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SONRISAS Y PERIODICOS - por Abbey

SONRISAS Y PERIODICOS
Peter estaba satisfecho. Al pasar bajo el arco de entrada al parque, pulsó el botón de marcha de su pulsómetro y echó a correr. Después de 45 días su determinación seguía fuerte, empujando cada uno de los pasos de su carrera.
Hacía seis meses, el mundo se le había venido encima, aplastándolo y anulándolo con un certero derrumbe empresarial. Había tardado más de diez años en colocar a su gabinete entre los tres más prestigiosos de la ciudad. Le había dedicado a esa empresa todos sus días y la mayoría de sus noches y ahora todo había terminado. Lo habían eliminado de la ecuación como quien deja a su animal de compañía en la cuneta de la carretera, sin mirar atrás…
Tras un período de autocompasión, por fin, su carácter luchador regresó para quedarse. Una tarde, mirándose al espejo del baño se prometió a sí mismo: “ hoy va a ser un gran día”… Y desde ese momento, a diario, acudió fielmente a su cita con el parque.
Aunque variaba su recorrido para no hacerlo monótono, siempre terminaba su rutina con los estiramientos en un extremo del lago, cerca del quiosco de prensa. Le gustaba recargarse de la energía positiva que desprendía aquel lugar. Una media luna formada por bancos de madera verde encarados hacia el agua y rodeados por macizos de flores que en esa época del año desafiaban al arco iris en cantidad y variedad de colores.
Al terminar, solía sentarse en uno de los bancos centrales y observaba el comportamiento de los paseantes.
Un día, se sorprendió al ver al quiosquero salir de detrás del mostrador y dejar un ejemplar de periódico en uno de los bancos. Al darse cuenta de que Peter lo estaba mirando, se llevó un dedo a los labios en petición de silencio, le sonrió y volvió a su puesto de trabajo. No le dió más importancia y levantándose se encaminó de vuelta a casa.
En los días sucesivos, Peter fue testigo de la misma rutina: quiosquero, banco y periódico. Una de las tardes, movido por la curiosidad, se acercó al banco y ojeó la primera plana . Era una edición del día anterior, doblada por la mitad y sin nada destacable en apariencia. No se atrevió a más pero empezó a elaborar teorías sobre el porqué de ese boletín, desde mensajes ocultos para una amante prohibida hasta conspiraciones políticas o códigos para espías, pero todas le parecían decididamente ridículas.
En una ocasión, un curioso se sentó en aquel banco y se decidió a examinarlo. Pasó unas cuantas páginas y se detuvo en una. Sonrió, levantó la vista mirando en todas direcciones y volviendo la mirada otra vez hacia el papel, rio y dobló el ejemplar dejándolo en el mismo lugar. Se levantó y, aun sonriente, se alejó.
La tarde siguiente, el mismo curioso del día anterior se acercó y se repitieron los hechos. Esta vez no fue el único. Tras él acudieron sucesivamente otros dos paseantes que, tomando asiento en el banco, ojearon el noticiero. Y allí aparecieron otra vez las sonrisas sinceras.
Peter mordisqueó su labio nervioso. Le picaba la curiosidad pero, por alguna razón que no acertaba a identificar, no se atrevía a imitar ese comportamiento. Sólo se limitó a pasar por delante e identificar la portada del día anterior.
Desde esa jornada, la cita del parque se volvió obligatoria. A diario, y tras sus estiramientos, se sentaba a observar el devenir del quiosquero y de su ejemplar abandonado. Cada día las visitas al banco eran más y más numerosas. Muchos eran ya habituales y otros tantos se iban sumando al ritual. Lo que no variaba era la fecha de publicación del noticiero, siempre del día previo.
Por fin, después de una semana, se rindió a la tentación y se dispuso a echar un ojo al misterioso periódico. En las páginas centrales, y rodeada por un grueso trazo de rotulador rojo, se podía leer la siguiente noticia: “Encontrado sano y salvo aventurero perdido desde hace 8 meses en la selva del Guaraná”. Y debajo del texto, con el mismo rotulador se había escrito: “Todos los días hay, por lo menos, una buena razón para sonreír. Sólo hay que encontrarla. Si para ti, ésta ha sido lo suficientemente buena, compárteme. Consigue que otra persona sea feliz”.
Peter sonrió. Así que ese era el misterio. Levantó la vista, saludo al quiosquero y dejó el periódico.
Efectivamente, iba a ser un gran dia… Y presintió que los que venideros también.

