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¿Porqué seguir viviendo? - por Luis del Moral Martínez

Web: http://www.luisdelmoral.es

Hasta las palomas corrían mejor suerte. Todo resulta accesorio cuando la alegría te abandona, cuando el amor se disipa, cuando cantas y nadie te escucha. Es entonces cuando tu vida no significa nada y cuando el menor impulso de no acabar con todo de una vez es lo único que te mantiene con vida.
Los días iban pasando y lejos quedaba ya el recuerdo de toda felicidad. En mi soledad, el único que reparaba en mi presencia era el viejo banco del estanque. Desde allí observaba como mis recuerdos se olvidaban, agolpados entre el polvo. Mientras tanto, el vacío sustituía mis pensamientos, cada vez más difusos.
El día que decidí acabar con todo me dirigí a mi lugar de retiro. Necesitaba ver el estanque una última vez antes de despedirme para siempre de mi pasado. Era temprano y los patos no tenían ganas de jugar. No tendría ningún público, lo cuál era parte de la esencia de mi vida.
Sin embargo, al llegar allí, un anciano ocupaba mi lugar y sonreía mientras lanzaba algunas migajas de pan al suelo.

–Bonito día, ¿no le parece joven?
–Según para quién–respondí.
–Esto es para las palomas, ¿sabe? Todavía no han venido, pero pronto lo harán.

Me acerqué al banco y me senté a su lado, mientras este seguía dedicado con esmero a los trozos de pan.

–Suele haber más gente en este parque –dijo el anciano–. Pero hoy no vienen. Hoy no. Todos se han marchado y nunca más volverán.
–¿Disculpe?
–Oh, usted los conoce. Sabe quiénes son, pero eso ya no le importa ¿no?
–No se de qué me está hablando señor.
–No se preocupe. Puede que pronto lo entienda, o tal vez no.

El anciano sacudió de sus manos los últimos trocitos y se puso en pié mientras recogía un periódico arrugado del asiento:

–El metal está muy frío por las mañanas. Tenga, quédeselo.

Sin mediar palabra se alejó y desapareció tras la arboleda de la entrada. Miré el periódico y sonreí al descubrir que era un ejemplar del día de mi nacimiento. A pesar de que se conservaba bien, había conocido tiempos mejores.
Las hojas, amarilleadas por el paso de los años, comenzaban a transparentarse y la portada estaba demasiado desgastada como para entender ninguna palabra. Comencé a pasar algunas de las hojas y todas habían sufrido la misma suerte. Al llegar a la parte central me detuve en seco; una de las imágenes me resultaba familiar.
Allí estabas tú, en nuestro lugar especial. Me costó trabajo sonreír y estaba muy nervioso. Allí te robé un te quiero. Allí fue donde, años después, pronunciaste la frase más bonita que he escuchado en mi vida. Nuestro pequeño estaba en camino y por fin éramos una familia.
Parecía que la bebida había sido suficiente para poder arrancar todos esos recuerdos felices, al menos hasta ese día. Sin embargo, todos los gritos, el frenazo y aquella curva siempre permanecerían en mi mente, martilleando mi cráneo y destrozando mis sueños.
¿Realmente merece la pena seguir viviendo sin vosotros?, ¿Sin ver crecer a nuestro pequeño? Tanteé el bolsillo de la chaqueta y sentí el relieve de la cajita de cartón. Allí dentro todas ellas me esperaban para transportarme a vuestro lado. Con una caja sería suficiente.
La saqué del bolsillo y rasgué el cartón sobre el banco. Las pastillas se esparcieron por el metal. Cogí varias entre los dedos mientras echaba un último vistazo a la imagen. Vuestro recuerdo jamás podrá superar a teneros entre mis brazos.
Tiré el periódico al suelo y cogí todas las pastillas con las manos. Una pequeña brisa de aire comenzó a soplar y las copas de los aires silbaban vuestras voces. Las páginas del periódico avanzaban con rapidez y el periódico salió volando hasta mis rodillas. Un niño y una voz, susurrada en mi oído. Eráis vosotros y me hablabais. Me hablabais.
Comencé a llorar mientras abrazaba la hoja del periódico. Era la señal que estaba buscando. Por momentos así merece la pena seguir llorando. Uno día tras otro. Pero me esforzaría por no volver a llorar, por no olvidar. Tiré las pastillas a la papelera y recogí el periódico del suelo. Lo sujeté bajo el brazo y me alejé del estanque.

Se que me observáis y no os defraudaré, nunca más.

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1 comentario

  1. Un relato triste y conmovedor. Cuando pensé que todo se había acabado para el personaje, me sorprendes con ese giro. La vida está llena de oportunidades que muchas veces no vemos, cuando el dolor nos consume. Me la juego por la frase con la que cierras la historia, da pie como para desarrollar este personaje.

    Saluditos!

    Escrito el 9 junio 2014 a las 20:49

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