas que sus manos. Ocultando sus ojos grises de su atacante le asestó una patada en el costado. El rubio cayó al pie de un árbol y se cubrió con un brazo la cara, que se iba manchando del cálido y rojo líquido a cada golpe de la navaja del moreno, que con sus turbios ojos disfrutaba de la sensación de liberar la cólera contenida. Tiró del mango del látigo y Anthony cayó golpeándose la cara contra una piedra.
Len arremetió entonces contra él. Cada segundo era un nuevo latigazo, un nuevo chasquido, un rocío de sangre más marcando su camisa y la hierba alrededor. Entre gritos sólo anhelaba poder escapar.
Unas gotas carmesí cayeron en los labios cerrados de Len, ahora más cerca del cuerpo supurante que era Anthony. Barrió con la lengua la sangre, y disfrutó del amargo olor dulzón que despedían las heridas de su hermano en el suelo.
Entre estertores sólo deseaba escapar, ver a su amiga… a su amada. Y matar a su cruel y sanguinario hermano de una vez por todas.

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