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Yo os enseñaré - por Luis del Moral Martínez

Web: http://www.luisdelmoral.es

–¡Mami me lo dio a mi!
–Pegarme con el cojín no te servirá de nada Laura. Eres una Idiota… Siempre has sido una cobarde; ¡infeliz y cobarde! ¡infeliz y cobarde! ¡infeliz y cobarde! –salió corriendo por el pasillo y regresó a su habitación cerrando la puerta de un portazo–.

La pequeña la siguió; sus zapatillas rozaban con el suelo y la frenaban. Gritaba y se mordía los labios, apretados. Su osadía había ido demasiado lejos esta vez; no tenía ningún derecho.

–Me lo vas a devolver ahora –aporreó la puerta y giró el picaporte– Dame…–recibió el golpetazo de un libro y tapó con la mano–. ¿Ana?.
–Déjame en paz. Mamá ya no está, se ha ido ¿vale? Para siempre. Era una egoísta y nos ha dejado –dijo Ana–.
–No es verdad. Ella no es egoísta.
–Eres una llorica, y una mocosa.
–¡No era egoísta! –Trepó por la escalerilla de la litera y saltó sobre ella– ¡Retíralo!, ¡retíralo! –manoteaba su rostro y le tiraba del pelo–. Dame…
–Vete de mi vista… –empujó a Laura y se golpeó contra la barandilla. Agitaba los brazos en el aire, intentando agarrarse, pero se inclinó y cayó al vacío–. ¡Laura!

Ana bajó la cama de un salto y se sentó a los pies de su hermana, que yacía inmóvil en el suelo, junto a los restos de la vieja cajita de cerámica. Las viejas fotos de mamá, los colgantes, todo estaba tirado por el suelo.

–¿Ana?
–Perdóname, lo siento. Lo siento mucho.
–Me duele…
–Lo se cariño, lo se –la estrechó contra su pecho–. Es culpa mía.
–La cajita se ha roto Ana.
–Lo siento, ha sido culpa mía cielo –palpaba su brazo mientras la ponía de nuevo en pié–. Solo ha sido un rasguño mi amor.
–Son los recuerdos de mamá –dijo Laura–.
–Si. Es su cajita de recuerdos. ¿Te acuerdas? –Ana cogió un medallón dorado y se lo puso a Laura en la palma de la mano–. Tiene un hueco secreto, con nuestras fotos, ¿Ves?
–¡Qué pequeña estás Ana!.
–Y tú también… Este colgante tiene forma de corazón ¿Sabes porqué?
–No.
–Pues porque mamá nos querrá, para siempre.
–Pero tu dijiste…
–Ven aquí pequeñaja –le besó la frente–. No quise decir eso –Laura apretó el pequeño colgante entre sus manos, aún temblorosas, y hundió la frente en el pecho de su hermana–. ¿Quieres cosquillitas?

–¡Pero que diablos es esto! –Ana se puso en pié y se acercó a la puerta–. ¿Qué habéis estado haciendo?
–Papá. Ha sido culpa mía, Laura se ha caído. Ahora iba… –este cortó la frase con una bofetada–. Pero…
–No me repliques niña. No puede dormir uno tranquilo en esta maldita casa. Tengo una resaca impresionante ¿sabes?
–Lo siento papá, no queríamos…
–¡Cállate! Ahora mismo vais a recoger toda esta porquería.
–Pero, son las cosas de mamá –dijo Laura–.
–Me da igual. A la basura todo –el padre se agachó y se llenó las manos con algunos de los pendientes y colgantes que había tirados por el suelo–. ¡Se ha ido para siempre! No volverá jamás.
–¡No! –ambas hermanas gritaron a la vez mientras intentaban sujetar a su padre por los pantalones–.
–Ahora me encargaré de vosotras dos –avanzó por el pasillo hasta la cocina. Encendió la luz y abrió el cubo de la basura–: Todo esto es basura y no vale nada ¿me oís? ¡nada!.
–Era de mamá –dijo Ana, mientras Laura se abrazaba a su cintura, sin poder controlar las lágrimas–. Es lo único que tenemos de ella.
–¡Tu madre está muerta! Y no va a volver.
–Ojalá te hubieras ido tú –susurró Laura, mientras empapaba el pijama de su hermana–. Ella nos quería; tu hueles mal, siempre gritas…
–¿Qué has dicho mocosa? –se quitó la correa y la anudó alrededor de su muñeca–. Voy a tener que enseñarte modales.
–Corre Laura –gritó Ana–.

Se abalanzó sobre su padre y le hizo perder el equilibrio. Este cayó de espaldas y sonrió.

–Malditas niñas… Yo os enseñaré.

Ana se perdió en el pasillo y corrió hacia el armario. Se acurrucó en el fondo, junto a su hermana, y la abrazó con fuerza. Sentía como sus piernas se empapaban.

–Quiero que pare Ana, ¡haz que pare!.
–Tranquila cariño, tranquila. Todo va a ir bien.

La voz del padre retumbaba en el pasillo y cada vez estaba más cerca. Laura lloraba. Todo acabaría pronto.

Yo os enseñaré…

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