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No - por Eva

Sentí algo apretándome las costillas al mismo tiempo que un susurro helado me fusilaba:
 – ¡Vacía la cuenta, puta!
La tarjeta se me quedó congelada entre los dedos mientras una punzada imperiosa en el abrigo intentaba sacarme de mi estado de paralización. Por un instante la ceguera y la sordera se apoderaron de mí y perdí la noción de mi propia existencia.
 – ¡Vamos, rapidito! – apremió la voz en mi oído con un empujón hacia el cajero.
Di un traspié hacia la máquina mientras mi instinto de supervivencia elevó la tarjeta hacia la ranura. «Es más alto que yo» pensé mientras sentía su respiración sobre mi hombro. Me aventuré a mirar de reojo el brazo que me amenazaba, mano enguantada en sudadera gris, en principio poseedora de un objeto amenazante, un cuchillo, una pistola.
 – ¡Puta! ¿A qué esperas? – proseguía, avasallando mis pensamientos que, locos ellos, me mostraron a una niña de diez años que esperaba en la cola de la ferretería y de cómo sintió bajo su falda un manoseo insolente y posesivo que la dejó tan asqueada como paralizada durante los segundos que duró y de cómo la rabia por no haber reaccionado con un grito la consumió durante meses, niña inocente, durante años, mujer ya. Y la tarjeta empezó a temblarme en las manos.
 Las putas como tú solo servís para una cosa – me espetó el viento helado acercándose hasta invadir mi espacio vital con su oscura premonición. Pero la tarjeta no me temblaba por miedo, sino por una súbita cólera que amenazaba con desbordarse por todos mis poros. No vio venir el cabezazo que le impactó de lleno en la nariz. El apretón en las costillas se aflojó y me lancé en pos de la puerta, pero unas manos me agarraron del pelo y me lanzaron de vuelta a la profundidad de la habitación. Una identidad parapetada tras una capucha y gafas de sol enarbolaba un cuchillo hacia mi garganta. «¡Cabrón, por fin te veo de frente!» pensé y me lance hacia él de un salto. El arañazo le arrancó las gafas y en su orgullo herido embistió mi brazo con la navaja. Gotas de sangre salpicaron el entarimado mientras que, con la otra mano intocada, la llave de mi casa se le incrustaba en la mejilla lo suficiente para enardecerle aún más. Agarró mi mano empeñada en horadarle la cara hasta matarle y de un giro retorció el brazo por detrás de mi espalda hasta que la llave cayó al suelo incapaz de soportar el dolor de la luxación. Bajo una lluvia de « ¡puta!, ¿quién te crees que eres?» con pánico consideré mi derrota cuando sentí el filo apuntándome esta vez al cuello y hundiéndose en mi piel. «¡No!» susurré, «¡no!» clamé, «¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!» grité, emplazando a mis últimas fuerzas a sostenerme. Forcejeé en medio de mi dolor para hacerme un hueco entre sus brazos de acero y en un resquicio de luz, hundí el tacón de mi bota en sus deportivas pijas robadas hasta sentir el crujir de sus dedos. Esta vez pude zafarme lo suficiente para tenerlo de frente otra vez y lanzar un rodillazo a su entrepierna, con toda la fuerza que mi rabia me permitió, deseando que le explotasen los cojones hasta desangrarlo y, en frenética huida y sin mirar atrás, sabiendo que no iba a tener otra oportunidad, abrí la puerta del cajero y grité hasta que no quedó ni un soplo más en mis pulmones.

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4 comentarios

  1. 1. Wolfdux dice:

    Buen relato. Consigues que el lector entre en la piel de la protagonista. Felicidades.

    Escrito el 28 febrero 2014 a las 19:51
  2. 2. Aurora Losa dice:

    Hola, Eva. Tu texto fue uno de los que me tocó comentar y me gusó mucho. Como ya te dije entonces me encanta la forma en que la protagonista se resarce del trauma infantil, y el modo en que intercalas los insultos del agresor, contribuyendo al realismo de la escena. Enhorabuena.

    Escrito el 7 marzo 2014 a las 15:59
  3. 3. José Torma dice:

    Hola Eva.

    Tu relato me parece divertido, no por el tema, sino por la frescura de tus ideas fluyendo.

    Creo que hay areas de oportunidad en el manejo de los dialogos y caemos un poco en el exceso de la palabra “puta” que no es por persignado, pero en la vida real lo mas probable es que la hubieran herido antes del tercer “puta”.

    No se si el formato de la pagina te jugo una mala pasada, pero me hubiera gustado un poco mas separado los parrafos y dialogos. Creo que la lectura se benificiaria mucho con esto.

    Fuera de ahi, me parece un texto muy logrado y como dijera una vez Stephen King… cuando le preguntaron que si no le daban miedo sus libros, y contesto que a el lo que le daba miedo era meter la mano buscando el apagador en un cuarto oscuro y que una mano le tocara la suya.

    Con esto sigo, lograste una buena escena de una accion cotidiana que a veces damos por hecha, pero hay que recordar que nunca estamos solos y tenemos que mantener la guardia en alto.

    Muchas felicidades y espero que logres tus propositos y poder leerte todo el año y de esta manera ser testigos de tu crecimiento.

    Saludos

    Escrito el 11 marzo 2014 a las 22:58
  4. 4. Eva dice:

    Wolfdux, Aurora, José,
    Muchísimas gracias por vuestros comentarios y por los ánimos recibidos. De verdad que los aprecio. Un abrazo durante la espera. Ya queda poco para el próximo texto a comentar.

    Escrito el 13 marzo 2014 a las 00:07

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