Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

El Escondite Perfecto - por F.A.B.C.

—Pueden ustedes observar aquí esta maravillosa obra del escultor vasco-suizo-uruguayo, tallada en bronce y cemento, llamada La Carreta —les decía con entusiasmo al grupo de turistas que miraba sorprendido. Por detrás de ellos, el Japo hurgaba entre sus mochilas en busca de algo para comer y cuando me hizo una señal en código, apuré mi disertación—: si quieren una foto yo se las tomo, y así continúan el paseo por el parque.
Agradecí unas monedas que me tiraron, y me reuní con el Japo detrás de unos pinos para compartir el botín.
—No hay duda que somos un gran equipo, amigo, si esta temporada sigue así, creo que estamos salvados. —El Japo me lanzó una mirada solemne, meneó un par de veces la cola y se dedicó a saborear el manjar turístico—. Ya sé, ya sé que no le gusta que lo molesten cuando almuerza, pero es que el trabajo estuvo genial…si señor.
Mientras buscaba entre mis pertenencias la botella de licor para la sobremesa, miré de reojo al Japo. Debió ser un esbelto animal en su juventud, con el lomo renegrido, las caderas mas bajas que el resto del cuerpo, el andar autoritario, la mirada inquisidora. Nada de eso quedaba ya: las pulgas jugaban en su lomo deslucido, el pelo se le desprendía a borbotones, sus ojos alargados vagaban por el parque en busca de un ayer perdido… al fin de cuentas, parecido a mi.
Encontré debajo de la condenada botella, entre unos restos de ropa y cartones un viejo periódico que era todo un documento. El trago de alcohol suavizó mi garganta, el titular del arrugado diario movió mi cerebro: Montevideo, Agosto de 1985, « Desaparece El Capitán M. H. Garrido, Acusado de Torturas y Asesinatos»
— ¿Se acuerda, Japo? ¡Que épocas aquellas! Mucha acción, pocas palabras; mucha ejecución, poco debate. Mire esta foto, en aquel desfile: usted con una capa y escarapela patria y yo con sable y uniforme de gala…una preciosura de estampa. —El perro desatendió por un momento su comida y le contestó con la mirada, como casi siempre—. Y pensar que después nadie reconoce nuestra labor, tener que andar disfrazado en este prado, mendigando, ¡que ingrata es la vida, Japo!
El bullicio de otro grupo de turistas hizo ladrar con fuerza al Japo: era hora de abandonar la lectura y volver al trabajo. El Parque Batlle tenía esas cosas: mucho verde, hermosos monumentos, un gran estadio de fútbol, palomas y loros en los árboles, turistas y muchos vagabundos para esconderse en el anonimato.
Me achaté el pelo con saliva, me coloqué el saco que otrora supo ser de tela importada, alisé las arrugas del pantalón descosido, guardé mis harapos en el carrito de supermercado y me dirigí con rapidez al grupo que ya contemplaba el coloso estadio.
—Señoras y señores, están ustedes frente a una joya del deporte mundial, construido en 1930, para el primer campeonato mundial de fútbol… —El Japo se paseaba como al descuido entre los visitantes, tratando de hacer su labor—, y sepan que el campeón en dicha ocasión fue Uruguay. —Los extranjeros asentían insulsos a mis comentarios rebuscados, mientras capté la señal de mi compañero—, ahora la foto, una propina para este servidor y hasta luego.
Con una mochila ajena, apresada entre sus dientes, llegó el Japo a nuestra guarida entre los pinos, un ratito después que yo.
—Estos turistas si que son tontos, amigo. Con cualquier parloteo le sacamos el jugo, pero a no descuidarse Japo: ¡Un soldado nunca duerme…vigila! —El animal, sentado en dos patas, esperaba su recompensa con ansias—. No se me ponga nervioso, camarada, ya le doy su ración.
La noche nos envolvía lentamente. Una sirena colorida y chillona irrumpió en la conversación pero me tranquilicé al detectar que no era La Poli, a esta no le gustan los bohemios, ni ella a nosotros. ¡Era solo otro accidente de tránsito! Me acerqué a observar el tumulto que se formó en la calle, buscando sacar algún provecho, pero me extrañó que no hubiera victima ni siniestro. Lo único que había era un grupo de mujeres, con sus cabezas cubiertas con un pañuelo blanco, y una de ellas leía un periódico que me pareció conocido: Montevideo, Agosto de 1985…
Cuando quise huir, el círculo de mujeres se cerró entorno a mi, y alguien pronunció: capitán Garrido, está usted detenido.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

4 comentarios

  1. Hola F. Yo fui una de las “comentaristas” de tu relato. Me gustó la idea del capitán que ha perdido su “guerra” y debe vivir oculto. Como te comenté, me chirría un poco la descripción del Japo, porque al hacerlo el protagonista parece que no le conocía antes de ser un mendigo, pero en la foto del periódico aparecen juntos, lo que despista un poco del contexto de la historia.
    Pero me gustó. Enhorabuena 🙂

    Escrito el 29 marzo 2014 a las 13:03
  2. 2. Fermin Beraza dice:

    Gracias, Aina por tu apreciación. Siempre es bueno tener una mirada critica y ajena para corregirnos en nuestro aprendizaje sobre escritura.
    Acerca del segundo detalle que mencionas, se refiera a un grupo de mujeres que se denominan: Abuelas de Plaza de Mayo, y se identifican porque usan un pañuelo blanco sobre sus cabezas. Este grupo se dedica a la búsqueda de detenidos desaparecidos durante las cruentas dictaduras que asolaron a América del Sur en la década del 70. En verdad, son argentinas, pero yo las trasladé al Uruguay, donde ocurrieron cosas parecidas en esa época. A mas de treinta años de aquel desastre, esas mujeres continúan aún hoy buscando personas que desaparecieron en la dictadura, colaborando también para desenmascarar y atrapar a los responsables.

    Escrito el 30 marzo 2014 a las 00:44
  3. 3. Miranda dice:

    Hola Fermin:
    Yo no te había leido antes, la historia esta muy bien, además has tratado un tema que es muy doloroso para los afectados, pero sin ensañarte en ningún bando, como una simple escaramuza entre las dos posiciones, me parece dificil.
    Aunque a mi tambien me ha confundido un poco la descripción del Japo, que he estado dudando si era un animal o no hasta casí el final.

    Sigue escribiendo.
    Nos leemos. Saludos

    Escrito el 31 marzo 2014 a las 16:07
  4. 4. Aurora Losa dice:

    Uff, uff, uff. Es que no me salen las palabras. Un gran texto y un gran final. Me encanta el estilo, cómo has presentado a los personajes, poco a poco, llenando todo el relato. Y la aparición de esa justicia que el hombre lleva eludiendo tantísimo tiempo.
    Precioso, esperanzador.
    Mi más sincera enhorabuena.

    Escrito el 4 abril 2014 a las 08:25

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.