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A TRES PATAS - por Ada Lena G. P.

A TRES PATAS
Ada Lena G. P.

Como un pájaro caído, el viejo Elías se posaba tempranero en aquel solitario banco del parque. La vacía mirada del desierto era su única compaña en las frías y blancas mañanas de invierno. Solía distraerse jugando con el amor propio de aquella desarraigada esfinge, que engalanaba con fogoso exotismo aquel recoleto rincón.

«¿Cuál es la criatura que camina a cuatro patas al alba, a dos patas al mediodía y a tres patas al atardecer?». Desafiaba con sorna a la hierática y helada esfinge, con el ánimo de arrogarse de esta una pequeña mueca y con ese aire descolocarla. Por el contrario, era ella quien en todo caso y sin inmutarse ganaba la partida, pues siempre engatusaba a Elías para que chocase con la misma piedra. Entonces, este entristecido bajaba la mirada derrotado y se perdía en el tiempo…

Su risa se hacía eco en el parque y la voz de su madre volaba hasta él llamándolo para merendar. Importunado corría hacía ella, conminado por su buena boca y nervioso por la golosina del juego. Con prisas, reducía a trizas el envoltorio del apetitoso bocadillo de chocolate que su madre acostumbraba a liarle con mucho esmero en la hoja de un periódico atrasado. Atesorando las canicas ganadas en una mano y el tentempié en la otra volvía con sus amigos, más pronto que canta un gallo, para urdir nuevas tretas…

El amor también lo había sorprendido en aquel parque, cuando vio a Aurora mojar sus rojos labios con el agua fresca de la vivaracha fuente. No mucho más tarde, bajo la luz celestina de la luna y valiéndose del secreto de los árboles, probaría a qué saben los primeros besos. Además, el agonizar de aquel verano le desvelaría cómo duele un corazón hecho añicos. Vería arremolinarse las hojas secas en los otoños, helarse el agua de la cantarina fuente en los inviernos y despertarse en las primaveras con la llegada de sus retoños. Y así, las estaciones fueron alcanzándole el paso mientras sonreía columpiando a sus nietos.

Solo, triste y viejo, aquellos misteriosos ojos habían atravesado, una vez más, sus recuerdos. Levantó su mirada comprendiendo la muda astucia de la esfinge y se acercó a esta ayudándose con su bastón. Entonces, la reprendió por atreverse a trastear en su memoria dejando vibrar su ronca voz entre las ramas desnudas de los árboles:

—¡Ay, picaruela! ¡Por algo te llaman Demonio! ¿Con qué intención me traes estos recuerdos? Sí, seré viejo y estaré un poco ajado, pero sigo amando la vida, a la que le tengo mucho aprecio. Así que no intentes con artimañas abrirme las puertas del infierno, pues ¿quién sabe?, quizá todavía me quede por recorrer un largo trecho del camino…

En ese momento, unos pajarillos traviesos juguetearon con su sombrero y sintió el piar alado en sus adentros. Se dio media vuelta, no sin dejar de mirar de reojo al Demonio del Desierto y se marchó de aquel parque aferrándose a sus sueños.

FIN

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8 comentarios

  1. 1. Vicente Pacheco Gallego dice:

    Eres una gran escritora Ada Lena. Conquistas con tus palabras a cualquier que desee leerte y descubrir tus textos. Me ha encantado la parte en la que el tiempo en cada estación con ese agonizante verano, las hojas secas del otoño, helarse el agua en el invierno y llegar a la primavera.

    Te felicito por tan logrado texto y te animo a seguir adelante.

    Escrito el 28 marzo 2014 a las 15:12
  2. 2. David Rubio dice:

    Te felicito Ada has escrito un relato delicioso. El parque como constante a toda una vida que no tiene por qué apagarse cuando aparecen las arrugas.
    Muy buen estilo de escritura. Has escrito un relato impecable.
    Saludos

    Escrito el 28 marzo 2014 a las 20:43
  3. 3. Wolfdux dice:

    Coincido con Vicente, la descripción de las diferentes estaciones me ha gustado mucho, has hecho que mi mente divagara de lo lindo. Felicidades por tu relato.

    ¡Nos leemos!

    Escrito el 31 marzo 2014 a las 05:06
  4. 4. Ada Lena G. P. dice:

    ¡Gracias, caballeros de pluma y sombrero por vuestros amables comentarios!

    Escrito el 1 abril 2014 a las 15:40
  5. 5. forvetor dice:

    me quito el sombrero, me inclino y aplaudo con las orejas de pura adoración … que gran relato! impagable la narración de los recuerdos desordenados y el juego unilateral con la esfinge.
    a tus pies Ada 😉
    un saludo, nos leemos!
    Sergio Mesa / forvetor
    http://miesquinadelring.com/

    Escrito el 3 abril 2014 a las 16:10
  6. 6. Aurora Losa dice:

    De nuevo, Ada, un precioso texto con un estilo que mejora con cada palabra, que envuelve, sin caer en lo fácil. Tienes un dominio del vocabulario y de la escena envidiables, y con esto no me queda mucho más que decir.
    Enhorabuena.

    Escrito el 7 abril 2014 a las 07:59
  7. 7. Ada Lena G. P. dice:

    ¡Gracias Aurora por tus ánimos y tu tiempo!
    Saludos de Ada.

    Escrito el 7 abril 2014 a las 23:02
  8. 8. Rosa dice:

    ¡Hola! Me gusta cómo escribes y coincido con el resto en que hay calidad en el texto pero, si tuviera que encontrar una pega, diría que, para mi gusto, hay demasiados adjetivos. Es cierto que enriquecen el texto y se describe mejor la escena, pero a mí me distraen demasiado de la acción. Es una opinión personal, claro. El texto se ve trabajado y elaborado. Felicidades.

    Escrito el 9 abril 2014 a las 16:58

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