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El prisionero - por Arveloky

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¿Por qué habría de sucumbir a la misericordia? ¿Acaso su guardián lo hizo alguna vez? Siete años habían pasado, siete años sufriendo, siete años roto entre piedra y barrotes. Pero no más. No valdría la pena contar la historia de un hombre que se rindió. Ni siquiera a él mismo le importaría recordarla. Mayor razón para no rendirse. Un motivo más para luchar hasta el final y no perdonar la vida de su captor.

La sangre corría en finos hilos desde su frente, formando deltas que se unían en su mentón. Cegaban su vista, pero eso ya no tenía importancia. El carcelero estaba tendido en el suelo y no iba a levantarse. Frente a él, la puerta que lo llevaría a la libertad después de siete años. Ahora sólo le quedaba el dilema de si perdonar o no la vida de un hombre, más bien de un monstruo.

—¿Por qué has hecho esto? —se preguntó a si mismo.
—Para ser libre, por supuesto.
—Acaba pues con su vida.
—¿Eso en que me haría libre?
—Él te ha hecho sufrir. ¿Para qué has luchado entonces? No es que fuera fácil para ti, tomar esa determinación. Lo estabas esperando, porque hoy venía a por ti.
—Ya sabía que venía a por mí.
—Claro, ya sabías por qué venía. Pero hoy era diferente. Lo has guardado en secreto, porque ya sabías que hoy sería el día que conseguirías al fin la libertad.

Planchart miró al despojo de hombre que yacía en el suelo. Recordó la furia desmedida que se desató en el momento que su guardián había abierto la puerta del mugriento calabozo, que era su hogar y tumba en vida. Recordó como había sufrido para quitarse los grilletes, pero al fin lo había conseguido. Recordó como empujó al guardia contra la pared de piedra, con todas las fuerzas que fue capaz de conseguir su desnutrido cuerpo. Y su voluntad fue suficiente para hacerle perder el equilibrio. Lo miró a los ojos. Era él, su captor preferido, el que más veces lo había torturado. Planchart tardó un instante en darse cuenta de que el momento era real, que estaba aquí y ahora, que no era otra de sus fantasías. La duda jugó contra él y el guardia lanzó una patada que fue a dar al abdomen desnudo del prisionero. El hombre chocó con la puerta de su celda, pero el dolor no lo hizo sufrir. No era peor que las palizas que recibía a diario a manos de su guardián preferido. El carcelero se levantó y le propinó un puñetazo en la cara. El estallido fue brutal, pero Planchart sólo podía pensar en su libertad y en las llaves colgadas al cinto del torturador. El monstruo fue a por él, entonces el prisionero cerró el grueso portón de la que había sido su tumba en vida. El brazo del guardián quedo atrapado y Planchart volvió a cerrar su celda. Escuchó un crujido y un grito de dolor. Cuando su enemigo se tumbó en el suelo, Planchart le lanzó una patada en la cabeza que lo dejó inconciente.

Ahora lo miraba, con sangre cegándole los ojos, en una fiera lucha interna por decidir que hacer a continuación.

—Mátalo y serás libre —se dijo a si mismo.
—Seré libre de todas formas. Él será un prisionero para siempre —respondió, ganando así la batalla moral.

Cogió la llave del cuerpo inconciente de su guardián predilecto, y salió por la puerta, en busca de la libertad tanto tiempo deseada. Sabía lo que ocurriría ese día. Aunque lo guardaba en secreto de si mismo, lo sabía. Por eso había luchado. Porque no valdría la pena recordar la historia de un hombre que no lo hubiese hecho. Sabía que aunque saliese por la puerta no podría escapar, sabía que tras siete años, ese era el día que lo esperaba la orca, por un crimen que, ni siquiera recordaba si había cometido. Él creía que no era un asesino. Él luchó por demostrarse que no era un asesino. Planchart le ofrecería orgulloso el cuello a la soga, porque era un hombre. Había luchado y vencido. Ahora sería libre.

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5 comentarios

  1. 1. M. H. Heels dice:

    Tienes una elegancia a la hora de describir escenas de acción que yo mataría por tener la mitad. Y no es de ahora, ya con el Samurai hiciste gala de ella.
    Frases como “La sangre corría en finos hilos desde su frente, formando deltas que se unían en su mentón” me recuerdan a imágenes de cómic o una escena de Sin City: tan bella que caso no te das cuenta de su brutalidad.
    Por otro lado, la conversación del personaje consigo mismo le da una gran profundidad al relato. Y ese final de Libertad es de los que a mi me gustan: ser libre de la forma que sea. Fantástico.
    Sí le tuviera que poner algún “pero” sólo diría que yo me habría centrado algo más en la pelea y habría metido algún pensamiento del protagonista mientras sucedía (aunque eso ya va más por gustos)

    Escrito el 3 marzo 2014 a las 09:29
  2. 2. Arveloky dice:

    Gracias, Heels, por tu comentario tan alentador. Me alegra que te haya gustado.

    Escrito el 3 marzo 2014 a las 13:22
  3. 3. David Rubio dice:

    Mis felicitaciones. Es un relato muy bien escrito y armado. El pulso narrativo es poderoso. ¡Desde luego sabes escribir!
    Saludos

    Escrito el 3 marzo 2014 a las 23:08
  4. 4. Arveloky dice:

    Gracias David. Es muy halagador viniendo de ti. Me he pasado en estos días por tu blog y está francamente interesante. Felicidades.

    Escrito el 5 marzo 2014 a las 21:47
  5. 5. Aurora Losa dice:

    Un relato lleno de fuerza, sí señor. El final me ha sorprendido por el nuevo concepto de libertad que expresa, lejos del imaginable.
    Sólo una cosita: cuidado con las faltas de ortografía (horca e inconsciente)
    Por lo demás me ha gustado mucho, tienes una forma de plantear la escena muy interesante. Enhorabuena.

    Escrito el 10 marzo 2014 a las 09:00

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