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La Arena - por Spinnerdark

Web: http://trazosyrasgos.blogspot.com.es/

Allí encerrado en la diminuta celda podía escuchar el clamor de la gente. Los gritos de emoción, el ruido de los cánticos ansiando sangre. Su sangre. Las voces empezaron a disminuir hasta producirse el silencio. Una sola voz grave con un tono imponente inició un discurso del que solo lograba entender algunas palabras.

Honor. Triunfo. Gloria.

En el rostro del encarcelado se dibujó una sonrisa, porque para él aquellas palabras habían perdido todo su significado hacía ya mucho tiempo. El estruendo sonó con más fuerza y se levantó, moviendo todos los músculos de su cuerpo para prepararse. Sabía que aquella era la señal. La puerta de metal se desplazó hacia el interior de la pared dejando que el aire viciado de la celda se renovara con el aire fresco del exterior. Cerró los ojos e inspiró con fuerza.

A la salida había un pasillo que formaba una ele y al final del recorrido se encontraba la arena de combate. Sus adversarios habían sido introducidos en el anterior discurso y por tanto la emboscada estaba asegurada.

Se colocó en posición y apretando los dientes salió disparado. Apoyó los brazos sobre la pared del fondo y giró la esquina sobre sus talones. Justo como esperaba. Un virote le pasó rozando el pescuezo y soltó una carcajada. No acabarían con él tan fácilmente.

A escasos metros de la salida estaba de pie un joven de piel pálida y cabellos cortos que en cuestión de segundos se apartó de la abertura para desaparecer de la mirada del preso. Al entrar en la arena y antes de que pudiese hacer cualquier movimiento o fijarse en otra cosa le embistieron desde un lateral, tumbándole en el suelo.

Ambos contendientes rodaron hasta caer dentro de un agujero excavado en la tierra. Al preso le sonrió la diosa fortuna, pues logró quedarse sobre su adversario en una posición ventajosa. Comprobó que no se trataba del mismo que había visto antes. Chasqueó la lengua. Al parecer ya no le iban a poner las cosas tan fáciles. Además aquel hombre llevaba un dispositivo de campo de fuerza que le protegía el pecho. Pero no las extremidades. Mientras su adversario recobraba la compostura le agarró la cabeza entre sus dedos. Se hizo el silencio. Fue un movimiento rápido y el chasquido que hizo el cuello al romperse resonó en el lugar. «Uno menos» se dijo para sus adentros mientras el público aplacaba su mente con los gritos de júbilo y emoción.

Se incorporó y cuando intentaba salir de aquel hoyo un dolor punzante le atravesó la espalda. Había dejado de lado al otro contrincante y este había aprovechado que tenía bajada la guardia para atacarle. El joven podría haber acabado con él en ese mismo instante, pero eso no es lo que querían los organizadores.

Y ese fue su mayor error.

Podía sentir como los virotes salían en su búsqueda, ansiando el contacto con su cuerpo. Antes de que pudiese parapetarse tras un pequeño montón de escombros uno de aquellos proyectiles logró alcanzarle el muslo derecho.

Allí encontró el pomo de una espada sin hoja que agarró con decisión. Se tomó un segundo para recuperar el aliento y saltó sobre el muro para pasar al otro lado. Se apoyó en el suelo con una mano y agarró impulso para de nuevo salir a la carrera y abalanzarse sobre su contrincante.

Aquello pilló por sorpresa al joven que intentaba cargar de nuevo su arma. A escasos pasos de su presa lanzó ambas manos hacia delante asiendo el pomo desnudo, para golpearle de lleno sobre el pecho. Una expresión de terror se apodera del rostro del joven. Pero no le da tiempo a implorar por su vida, ya que con un sonoro chasquido un haz de luz brota de aquel mango para atravesarle el corazón. Al soltar la espada de energía el cuerpo cae de espaldas sobre la arena.

Los gritos del público son ensordecedores. Aplauden y golpean todo lo que tienen a mano para vitorear al vencedor. Pero el hombre que está en el centro del ring no busca su aceptación. Levanta la mirada hacia el palco, donde los organizadores siguen impasibles ante aquella escena, y estira los brazos hacia los lados hinchando el pecho, imponiéndose.

– ¿Esto es todo lo que podéis hacer? ¿Qué queréis de mí?– Gritó, furioso.

En las miradas de aquellos hombres había rabia contenida. Sabía que lo querían ver muerto. Y eso era una placer que no les permitiría.

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4 comentarios

  1. 1. David Rubio dice:

    Escribes una escena de acción de principio a fin. Para mi gusto falta historia y sin ella en el fondo de un poco igual lo que le pase.
    Como ejercicio de una escena de acción, tal cual, está muy bien descrita. Pero me falta ese punto de tomar empatía con el personaje, qué hacía allí, por que lo tenían preso, que injusticia habían cometido con él, o era una bestia asesina que no hay manera de acabar con ella…
    Saludos

    Escrito el 28 febrero 2014 a las 20:12
  2. Está bien que hayas empleado las 750 palabras en describir, mayormente, una escena de lucha, pero al igual que a David también me falta un poco de historia que explique los motivos del encierro (ya sea al principio o al final)
    La ambientación está bien lograda y el tono del texto.
    Un saludo.

    Escrito el 28 febrero 2014 a las 21:46
  3. 3. lunaclara dice:

    Hola! Lo de las espadas de energía me ha llamado mucho la atención. Tu texto esta muy bien descrito, buen tono, palabras precisas para describir una lucha a muerte. Me hubiera gustado saber mas sobre ese preso, por qué está ahí y qué pasa con él. Felicidades!

    Escrito el 1 marzo 2014 a las 14:12
  4. 4. Servio Flores dice:

    Gran ejercicio! Bastará pulirlo un poco y caracterizar al personaje, sin el límite de las palabras seguro queda algo muy completo.
    Saludos

    Escrito el 2 marzo 2014 a las 04:50

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