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Un agrio trago - por Shylbia

Aquella noche, como alguna más de aquel verano, bastón en mano y con el insomnio a cuestas, decidí salir a tomar el fresco al Parque de San Gregorio para aplacar ese calor bochornoso que no me dejaba pegar ojo. Eran las tres de la madrugada de un martes y no parecía haber nadie más por los alrededores, así que podría disfrutar además de esa calma que sólo la noche me sabe dar.

Me senté en mi banco preferido; un banco en el que durante el día nunca da el sol y desde el que había visto siempre a la luna durante la noche. Pero aquella noche no había luna. Y creo que fue por eso por lo que reparé en mirar a las farolas, tal vez intentando buscar un brillo sustituto, y por lo que me percaté de que al otro extremo del parque, justo detrás de la Fuente Agria, la doble hilera de farolas que tenían que iluminar el resto del recorrido no lo estaban haciendo. Estarían fundidas o quizás algún vándalo de pacotilla las habría roto.

Después pensé que unos tragos de agua agria me vendrían bien para deshacerme de la sequedad que tenía en la boca, así que me levanté y me dispuse a ir hacia la fuente. Apenas había recorrido diez metros cuando vi un periódico tirado en el suelo. La foto de la portada acaparó mi atención y me agaché para recogerlo: en las afueras de la localidad puertollanense, dos ancianos habían aparecido muertos con multitud de golpes, la mayoría de ellos en la cabeza.

Pese a que la noticia vio la luz el lunes anterior, yo no tenía constancia de ello. Y es que, debo reconocer, algún día que otro dormí más por el día que por la noche, privándome de ver el telediario e incluso la predicción del tiempo meteorológico… El caso es que proseguí mi camino hasta la fuente y, de repente, en la calle anexa y perpendicular al parque, vi un coche que poco a poco iba perdiendo velocidad hasta que finalmente se detuvo al lado de la zona no iluminada.

Comencé a beber de la fuente fijándome en qué dirección iba a tomar la persona que acababa de bajar del coche. Podía distinguir su silueta en la oscuridad. Observé cómo aquella figura se dirigía al maletero, bien para dejar o coger algo de ahí. A continuación se quedó de pie, inmóvil. Y yo ya no sabía si estaba de espaldas o si me estaba viendo tal y como yo le veía a él.

Me preocupé y mucho. Pero respiré profundamente e intenté imaginar que aquella persona tal vez se habría asustado al verme, aunque no tenía sentido: si se había asustado ¿por qué no se iba de allí? Podía ser que estuviera esperando a alguien o que sólo se estuviera preguntando que qué demonios hacía un hombre de paseo a esas horas. “¡Pues beber agua agria para refrescarme! ¿Qué demonios haces tú ahí sin moverte al lado del coche que has aparcado?”, me dije.

Instantes después se puso en marcha. Entró en el parque y se dirigía hacia mí con paso ágil. De nada me serviría tratar de huir; mis piernas no responderían como las suyas. Apreté con fuerza mis dientes, las manos me sudaban y sentía escalofríos por todo mi cuerpo.

Cuando sólo nos separaban unos veinte metros se llevó la mano al bolsillo de su chaqueta y sacó algo que no podía distinguir. Aquello no me gustó en absoluto.

Entonces, en cuestión de unos pocos segundos, su cara se hizo visible. Y sus ojos también. Tampoco me gustaron en absoluto sus ojos.

Estaba claro quién era. Sabía qué quería de mí.

— Buenas noches, soy el agente Rodriguez —se identificó mostrando su placa—. ¿Es usted el señor Carlos Romero?

Asentí agarrando con fuerza mi bastón y, cuando me quise dar cuenta, allí estaba aquel policía tendido en el suelo, junto a mi bastón, con… la cabeza destrozada…

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2 comentarios

  1. 1. tyess dice:

    ¡Y mira que al principio lo pensé! Pero no, él no sabía nada, no había visto la noticia (que fácil confunde esos conceptos uno, porque él no dijo que no supiera nada 😛 ). Además, estaba muy preocupado, y lo más que yo esperaba era que fuera algún amigo o que le preguntara la hora, pero ya no me esperaba ese final.

    Escrito el 31 marzo 2014 a las 16:02
  2. 2. Shylbia dice:

    ¡Me alegra leer eso!:D Era lo que pretendía y parece que no ha salido mal.

    Gracias por comentar.

    He ido a comentar tu relato y no te he visto, así que ¡espero leerte el próximo mes!

    Escrito el 1 abril 2014 a las 01:21

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