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Dicen... - por @Aida_Lafuga

Web: http://alasdekristal.wordpress.com/

Dicen que los días son únicos e irrepetibles. Sí, se pueden parecer. Puede ser el mismo lugar, la misma hora… pero nunca será el mismo día. Dafne no lo creía.

Cada día se sentaba en el mismo banco de la entrada del parque de su barrio. Era un banco de madera, algo destrozado por el paso del tiempo. Escuchaba los gritos y risas de los niños que imaginaban que estaban en un barco pirata. Ella sacaba su periódico, ese periódico que conservaba desde el 15 de abril del 2009. Le gustaba leerlo detenidamente. De vez en cuando le sobresaltaba un "¡Al abordaje!" de algún niño del parque y tenía que volver a concentrarse.

Ezequiel la observaba desde hacía tiempo, había empezado a trabajar como vigilante de seguridad del parque hacía tres meses. Le mataba la intriga de saber por qué razón Dafne siempre seguía el mismo ritual, por qué motivo el periódico siempre era el mismo. Cada día pensaba en preguntarle, acercarse a ella y, sin más, entablar una conversación. Ezequiel tenía 20 años, era su primer trabajo y, en realidad, siempre había soñado con ser detective.

No podía dejar de mirarla. Le intrigaba todo de ella. ¿Por qué siempre llevaba el mismo vestido de lunares lloviera o hiciera sol?, ¿por qué leía ese viejo periódico?, ¿por qué siempre el mismo banco? y lo que más le intrigaba… ¿por qué fingía una sonrisa cuando sus ojos reflejaban tristeza? Tenía que hacerlo, tenía que hablar con ella.

– ¿Te importa que me siente?
– No, claro que no. Hay sitio para los dos. -señaló el resto del banco.
– ¿Te puedo preguntar cómo te llamas? yo soy Ezequiel.
– Soy Dafne, encantada -dijo mientras le daba la mano-. ¿puedo saber qué te ha llevado a sentarte a mi lado cuando están todos los demás bancos vacíos?
-No pensaba ser tan directo, pero, ¿por qué una chica tan guapa está tan triste?
-¿Parezco triste?
-No, no lo pareces. Lo estás.

Dafne quiso levantarse e irse, aquel muchacho era un grosero. Pero, a veces, sin saber muy bien el porqué, no hacemos las cosas que queremos hacer. Dicen que puede ser porque en el fondo no queremos hacerlas, quién sabe. Dafne se quedó, le miró y sin saber por qué, empezó a hablar.

– Mi vida dejó de tener sentido la tarde del 15 de abril de 2009. ¿Sabes cuándo dicen que tu vida puede cambiar en sólo un segundo? Yo ahora lo sé. El día más feliz de mi vida está separado por sólo un segundo del día más triste de mi vida. ¿Por qué no voy a poder elegir vivir toda mi vida antes de ese segundo? -Dafne llevaba muchos años callada- Cuando llegué al parque ese día me esperaba en mi banco una cajita al lado de un gran ramo de flores y una nota. Me senté y leí la nota. Sabía que era para mí, no sé por qué, pero lo sabía. Ése era mi banco, el vigilante me lo cuidaba. La nota era simple, tres palabras bastaban… "¿Quieres casarte conmigo?". Abrí la caja y era un anillo. ¡Claro que quería! David era el amor de mi vida. Él estaba trabajando y vendría a buscarme, como cada día, a las 18h al parque. Al llegar las 18h no apareció. No sabía qué pasaba… Seguí esperando. A las 20h me llamaron desde el hospital, la voz de la enfermera sonaba entrecortada, me dijo que David había tenido un accidente por la mañana, que no habían podido hacer nada por él. ¡Yo no podía creer que me avisara horas más tarde! La enfermera me comentó que el estado de David no era el mejor, que había quedado irreconocible y que por eso no habían podido avisarme antes… IRRECONOCIBLE, ¿sabes qué significa eso? Yo no quise saberlo. No fui al hospital, tampoco al funeral. No quise saber nada más que no fuera antes de ese segundo.

– Pero Dafne… -se atrevió a hablar Ezequiel que había permanecido expectante- No puedes hacer que algo que ha pasado no haya pasado, no puedes vivir en una mentira.
– No sé vivir de otra manera, me he acostumbrado a vivir en mi "mentira" y no sé si podría soportar la verdad.
– Dafne, si tú me dejas, yo te enseñaré.

Dafne había pasado mucho tiempo negando la realidad, tanto que la había olvidado. Dicen que cuando te liberas de una carga, ya nunca más puedes volver a soportarla. Ella nunca más volvió a ese banco. Tiró el periódico. Se deshizo de su vestido… Empezó a vivir.

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1 comentario

  1. 1. Aurora Losa dice:

    Tuve que comentar tu texto, y me gustó mucho. Me reitero en lo bello de la historia y en la fuerza de la frase final, pero también en que el diálogo está un poco forzado, o más bien, el encuentro entre ambos personajes.
    Aún así me gustó entonces y me sigue gustando ahora.
    Enhorabuena.

    Escrito el 1 abril 2014 a las 12:06

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