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Muerte de un hada - por Constanza

Muerte de un hada

Estaba sola y asustada. Hacía casi dos días que no veía a ninguno de los suyos. Ni rastro. Había buscado por todos los rincones: huecos en los árboles, bajo las hojas, entre las ramas, en las corolas de las flores que se resistían a desaparecer tras el verano… hasta en las madrigueras de los topos se atrevió a curiosear; pero nada.

¿Se habrían marchado de allí? ¿Sin ella? No, no, imposible. Aunque… tal vez, con lo dormilona que era, quizá la avisaron y ella siguió durmiendo profundamente…

¡Claro! Le estaban gastando una broma por perezosa. Sí, sin duda era eso, y seguramente idea de Mostaza, el duende más travieso y picarón de todos los duendes del mundo. ¡Pues como gracia ya era suficiente! Además, en aquel parque había mucho trabajo por hacer y ella sola no podía ocuparse de todo.

El hada Zarzamora, cansada de revolotear todo el día, se sentó sobre una piedra cubierta de musgo, al pie de un hermoso roble. Sacó un puñado de bayas dulces que guardaba en un bolsillo y las comenzó a mordisquear.

En el parque iba quedando poca gente. Comenzaba a refrescar y las madres recogían a sus pequeños para regresar a casa "y a buen seguro darles un espumoso baño caliente", pensó Zarzamora. A ella también le divertían los baños de espuma: ¡lo pasaba fenomenal! Las hadas son felices así, con cosas pequeñas.
Poco a poco, la cálida luz rosada del atardecer cedió paso a la oscuridad de la noche, que, tímidamente, se adueñaba del reino de las hadas y los humanos.

Se encendieron las farolas del parque, salpicándolo de puntos de luz que atraían a los insectos que se despistaban de su camino.

Zarzamora agitó sus pequeñas alas, se desperezó y voló de arbusto en arbusto aspirando los deliciosos aromas que la noche regala y que solo la naricilla de un hada es capaz de percibir son toda su intensidad.

Después de un rato, se tumbó en una de las ramas de un espino blanco y dejó que la fresca brisa la meciera al compás de los susurros de la noche.

Miró al cielo. Allí estaba, la Luna, resplandeciente y llena, como una tarta de merengue, acompañada por su corte de estrellas, solo que… aquella noche había muchas más que de costumbre, ¡y se movían! ¡¿Qué era aquello?! Zarzamora se incorporó de un salto. Nunca las había visto tan inquietas. Quizá fuesen estrellas fugaces. ¿Cómo saberlo? Era tan joven e inexperta… Si al menos pudiese consultar con alguien…

Voló. Voló y gritó desesperadamente los nombres de sus compañeros:

—¡Endrina!, ¡Mostaza!, ¡Frambuesa!, ¡Bellota! ¡No me dejéis sola! ¡Por favor!

Nada. No hubo respuesta. Al fin, agotada, se posó sobre uno de los viejos bancos de madera que había por todo el parque, dispuesta a dormir: no quería descansar en un lugar escondido por si volvían en su busca. El cansancio la vencía. Tal vez al despertar todo fuese un mal sueño y su vida volvería a ser como antes.

Sintió frío, pero se le cerraban los ojos y no tenía fuerzas para ir a recoger hojas con las que abrigarse. De pronto, miró a su izquierda y… ¡vaya, estaba de suerte! Alguien había olvidado allí su periódico. "Estos humanos siempre tan descuidados", pensó.

Se levantó y al sobrevolar el diario, observó la fecha: era de hacía dos días. Después, en letras muy negras y muy grandes, leyó algo que la hizo temblar de pies a cabeza: "LOS NIÑOS YA NO CREEN EN LAS HADAS".

Fue terrible. No lo podía creer. ¿Por qué? ¡No podía ser verdad! ¡¿Cómo se puede no creer en las hadas?! ¡Ella era real! ¡Estaba allí! Se pellizcó las mejillas.

Así que eso era…

Entonces lo comprendió todo. Cuando un hada sabe que alguien no cree en ella… muere.

