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El ángel del futuro. - por Carlos Dauro

Se paró delante de un banco ensombrecido por las tupidas ramas de la olmeda que lo resguardaba del sol ahora en verano, la brisa que mecía la sombra en sus extremos era muy de agradecer en esa hora impronta de una tarde tan calurosa. El seto de adelfa florido estaba en todo su esplendor y servía tanto de linde del camino polvoriento repleto de minúsculas piedrecitas, que ya había dejado su rastro encima de sus zapatos, como de impedimento para acceder al riachuelo simulado que refrescaba la hojarasca que flotaba en su calmada y artificial corriente de agua acompañando al sendero. El banco estaba justo enfrente de una pequeña cascada que salpicaba de mojado la tierra seca al sumarse al riachuelo.

Después de alzar su mirada al cielo azul intenso optó por sentarse.

No llevaba nada más que sus preocupaciones y su tristeza manifiesta en cada rasgo de su rostro. Acababa de salir de su casa, se había despedido con un lánguido hasta luego de su esposa y de sus hijos.

Contempló la armonía del lugar deleitándose en los pequeños detalles que formaban parte de ese todo, observaba como tejía una araña al trasluz de los rayos de sol, las mariposas revoloteando sobre las coloridas flores del seto, las avispas refrescándose sobre las gotas salpicadas de la cascada. Todo tenía un sentido y todos cabían en ese universo de vida.

Un hombre de aspecto desaliñado, sucio y vestido con ropa de abrigo que arrastraba un carro de compra repleto de todo menos de comida, se acercaba arrastrando los pies por el sendero dejando tras de sí una nube de polvo.

Se quedó observándolo,y se vio a sí mismo mientras se acercaba.

De su mochila de miedos salió lo que de verdad le preocupaba: hacía más de tres de años que no encontraba trabajo, la hipoteca se llevaba lo poco que entraba en casa, sus hijos haciéndose mayores, brillantes estudiantes, que no podrían tener un futuro universitario, su mujer que no había dejado de trabajar limpiando en casas, de camarera en verano, los remiendos de la ropa…… y tantas cosas. Sólo tenía una opción para ayudarles: suicidarse y que cobraran el seguro. Mañana a estas horas estaría colgado del olmo que hoy le refrescaba.

Ya distinguía el rostro del extraño, su mirada no encajaba con su imagen, ¿era feliz sin nada? La sonrisa entreabierta por el esfuerzo de arrastrar ese carro dejaba ver unos dientes descuidados pero no abandonados. Se paró a escasos diez metros de donde él estaba. Sacó del bolsillo de una sucia gabardina una botella de agua, atravesó el seto provocando una eclosión en ese universo y la rellenó directamente de la cascada. Bebió con avidez un par de veces, después se refrescó la cara y el pelo. Para cuando se dio la vuelta observó con nitidez que el brillo de su mirada era intenso y sereno, como el de un hombre en paz consigo mismo.

El hombre de aspecto desaliñado le sonrió al tiempo que lo miró un instante de segundo a los ojos, el suficiente para hacerle sentirse intimidado, avergonzado e inferior. Le sonrió.

Salió del seto provocando un revuelo de mariposas y flores de colores violetas y rosas que cayeron al suelo seco del sendero. Abrió su carro de la compra y rebuscó dentro de él sacando un periódico, unas hojas de un periódico para ser más exactos, arrugadas amarillentas y sucias.

Volvió a mirarle a los ojos y se acercó donde él estaba, esta vez le sostuvo la mirada y se sintió aliviado por primera vez en mucho tiempo. Fue sentir un abrazo de amistad infinita, sin esperar nada a cambio, solo ese abrazo sincero que durante tanto tiempo no había tenido.

Se incorporó del banco para recibirlo, el hombre le dio las hojas de periódico y mientras las cogía, seguían mirándose fijamente a los ojos sonriéndose, uno dando las gracias y el otro intuyendo lo que le pasaba. El hombre desaliñado dio media vuelta y se marchó arrastrando su carro polvoriento.

Aturdido y desconcertado, volvió a sentarse en el banco con las manos resecas por el tacto áspero de las hojas de periódico y las abrió encontrando un artículo remarcado junto a la foto de un hombre de mirada serena. Se asustó al reconocerse, miró la fecha: doce de agosto de dos mil trece justo un año después a la fecha que era hoy, leyó en voz alta una línea subrayada “los números 7,20,31,5,15,24, hicieron posible la Fundación Ayuda a Personas Desesperadas”

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7 comentarios

  1. 1. lunaclara dice:

    Hola! Sorprendente final. Las descripciones iniciales están muy bien conseguidas, meten al lector de lleno en la escena. Te envidio. Eso es algo q yo aún he de conseguir.
    Felicidades!

    Escrito el 28 marzo 2014 a las 17:17
  2. 2. Servio Flores dice:

    Hola Carlos, bienvenido de nuevo. Ya tiempos no le leía y la verdad era una lástima no hacerlo.
    Me ha gustado mucho su relato, con un nivel descriptivo fenomenal y ese giro al final que lo toma a uno por sorpresa, la verdad nunca lo imaginé.
    felicidades.

    Escrito el 29 marzo 2014 a las 13:07
  3. 3. Carlos Dauro dice:

    Gracias lunaclara, viniendo de ti es todo un halago. Y a ti Servio, agradecerte que me recuerdes en este pequeño universo de amantes de la escritura, de atrevidos y talentosos escritores, como tú lo eres.

    Escrito el 29 marzo 2014 a las 13:41
  4. 4. Aurora Losa dice:

    Me gusta muchísimo cómo describes el entorno, y cómo choca directamente con el estado de ánimo de tu protagonista, tan hastiado y harto de una vida que explota a su alrededor.
    La idea de que se replantee sus miedos tras ver al indigente, aparentemente feliz en su “desgracia”, es hermosa y muy realista.
    Lo que me choca es el final, no termino de encajarlo, rompe con el resto del relato. No es que esté mal, pero me parece que hace que el texto pierda la poesía que arrastra todo el camino.
    En conjunto me parece un gran ejercicio, pero retocaría el final, sólo le encuentro vínculo con el título.

    Escrito el 7 abril 2014 a las 09:39
  5. 5. Carlso Dauro dice:

    Gracias Aurora por tus comentarios y sobre todo por tu crítica constructiva. Lo tendré muy en cuenta. Gracias de nuevo. También he de reconocer que me costó encajarlo al máximo de palabras que tenemos.

    Escrito el 14 abril 2014 a las 18:28
  6. 6. Miranda dice:

    Hola Carlos:

    Soy una de las personas que te comentó en privado. Te dije que me identificaría y aquí estoy, he tardado un poquito, pero siempre cumplo. Como te dije me gusto mucho tu relato sobre todo por la capacidad de transmitir sentimientos: la desesperanza, el efecto que el mendigo-ángel hace en el protagonista, las reflexiones y la sorpresa y esperanza cuando lee la noticia sobre su futuro.

    Enhorabuena.

    Escrito el 14 abril 2014 a las 20:46
  7. 7. Carlos Dauro dice:

    Hola Miranda, muchas gracias por tu comentario y tus consejos en privado. Los he tenido muy en cuenta en la escena propuesta para este mes (la del castillo) , espero que lo leas y me des tu opinión. Gracias

    Escrito el 17 abril 2014 a las 15:55

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