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Las nueve en Central Park - por Gemma Rotger

Web: http://gemmarotgermoll.weebly.com/

Soy un hombre de cierta edad al que en los últimos treinta años sus actividades han puesto en contacto con todo tipo de artistas, pintores, escultores, poetas… He conocido a muchos de ellos en sus círculos más íntimos y si quisiera podría explicar miles de historias que enfurecerían a unos y harían chismear a muchos otros, pero señores, seamos realistas, soy un caballero al que los líos de falda de sus clientes no atañan. Ellos tiene sus musas y yo tengo las mías, aún que alguna vez llegamos a compartirlas como pasó con Lily Young.

Hoy me acuerdo de ella especialmente y no porque sea alguna fecha especial en nuestro calendario, que tampoco teníamos; esta mañana como todas las mañanas he venido a Central Park con el periódico bajo el brazo a sentarme en el banco de siempre. Díganme hastiado si quieren, la verdad es que soy un individuo frecuente y rutinario, y ahora que me he retirado en lo que el arte se refiere me sorprende encontrarme en el lugar de siempre a la hora de siempre leyendo en el periódico de siempre que aquella chica, Lily Young, ha muerto.

Era una auténtica obra de arte, sus cabellos rojizos brillaban bajo el sol cuando nos conocimos en este mismo lugar hace unos meses, quizás ya un año. Yo estaba inmerso en mi rutina cuando ella se dirigió a mí.

– Perdone – osó interrumpir mi lectura con sus preguntas – ¿usted no es Amadeus Frostone? El conservador del Metropolitan.

Mis labios no pronunciaron sonido alguno. Aparté la vista del periódico para mirarla por encima de mis gafas de sol, me gusta pasar inadvertido entre los neoyorquinos de a pie.

– Soy Lily Young – insistió la chica con esa dulce y joven voz – nos conocimos en la fiesta benéfica que dio Hartley Corporate en beneficio a su museo el mes pasado.
Permanecí inmóvil, me parecía inadmisible la desvergüenza y la frescura con la que me habló la chica sin conocerme de nada. Conozco cada día a muchísimas personas y en mi memoria solo guardo las importantes y desde luego no había lugar para la compañera de algún joven y mediocre artista malparado.

La chica tomó asiento y conversamos, mejor dicho ella habló y yo escuché. Me asombró su desfachatez y a la vez su vitalidad, su energía, su fuerza, la forma en que hacía parecer cada pequeño detalle algo asombroso. Seguimos viéndonos por un tiempo en ese mismo banco, incluí sus conversaciones en mi rutina y me vi reflejado durante meses en esos grandes ojos marrones de apenas veinte años. A veces mis ojos la miraban pero mis oídos no llegaban a escucharla, en su lugar mis pensamientos volaban libres estudiando a la pequeña Lily, oh Dios Lily, ¿qué habrá de distinto en tu vida que te empuje sonreírle todas las mañanas a este viejo carcamal? ¿Por qué tuviste que cruzarte en mi vida? ¿Por qué quisiste formar parte de mi rutina?

La última vez que vi a Lily Young habíamos quedado para cenar. Ella iba a enseñarme sus cuadros y esculturas, yo la iba a invitar a pasear por el Metropolitan de noche. Una mesa con vajilla de plata frente al templo de Dendur, cuatro velas, rosas rojas, el mejor vino y algo de marisco. Apareció con su vestido negro, discreto pero estiloso, llevaba el pelo suelto y ondeaba con sus pasos al andar. Recuerdo su olor, olía a rosas y jazmín y su piel era suave como la seda. Dulce y pequeña Lily Young.

No la he vuelto a ver desde entonces excepto en mis sueños y fantasías, pero en mi rutina sigo viniendo al parque con el viejo periódico del asesinato de Lily Young bajo el brazo, no puedo dejar de contemplar esa gran obra de arte que yo, a mi edad, logré crear con ese cuerpo tan pequeño y lleno de vida, cierro los ojos y lo veo colgado de finos hilos en la sala central del Metropolitan, tan elegante y exquisita. Lily Young pasó a mi posteridad personal y ahora no consigo quitármela de la cabeza, no consigo dejar de pensar en todas las imperfecciones que cometí con ella, en lo inexacto que fui y en la impaciencia en la que me vi envuelto para hacer de ella mi mundo. A día de hoy, sentando sobre mi rutina, me veo dubitativo al pensar si alguna vez lograré ser el artista que siempre deseé ser.

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6 comentarios

  1. 1. Marazul dice:

    Hola Gemma me tocó comentar tu relato y me gustó mucho, pero me quedó la duda de si interpreté bien el final. La frase de “…….cierro los ojos y lo veo colgado de finos hilos en la sala central del M……”. Si tienes un momento acláramelo por favor. Un saludo

    Escrito el 29 marzo 2014 a las 13:21
  2. Hola Gemma. Enhorabuena por tu primera participación. T’escriuria en menorquí ;), pero nuestros comañeros no entenderían nada :).
    Me ha gustado tu relato, la historia es buena, consigues que el lector se identifique con el protagonista, ese “amor” del viejo por la joven Lily Young.
    En alguna parte me ha faltado aplicar más la “norma” que nos enseñó Literautas de “mostrar en lugar de contar”, que lo habrían dejado redondo. Pero igualmente me ha gustado mucho.
    Espero que nos sigamos leyendo.
    Felicitats i una abraçada (ens veim per ses festes 😉 ),

    Aina
    http://ainaponstriay.wordpress.com

    Escrito el 29 marzo 2014 a las 13:25
  3. 3. Gemma Rotger dice:

    Hola Marazul! la clave está escondida en la frase anterior “… no puedo dejar de contemplar esa gran obra de arte que YO, a mi edad, logré crear con ese cuerpo tan pequeño y lleno de vida…” 😉 Me alegro que te gustara mi psicópata.

    Hola Aina! A ver si pronto saco un poco de tiempo y puedo leerte (pero no solo el último si no muchos de tus relatos) gracias por el comentario, la verdad es que aposté por la primera persona para esta historia para poder darle profundidad a la história y es bastante dificil mostrar en primera persona pero lo tendré en cuenta a para la próxima. Una abraçada, mos veim :*

    Escrito el 29 marzo 2014 a las 19:40
  4. 4. forvetor dice:

    hola Gemma!
    ya te comenté el relato hace unas semanas en tu blog y al releerlo no puedo más que reafirmarme en mis felicitaciones. 😉
    un saludo, nos leemos
    Sergio Mesa / forvetor
    http://miesquinadelring.com/

    Escrito el 2 abril 2014 a las 18:55
  5. 5. Moria Puch dice:

    Hola Gemma 😀

    Igual que Forvetor, ya he leído tu relato en tu página y me pareción sensacional (:

    ¡Un abrazo grande! 😀

    Escrito el 3 abril 2014 a las 00:03
  6. 6. Aurora Losa dice:

    El final es inquietante y perfecto. Destacaré cómo consigues que un relato, a priori basado en la nostalgia y amor trasnochado de un abuelo por una joven (el apellido de ella muy a propósito), se convierta en una escena digna de “Bones”.
    Enhorabuena.

    Escrito el 3 abril 2014 a las 08:16

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