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El viejo roble del parque - por La vieja dama

El viejo Roble del parque
El centenario roble se encontraba situado en la parte central de aquel extenso parque, que por fortuna estaba instalado delante de su propia casa, solo tenía que abrir la ventana y se mostraba exuberante ante ella y solo tenía que bajar las escaleras, para salir e instalarse en el gran banco de piedra, que había justo debajo de aquellas tupidas y envolventes ramas.
No sabía exactamente por qué, pero cuando examinaba su extraordinario tronco centenario y sus largas ramas repletas de nueva vida, sentía que el viejo roble le hablaba y le contaba secretos, secretos de otras vidas, de personas que a lo largo de los años, se habían sentado bajo el abrigo de su sombra. Historias desconocidas que algún día, formaron parte de la vida de alguien y que solo quedaron en la memoria del roble.
Más de cien años siendo testigo mudo de todo lo que acontecía a su alrededor. Había servido de refugio tanto a personas de mal vivir, como a jóvenes enamorados, a niños revoltosos, al transeúnte cansado y a muchos de ellos, los había visto envejecer a la par que él.
Cuando la gente creía que nadie les escuchaba hablaban sin tapujos, sin reparos, pero él, en silencio, lo escuchaba todo. Aunque ella pensaba que más bien, aquel viejo árbol poseía el poder de leer los pensamientos de quienes buscaban su cobijo.

Como cada mañana fue al encuentro de su rincón preferido, pero al llegar observó que estaba ocupado por alguien, que aparentemente dormitaba en él. Le llamó la atención al verle aferrado a un ajado periódico que apretaba contra su pecho, como el que guarda un gran tesoro. Esperó impaciente a que el desconocido abandonara su hasta ahora inviolable espacio y después como siempre, se instaló bajo sus ramas plagadas de hojas, esperando escuchar los murmullos de su viejo amigo y confidente, pero en esta ocasión, solo escuchó el susurro del viento.

A partir de entonces, durante los días siguientes, cuando bajaba, estaba aquel hombre sentado o dormitando en su banco preferido, abrazado a su viejo periódico. Se fijó en él, e intentó calcular su edad, pero no pudo precisarla debido a la barba de varios días y su descuidado aspecto. Pero se percató de que su físico resultaba agradable, y de que sus ropas aunque desaliñadas, debían de ser caras. Tenía grandes ojos azules, que en otros tiempos posiblemente desprendieron una brillante luz, pero ahora estaban apagados, como si les faltara vida, su mirada era lejana, ida, ajena a todo lo que acontecía a su alrededor.

Aquel día, como hacía desde que aquel hombre irrumpió en su espacio, paseaba por el parque, intentando acortar el tiempo de espera, para poder ocupar su sitio bajo el viejo roble, cuando se percató de que el misterioso desconocido se alejaba parque abajo y al llegar a tomar posesión de su banco, vio el preciado tesoro del “intruso”, la curiosidad le hizo tomar el revoltijo de hojas y comprobó que se trataba de una edición de algunos meses atrás de un periódico local. Le llamó la atención el pequeño titular, enmarcado por un reincidente círculo de rotulador rojo “ TRAGICO ACCIDENTE DE TRAFICO EN EL QUE FALLECEN UNA MUJER Y DOS NIÑOS”.

Miró parque abajo buscando la figura del desconocido, intentando entender todo aquello, y entonces volvió a escuchar el murmullo del árbol que le susurraba otra historia y le habló de Carmen y Adrian, una pareja feliz, padres afortunados, con brillantes carreras y también de la tragedia, del dolor, de la culpa, de la soledad y del deseo de morir también y terminar con todo, y sin pensarlo dos veces, corrió tras él con las maltrechas hojas de aquel periódico entre sus manos y sin saber cómo gritó un nombre

_¡Adrian¡

y el desconocido volvió la cabeza y la miró con cierta extrañeza.

Ella alargando el periódico, simplemente le saludo.

_Hola soy Angela, creo que esto es tuyo.

_Gracias, ¿Nos conocemos?

_Hasta hoy no, pero durante unos días has descansado bajo nuestro viejo roble y me gustaría seguir compartiéndolo contigo.

El esbozo una leve sonrisa y en sus ojos Angela, creyó haber visto un destello de luz.

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1 comentario

  1. 1. La Vieja Dama dice:

    Un gran saludo para todos los que leáis este mi relato. Es la primera vez que participo en este taller y también la primera vez que me atrevo a escribir algo. Acabo de entrar en esa llamada 3ª edad y es ahora cuando he descubierto que me gusta escribir y de que soy capaz de escribir alguna frase seguida y que además tenga sentido.
    Descubrí Literautas por casualidad y me alegro de estar aquí, porque sé que voy a aprender muchísimo de todos vosotros. Quiero agradecer a los comentaristas de mi texto, porque me han dado alicientes para continuar escribiendo y sobre todo porque me han aportado mucho con sus criticas. Gracias por el enlace, gracias por la aportación del guión y gracias por vuestros consejos. Siguiéndolos he rectificado el texto y sinceramente creo que ha ganado bastante. Es una pena no poder volverlo a enviar. Un abrazo para todos los que hacéis posible que estas páginas sean mágicas. Me alegro de estar aquí.

    Escrito el 31 marzo 2014 a las 10:31

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