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Heartbeats - por R. Mac

Inspiro profundamente y después dejo escapar el aire con lentitud. Todos me miran esperando una respuesta y yo actúo como si no hubiera escuchado la pregunta. La irritante y chillona voz de Gabriella rompe el silencio. Vuelve a repetir la pregunta:

– ¿Nos vas a contar ya como machacaste a ese chico?

Yo vuelvo a guardar silencio y me muerdo la lengua para no gritarle que se calle de una maldita vez.

He llegado a un punto en el que tengo que decidir si hablo o no, pero si hablo estoy entre dos opciones de nuevo: contar la verdad o contar lo que todos quieren escuchar. He descubierto que me gusta la fama, que me presten atención; me gusta que las chicas me miren y que los chicos me envidien.

Decido sumarme a la mentira, elijo esta persona. Así que sonrío y me pongo en pie para moverme por la sala y contarles a todos La Historia, aunque antes me pierdo en mis recuerdos.

Aconteció hace más de dos semanas, estaba en el pasillo cuando tuvo lugar el suceso. A día de hoy ni si quiera sé cómo ocurrió, solo sé que Scott Niuk, el matón del instituto, me levantó del suelo con aparente facilidad y me estampó contra las taquillas. Aseguró que yo le había empujado al pasar por su lado y que ni si quiera me había disculpado. No recordaba haberle rozado si quiera, pero, sinceramente, Scott no necesitaba una excusa para pegar a alguien.

Y el resto fue inevitable: quería pegarme; pero no allí, así que teníamos que vernos en el parking del instituto a la salida. Me encontraba en una encrucijada y tanteaba la opción de fingir que me encontraba mal e irme antes a casa; pero si tomaba ese camino sería el hazme reír de todo el instituto y tendría que enfrentarme a Niuk en otro momento. No temía que todos se rieran de mí, pero sí que me hicieran daño. Finalmente decidí enfrentarme cuanto antes al problema, quizá pudiera hablar con él y convencerle de que todo había sido un malentendido.

Me presenté en el lugar acordado, con las piernas temblorosas y el corazón amenazando con salir de mi pecho. También se presentaron otros tantos alumnos y Scott no tardó en aparecer. No recuerdo que dijo, estaba lo suficientemente asustado como para pensar en algo. Mis intenciones de hablar con él se esfumaron cuando alguien gritó: “acaba con él”. Nada alentador para mí. Recordé que tiempo atrás mi padre me había dicho que si me encontraba en una pelea debía de ser el primero en atacar, eso me daría ventaja. Pensé que jamás necesitaría poner en práctica ese consejo, me equivocaba. Así que actué.

Cogí aire y dirigí mi puño hacia su mandíbula, pero impactó contra un lado de su cuello. No debió de dolerle mucho porque me sonrió y me lanzó un golpe directo, como si fuese un experto boxeador, que impactó en mi pecho y juro que me quedé sin respiración unos segundos. Me caí hacia atrás, sobre el asfalto, y me llevé una mano al pecho; torpemente me puse en pie para volver a recibir un nuevo golpe que me derrumbó. En el suelo noté la punta de su zapato calvándose en mi estómago.

Mi padre se equivocaba.

Me dobló un brazo por la espalda y estampó repetidas veces mi cara contra el asfalto. Notaba el sabor a óxido propio de la sangre en mis labios. Pero entonces se detuvo y dijo que no tenía gracia si yo no me defendía. Quería humillarme aun más y yo se lo permití poniéndome en pie. Tarde en hacerlo, estaba mareado. Aun así le lancé un gancho que iba directo a su mejilla, pero se desvió hacia su oreja.

Cuando no has peleado nunca no sabes cómo vas a actuar. Yo me dejé llevar y volví a asestarle un puñetazo que esta vez fue certero. Aproveché la confusión del momento y, como él había hecho conmigo, le derrumbé. Cuando le tuve en el suelo me puse sobre él para asestarle varios puñetazos…

No es justo decir que yo gané la pelea. Pocos segundos después Scott perdió el conocimiento y aunque en un primer momento todo apuntaba a que yo era el responsable, más tarde descubrí que tenía un soplo en el corazón.

Pero mientras cuento mi historia, no la verdadera, sino la que yo he confeccionado a partir de la realidad, solo pienso que no puedo dejar que descubran mi secreto.

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3 comentarios

  1. 1. Miranda dice:

    He sido una de las personas que te ha comentado este mes.
    Tengo que decir que los tres textos que he comentado me han gustado y estaban bien escritos y la pelea bien desarrollada. Al tuyo la única pega que le puse y que confirmo al releerlo ahora, es que es un tema poco original.

    Sigue escribiendo, la práctica es lo que más nos ayuda y tu escribes bien

    Escrito el 1 marzo 2014 a las 20:03
  2. 2. R. Mac dice:

    Muchas gracias por el comentario, Miranda, desde luego todo lo que me habéis dicho sirve para mejorar y ahora que lo vuelvo a leer me percato de los fallos que habéis mencionado los que habéis comentado mi texto.

    Un saludo y gracias.

    Escrito el 2 marzo 2014 a las 18:56
  3. 3. Maureen dice:

    Me ha gustado mucho tu relato. Está muy bien escrito y te mantiene en vilo hasta el final, pensando cómo ganó el chico la pelea contra el matón del instituto, sobre todo cuando, por todo lo que va narrando, no es de los que se pelean.

    Un detalle: hay un par de palabras mal escritas. Se escribe “hazmerreír” y “siquiera”, junto en ambos casos.

    Una historia muy bien narrada e interesante, enhorabuena.

    Escrito el 4 marzo 2014 a las 23:03

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