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Novato - por Daniela López

El autor/a de este texto es menor de edad

NOVATO
<< Es increíble, me van a tomar en serio. ¿O era un truco suyo para divertirse a mi costa? Bueno, esta vez no les voy a dar oportunidad. Esta vez me toca a mí divertirme. Y lo haré de buena gana. >>
-Bien Guerra-. El peliblanco era bastante serio, lo que me hizo pensar en lo serio de mi futura experiencia.- Seguramente ya se enteró de su misión.
-Sí.
-Y de lo peligroso que puede ser.
-Estoy al tanto de eso.
-Piénselo bien, no es cosa sencilla. Es usted un novato. No deseo que se frustre al primer intento, por eso debe pensar cada detalle.
-Sí señor.
-No es algo fácil a lo que se enfrentará.
-Lo sé señor. Créame, lo he estudiado desde todas las perspectivas posibles. Pero me creo preparado. Me he esforzado hasta lo imposible, y ansío el momento que probará mis conocimientos.
El peliblanco asintió con una sonrisa de orgullo.
-Espero no decepcionarme.
-Haré lo que esté en mis manos.

Antes de continuar, permítanme comentarles algunas cosas. Sé que mi experiencia, o sea, la que va a venir, no es digna de que alguien la lea. Pero siento que esto es algo que me cambiará la vida, lo presiento. Me asignaron una misión importante. ¿Saben dónde es? En Marte. Sí, ese fascinante planeta, que es presa de los comentarios más vivaces. Yo, no sé ustedes, estoy convencido de que hay vida allí. Mi misión lo prueba. Y créanme, no es nada fácil. Es lo más difícil que me han propuesto en toda mi carrera. Y lo más peligroso. Hay muchas cosas en juego, es por eso que me he entrenado día y noche. Ojalá todo salga bien.
Esta tarde, fui a encontrarme con unos amigos. Me desearon buena suerte. Es una bendición encontrar personas que te apoyen en algo que tú anhelas. Pero mi mayor preocupación fue la expresión de conmiseración en sus rostros. Nada bueno.
Cuando volví a casa, el peliblanco me esperaba a la entrada.
-Es hora, muchacho-me dijo con un suspiro.
No dirigimos en su auto hacia el lugar en el que comenzaría mi cometido.
-¿Te sientes bien?-me preguntó.
-Más que bien-asentí.
-Deseo que te concentres en lo que tienes delante de ti.
-Mi concentración comenzó hace unas horas.
Pero la verdad es que no estaba nada concentrado. Estaba nervioso. Estas personas confiaban en mí y temía defraudarlas. ¡Suerte, no me abandones!
Llegamos. Había mucha gente a la entrada. Todos me palmeaban la espalda y me daban fuerzas alentándome.
Cuando estaba dentro, mientras el peliblanco me daba los últimos consejos, apareció él. Todos enmudecieron. Se acercó a mí, y estrechó mi mano, mientras me echaba una mirada asesina.
Ambos asentimos al unísono. Era hora.

El marciano era una criatura horrenda. Tenía muchos ojos y se acercaba a mí con el deseo indomable de asesinarme. Pero no, no se lo iba a permitir. Tomé mi espada y corrí a su encuentro, lanzando un grito propio de los samuráis, tal vez se asustaba. Sin embargo, nada. Pareció murmurar algo en su idioma, pareció reírse. Sacó sus tentáculos e intentó estrangularme. Me sacudí como una fiera y agité mi espada. Un grito me dio fuerzas para desprenderme y seguir apuñalando. Sin embargo, no estaba indefenso. Tenía su inteligencia superior. Me tomó por los pies y me sacudió en el aire. Tomó uno de sus tentáculos como látigo. Quebró mi espalda y luego mi espada. Me latigó sin piedad. Rompió mi armadura. Me zamarreó del pelo.
Mi furia no aguantó más. Grité como un desesperado. Pataleé. Logré zafar de sus extremidades y me alejé lo más posible. Observé a mí alrededor. El suelo marciano estaba lleno de piedras. Tomé algunas y comencé a lanzárselas. No pareció percatarse de mi modo de defenderse, ni siquiera de que piedras caían sobre él. Comenzó a acercarse. Seguí huyendo. Algo debía hacer. Debía haber algún secreto para derrotarlo ¡La gente confiaba en mí! Subí a una sierra no muy alta. Seguía acercándose. Traté de recordar los consejos del peliblanco. Miré nuevamente a mí alrededor. Un brillo cruzó mis ojos.
Salí a su encuentro. Me tomó por el cuello y esperé acercarme lo suficiente. La oportunidad me favoreció. Con todas las fuerzas clavé el Puñal del Triunfo en su corazón. Una palabra apareció en la pantalla: ¡Gana samurái Matsue!
Mi contrincante tiró su aparato contra la pared.
-¡Maldito videojuego!
-¡Vamos, Guerra!-me aplaudieron todos.
Desde ese día, en el club se me conoce como el Rey de los videojuegos.

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2 comentarios

  1. 1. David Rubio dice:

    ¡No dejes de escribir! El relato es agradable. Y te has esforzado en crear un final ocurrente.
    Solo te aconsejaría que ordenaras y revisaras los tiempos verbales.
    Fíjate: “El peliblanco asintió con una sonrisa de orgullo.” (pasado). “Antes de continuar, permítanme comentarles algunas cosas” (presente). “siento que esto es algo que me cambiará la vida, lo presiento. Me asignaron una misión importante.”
    Si te das cuenta nos desde el principio el narrador nos explica algo pasado. Pero a mitad de relato el narrador me habla en presente y, además vislumbra cómo podrá ser el acontecimiento que después se vuelve a narrar en pasado.
    ¡Vaya rollo me salió!
    Saludos

    Escrito el 28 febrero 2014 a las 20:21
  2. 2. Aurora Losa dice:

    Qué bueno…. no puedo parar de reírme con el final, sorprendente. Muy bien ambientado, y el párrafo de inciso me ha parecido un gran recurso. Enhorabuena.

    Escrito el 3 marzo 2014 a las 11:09

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