Los gatos - por aida

He recorrido todos los parques de la ciudad como turista urbano y ninguno me ha agrado tanto como este, al que concurro por la tarde.No les voy a negar que el parque es lúgubre, oscuro y silencioso. No hay juegos y por eso los niños no concurren. Será por eso que me atrae o quizás por estar situado a tres cuadras de mi departamento. O mejor aún, por estar habitado por mis mascotas preferidas, los gatos.Concurro a el todas las tardes, ya que asumí el compromiso de llevarles comida a los felinos, que me devuelven esa atención con innumerables muestras de afecto…interesado. Me pregunto, si dejara de concurrir quien los asistiría en mi ausencia. Quizás un alma errante del parque, después de todo, me dijeron que en el siglo pasado este lugar era un cementerio.
Hay un banco que es mi favorito, en el paso largas horas, dormitando,leyendo o simplemente observando como mis amiguitos, luego de haber comido, se dedican con minuciosa prolijidad a limpiarse las orejas, el hocico o sus patitas y hasta se dan tiempo para higienizar a los más pequeños.
Una joven me observa, desde otro banco y me sonríe. Nunca antes la había visto. Seguramente está de paso y se detuvo a descansar, pienso. A este parque el único habitué soy yo y mis gatos, me dije como empecinado por mantener la primacía del lugar.Luego de observarme con detenimiento se incorpora de su asiento y se aproxima hacia mí.
— Veo que le gustan los gatos. A mi también. En un tiempo me dedicaba a cuidar los que tenía en mi casa.Dice con cierto aire de añoranza, entrecerrando sus ojos.
—¿Acaso ya no están con usted? Pregunto observándola con disimulo.
— No, no es eso. En realidad soy yo quien no está con ellos.Su voz suena tenue al finalizar la frase.
—¿Me quiere acompañar a darles de comer? Digo, como para darle animo.
De inmediato nos rodea una sinfonía de maullidos, que en colorida escolta marcial nos siguen.Distribuyo en ocho montículos la comida a la que aproximan respetando los lugares asignados. La joven se asombra de lo disciplinados que son.
— Usted tiene ascendiente sobre los gatos. Como me gustaría poder disfrutar de nuevo de los míos.Dice mirándolos con tristeza.
— Bueno puede llevarse alguno a su casa. Digo entusiasmado
— No, ya le dije que donde estoy ahora no me lo permiten. Pero quizás mañana regrese a hacerle compañía con sus gatos.
— Bien, en ese caso la estaré esperando con gusto. Dije la palabra "con gusto" con marcado énfasis, para que se percatara de que mi interés en volver a verla iba más allá de los gatos.
Una leve sonrisa se dibujo en su pálido rostro ante mi propuesta y se despidió para desaparecer entre los arbustos con un andar leve y etéreo, casi felino.
Observo luego que en un banco vecino al mío, alguien ha dejado un diario, que pienso me servirá para limpiar el desorden y suciedad que han dejado mis amigos. Está fechado el día anterior, así que podré usarlo cuanto quiera. Comienzo a deshojar el diario y una foto llama mi atención. Es la misma joven que ha estado conmigo en el parque. El informe periodístico dice: la destacada actriz Elena Vigna en la madrugada de hoy falleció en un accidente automovilístico,cuando se dirigía a Mar del Plata para representar la obra "Un gato sobre el tejado de zinc caliente" sus restos serán velados en…no pude continuar la lectura, estaba demasiado conmocionado.Debo haber permanecido en ese estado varios minutos. Cuando puede reponerme, junté todos los residuos que arrojé al cesto de basura, me retiré del parque y encaminé mis pasos hacia el departamento con cierta angustia, que anudaba mi garganta.Ese encuentro me había impactado lo suficiente como para abandonar mi concurrencia al parque.Pero…quien habría de atender a los gatos en mi ausencia.