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Secuestrado - por F. Guerrero

Ya no aguantaba más, llevaba tres días encerrado en aquel cuarto vacío y oscuro, esperando que le encontraran. En todo ese tiempo no había parado de repetirse a sí mismo “van a venir, no van a permitir que me pase nada”. Le habían secuestrado a pleno día cuando iba a trabajar. No entendía por qué no le habían salvado aún, estaba seguro de que su padre pagaría cualquier rescate. Y, sin embargo, seguía allí. Pero no por mucho tiempo, acababa de decidir que escaparía, costara lo que costara.

Tanteó en la oscuridad, por enésima vez, todos los rincones de la habitación en busca de algún objeto que sabía que no encontraría. Después localizó la puerta. Intentó girar el pomo redondo inútilmente. Desesperado, tiró de él con todas sus fuerzas. Una vez, dos veces, tres veces… De repente, el pomo se salió de su sitio con un chasquido. Palpó el eje hueco que había quedado al descubierto, y recordó el bolígrafo que siempre llevaba en el bolsillo interior de su chaqueta. Lo sacó y lo introdujo por el agujero del pomo, y empujó con él hacia fuera. No tardó en oír caer la otra manija. Enganchó el boli con algo que hizo un ruido imperceptible cuando lo sacó. Giró el eje que cedió bajo su mano y la puerta se abrió.

Salió a otra habitación iluminada únicamente por la luz que entraba a través del quicio de una puerta, a la que se accedía subiendo unas escaleras. Supuso que estaba en un sótano. La luz del día le deslumbró. Una mujer mayor le miraba asustada desde el otro lado de la cocina.

“¿¡QUIÉN ES USTED!?” Le preguntó.

Estaba perplejo.

“¿¡QUIÉN ES USTED!?¿¡CÓMO HA ENTRADO EN MI CASA!?” Repitió.

Un joven fuerte de unos 20 años entró en la cocina. Cuando le vio, le preguntó cómo había salido. Reconoció la voz, el joven era uno de los encapuchados que le había metido con violencia en una furgoneta hacía unos días. Entonces, echó a correr, y el chico detrás de él. Por desgracia, el secuestrador se conocía bien la casa. Lo alcanzó en la salita contigua y, de un placaje, lo tiró al suelo, pero se levantó rápido y se encaró. Le lanzó un puñetazo que el joven esquivó con agilidad. Recibió un rodillazo en el estómago que lo dejó doblado. Miró a su alrededor, en un aparador a su lado había una lámpara de aspecto antiguo. Con un movimiento arriesgado cogió la lámpara, y golpeó al joven en la cara.

“HIJO DE…” Gritó éste volviéndose.

Debajo de un ojo tenía una herida fea de la que chorreaba sangre. Vio el puño del chico demasiado tarde. Le alcanzó en la mandíbula rompiéndole varios dientes. Él, que nunca había estado en una pelea, no sabía cómo seguir. Rodeó la mesita de café y comenzó, como un crío, a lanzarle cualquier objeto que veía a su alcance, mientras avanzaba hasta la siguiente puerta. Volaban tazas, marcos de fotografías, un revistero, alguna que otra estatuilla y hasta el teléfono. Por fin, cruzó el umbral. Se le cayó el alma a los pies cuando se detuvo en un amplio salón comedor. Aquella casa era un laberinto. El joven aprovechó ese momento para darle una patada en la rodilla que volvió a dejarlo en el suelo, sólo que esta vez no le dio tiempo a levantarse. Se subió encima de él, aprisionándole las manos y comenzó a golpearle la cara una y otra vez. La boca le sabía a sangre caliente y espesa, y notó como se le rompía la nariz.

“¡Mark, para! ¿¡Qué estás haciendo!?”

“¡Tú no te metas abuela!”

“¿¡ES QUÉ NO SABES QUIÉN SOY!?” Interrumpí. “Soy…” No me dejó terminar.

“Eres William Muller, hijo del gran magnate Henry Muller”

“Henry Muller” Repitió la abuela sentándose en un sillón que tenía detrás.

“Entonces sabrás que tenemos dinero, mucho dinero…” Volvió a interrumpirme.

“¡No quiero vuestro dinero! ¡Lo único que quiero es que el cabrón de tu padre le cuente al mundo lo que hizo!”

“¡Mi padre no ha hecho nada!”

“¡Es un asesino! ¡Un criminal que violó a mi madre! ¡Y como no logró comprar su silencio la mató!”

No daba crédito a lo que oía.

“Tú padre ya conoce las condiciones, lo sabe desde el primer momento. Él me quitó a mi madre y yo le quitaré a su hijo. Así que reza para que desvele su sucio secreto.”

Y de un último puñetazo, quedó inconsciente.

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1 comentario

  1. 1. Aurora Losa dice:

    Una escena muy dinámica y muy lograda. Enhorabuena.

    Escrito el 4 marzo 2014 a las 10:15

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