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CRISIS - por Marta

CRISIS

Irina era una mujer de mediana edad que, por su estado físico, iba a buen ritmo. Todas las mañanas salía a correr por el espacio verde de la ciudad. Amaba la naturaleza y disfrutaba hallarse entre árboles añosos y flores en estado silvestre. Aspiraba los perfumes que marzo le regalaba y se sentía liviana y casi feliz.
Ese tiempo, arrancado de su rutina de trabajo, le era precioso.
En la oficina pasaba muchas horas frente a la vidriera fría de la pantalla. Allí sólo números y fórmulas llenaban su cabeza. Cuando volvía a su departamento ya era demasiado tarde para realizar alguna caminata placentera. Debía sacrificar horas de sueño para regalarse el contacto con el medio ambiente en todo su esplendor.
Nunca hacía el mismo camino, recorría los diversos senderos del parque; algunas veces rodeaba el hermoso lago, otras subía hasta la pequeña colina que coronaba el terreno y más de una vez eligió alguna senda que se perdía entre la vegetación, debiendo volver al punto de partida.
Siempre se cruzaba con otros deportistas intercambiando sonrisas cómplices y saludos amistosos.
Aquella mañana tuvo un calambre al llegar a la plazoleta diseñada en la cima. Decidió descansar un poco, tomó un buen trago de agua y estiró sus músculos doloridos. Al sentarse en uno de los bancos de piedra que ornaban el sitio, descubrió un periódico maltratado por estar expuesto a la intemperie. Las hojas amarillentas llamaron su atención. Al examinarlo observó que era bastante viejo. Lo que la dejó perpleja fue la fecha, 10 de marzo de 1990, era justo el día de su cumpleaños, sólo que veinticuatro años atrás. La coincidencia, si es que lo era, no le agradó porque ese año había sido fatal para su existencia. Había perdido un empleo, su pareja la había engañado y para completar la lista, sus padres se habían separado. No quería ni recordar aquella temporada de situaciones desgraciadas. Y así de improviso y de la nada el pasado se le ofrecía en bandeja.
Era algo chocante sin duda.
La curiosidad la llevó a hojear el ajado pasquín. Algunas partes se rompían al contacto con su mano, cayendo como una fina lluvia grisácea sobre la grava. La mayoría de las noticias eran intrascendentes y ella no recordaba nada en especial. Cuando llegó a la sección del zodíaco la tentación fue muy fuerte, y aunque jamás había dado crédito a esas habladurías, leyó con avidez todo lo concerniente a su signo. Algo parecido al miedo se instaló en su rostro. Estaba pálida y las manos le sudaban. En ese pequeño texto estaba resumido todo lo malo que le había ocurrido por aquella época.
Si hubiera sabido esto de antemano, se dijo, tal vez podría haber resuelto las cosas de otro modo. ¿Será verdad lo que estoy leyendo?, murmuró.
Trató de calmarse, serenó su respiración haciéndola cada vez más profunda y lenta; cuando estuvo más tranquila meditó sobre lo ocurrido.
Irina era una mujer que difícilmente se alejaba de los pensamientos lógicos y su profesión le impedía relacionarse con lo esotérico, pero ese periódico había alterado por completo su punto de vista.
Se quedó un largo rato recordando escenas y detalles de lo vivido. Más de veinte años de su historia pasaban a través de pensamientos atropellados y sin orden alguno. Al volver al presente sintió un gusto amargo en la boca.
Toda la estructura de su existencia comenzó a tambalear. ¿Qué ocurría con su vida? ¿Valían la pena sus relaciones formales pero vacías?, ¿Su trabajo cumplía con las expectativas que había depositado en él tiempo atrás?, ¿Eso era lo que la hacía feliz?
Comprendió que el periódico había servido para iniciar una crisis que la llevaría por caminos difíciles pero necesarios. Ese lugar de confort que había logrado tras años de esfuerzo y dedicación comenzaba a mostrar las grietas que se instalaran tiempo atrás sin que lo hubiera advertido. Y ya no era seguro; debía ser reemplazado por algo que le permitiera sentirse viva, como hacía mucho no ocurría.
Se levantó con decisión y sin olvidar el valioso hallazgo descendió por la colina, llenó sus pulmones con el aire matinal y le pareció que el día lucía más bello aún.
En la ciudad le esperaba un nuevo desafío.

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2 comentarios

  1. 1. Victor Hugo Montenegro dice:

    —¡Prueba! —tuto—.

    “tacos de vainilla”

    Escrito el 15 mayo 2016 a las 16:41
  2. 2. Victor Hugo Montenegro dice:

    —¡prueba! —dos—.

    Dijo “chocolat”.

    Escrito el 15 mayo 2016 a las 19:10

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