Intentó volar, escapar, pero ya no podía ignorar lo que sabía. Sus hermosas alas doradas, con las que tantas piruetas dibujó en el aire y tantos lugares recorrió, no respondían: se deshicieron en chispas de luz y cayeron al suelo. Su ondulada cabellera, del color de las castañas, su lindo traje de hojas de roble y flores de lantana y sus zapatitos de seda, desaparecieron en volutas de humo ocre y rojizo. Y al fin, Zarzamora, lloró, lloró y lloró, y a cada lágrima ella misma de desvanecía en polvo de estrella hasta que el amanecer la ocultó.

A la noche siguiente, junto a la radiante Luna, una estrella más brillaba con fuerza en el firmamento.

FIN

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7 comentarios

  1. 1. forvetor dice:

    que bonito … y que triste! tiene algo evocador imaginar un periódico con un titular como ese.
    felicidades por el relato. obviamente me ha gustado mucho.

    o tenido suerte o la escena de este mes nos ha inspirado a todos, porque de los diez relatos que llevo leídos ni uno me ha decepcionado.

    no puedo hacer muchas observaciones técnicas porque lo encuentro todo correcto. quizá hayan algunos “-mentes” de más, pero tampoco es tan imporante 😉

    un saludo, nos leemos!
    Sergio Mesa / forvetor
    http://miesquinadelring.com/

    Escrito el 28 marzo 2014 a las 18:53
  2. 2. Constanza dice:

    Gracias por tu amable comentario Forvetor. Revisaré lo que me comentas. A mí no me ha dado tiempo todavía a leer ningún relato, pero sospecho que debe haber nivel por los que me llegaron para comentar. Un saludo.

    Escrito el 28 marzo 2014 a las 22:19
  3. 3. José Torma dice:

    Antes de meter la pata debo de decir que el relato me parece entrañable, con mucha delicadeza nos vas pintando un mundo fantastico que es el de las Hadas.

    Lo segundo y tal vez grave en mi ver. Me parecio conocido, sera porque mis sobrinas son mega fanaticas de las peliculas de campanita y de Peter Pan, que me sono un poco a “ya lo vi antes”.

    En lo tecnico no podria comentarte nada porque no encontre fallos si es que los hay. Para mi la parte floja fue que me parecio demasiado familiar.

    Al final del dia y despues de hacer sumas y restas, tu relato me gusto mas de lo que aprecie a la primera leida (acostumbro leer los relatos al menos dos veces antes de opinar jeje)

    Felicidade y nos seguimos leyendo.

    Escrito el 31 marzo 2014 a las 19:39
  4. 4. Constanza dice:

    Gracias por comentar, José. Te agradezco el análisis y lo tengo en cuenta pero piensa que las hadas… son hadas. Solo pretendía un texto amable y por lo que me dices así es. Saludos cordiales.

    Escrito el 1 abril 2014 a las 15:22
  5. 5. Marazul dice:

    Qué bonito…!!!! de verdad es un cuento precioso. Me imagino leyéndoselo a mi sobrina muy despacito mientras ella me escucha con los ojos muy abiertos y me interrumpe para preguntar…..” la luna como una tarta de merengue” y el final, aunque triste, cargado de colorido y magia.
    Muy bien escrito Constanza. Enhorabuena…!!!

    Escrito el 1 abril 2014 a las 21:26
  6. 6. Constanza dice:

    Muchas gracias, Marazul, muy amable tu comentario. La verdad es que a mis niños yo no se lo he leído porque igual el final les da penita y…

    Escrito el 1 abril 2014 a las 21:34
  7. 7. Aurora Losa dice:

    Por fin, un cuento infantil. Precioso, adorable. Soy firme defensora de que los niños deben creer en las hadas, yo misma tuve que enseñar a una niña a creer en ellas y a día de hoy todavía creo firmemente que existen, aunque haya quien se empeña en llamarlas musas.
    Un cuento precioso y muy bien contado. Enhorabuena.

    Escrito el 8 abril 2014 a las 09:27

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