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10 comentarios

  1. 1. forvetor dice:

    a mi también me has sacado una sonrisa 😉

    no tengo observaciones técnicas que hacer al texto, salvo alguna gazapo que tiene más pinta de despiste que otra cosa. yo sintetizaría más el mensaje del periódico. algo más corto y con más fuerza. pero de cualquier forma me ha gustado mucho el texto, se lee muy bien uno acaba compartiendo la curiosidad y la sonrisa del protagonista.
    buen trabajo!

    un saludo, nos leemos!
    Sergio Mesa / forvetor
    http://miesquinadelring.com/

    Escrito el 28 marzo 2014 a las 17:43
  2. 2. José Torma dice:

    Aqui hay mucho rescatable.

    La historia es sencilla y al punto, el personaje anonimo que pudieramos ser cualquiera de nosotros.

    La manera como manejas todo el asunto sin dialogos innecesarios me ha parecido fantastico.

    Entiendo que el secreto es que cada dia el “quiosquero” (me gusto mucho el termino) subraya una buena noticia que entre tanta basura que reportan los diarios siempre se podria perder entre lo demas.

    Yo no encuentro errores y me ha parecido muy bueno.

    Un relato entrañable sobre como la cotidianeidad puede ser extraordinaria si nos enfocamos en las cosas bellas que hay en el mundo.

    Muy bueno, felicidades.

    Escrito el 28 marzo 2014 a las 19:26
  3. 3. lunaclara dice:

    Qué gran relato Abbey! Como he disfrutado leyendolo, y haciendo cabalas sobre lo q contendría el periódico.
    Felicidades!

    Escrito el 28 marzo 2014 a las 23:18
  4. 4. Peter Walley dice:

    Yo me estaba comiendo la cabeza pensando en que el periódico era el código de reunión de una sociedad secreta (…) y era mucho más simple y más bonito a la vez. Bien hecho.

    Escrito el 30 marzo 2014 a las 16:06
  5. 5. Abbey dice:

    Gracias por vuestro tiempo y por los comentarios.
    Repasándolo me he dado cuenta de algún que otro gazapillo. Gracias por eso también.
    Nos leemos!!

    Escrito el 30 marzo 2014 a las 18:36
  6. 6. Abbey dice:

    Ahhhh! Si alguna de las personas que me comentaron el relato este mes se pasan por aquí, quería agradecerles sus opiniones. Me han abierto los ojos sobre alguna cosilla en la que no había reparado.
    Gracias de verdad

    Escrito el 30 marzo 2014 a las 18:38
  7. 7. Servio Flores dice:

    Me ha gustado mucho su relato. Va uno se curioso y termina sonriendo.
    Muy bueno, felicidades.

    Escrito el 31 marzo 2014 a las 03:27
  8. 8. Aurora Losa dice:

    Me ha gustado mucho, ya me estaba provocando ansiedad que el protagonista no cogiera el periódico, por favor, qué autocontrol.
    Pero me encanta la idea del quiosquero, deberíamos aplicárnosla todos.
    Enhorabuena.

    Escrito el 1 abril 2014 a las 11:50
  9. 9. Emmeline Punkhurst dice:

    Hola Abbey:
    Me has tenido en ascuas con el misterio del periódico 🙂
    Me parece muy valiente escribir un relato optimista, dado que tod@s somos un poco tendentes al drama, terror, misterio… Creo que, aparte de una sencillez que le da mucha musicalidad a la narración, nos haces sentir mucha cercanía con lo que cuentas, lo cual es difícil. Mantienes el interés de la persona que lo lee y, como comentaba algún compañero, provocas una sonrisa y cierta sensación de bienestar difícil de explicar.
    ¡Enhorabuena!

    Escrito el 1 abril 2014 a las 19:37
  10. Hoooola!

    Un poco tarde pero aquí estoy, al pie del cañón leyendo vuestros relatos.
    Es una bonita historia Abbey, a mí me has mantenido la intriga hasta el último momento, si no iba Peter a abrir ese periódico estaba por ir yo misma, jajaja. Me moría de curiosidad.
    Tiene una buena moraleja y sí, deberíamos todos sonreir más de lo que lo hacemos habitualmente (bueno, yo abuso y tampoco es plan que me salen arrugas, jaja)
    Un besote!

    Escrito el 10 abril 2014 a las 15:34

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