Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

El ayer se ve hoy - por Matilde

El parque, de reciente construcción en una ciudad antigua, se asoma formando una concha, por Poniente, al Mar Mediterráneo sobre un acantilado rocoso. Una balaustrada blanca de hormigón prensado lo protege y le da continuidad en altura al acantilado.

Hacia atrás la concha se va estrechando por donde el ancho sendero central se adentra en la estrecha calle que conduce a la Plaza Mayor y a la iglesia. A éstas la rodean otras calles, también estrechas, con viviendas de poca altura.

Mirando al mar por su margen derecho, los edificios que como torres en forma de cubos apuntan al cielo, parecen protegidos por el foso natural del parque. Por su lado izquierdo, casi tapando una casa, sus ramas cayendo sobre la balaustrada y cobijando un banco situado debajo de su sombra como una sombrilla de penachos verdes, se encuentra un robusto y enorme laurel de Indias trasplantado de un acuartelamiento cercano.

Allí, sentada en el banco a la sombra del árbol, me encontraba este domingo. El día anterior había estado celebrando los actos, cargados de reivindicaciones, en conmemoración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora y estaba agotada.

Necesitaba descanso y relax. Leía mi libro, que trataba de una historia romántica, sin poder concentrarme.
El fuerte sonido de las olas chocando con las rocas apagaba los demás sonidos, como el del agua cayendo de una fuente cercana o los gritos y algarabía de niños y niñas que jugaban en el área de juegos infantiles.

Frente a mí, apoyada en la balaustrada, había una pareja contemplando el agua del mar que el sol mantenía incendiado mientras se iba alejando por el horizonte buscando su escondite de noche; dejando tras de sí lenguas de fuego alargándose y estirándose por entre las nubes.

La pareja se volvió y fueron acercándose hasta donde yo estaba.
Ella, de mediana estatura, de unos treinta y pocos años; iba vestida con un traje de muselina blanco modelo imperio: talle alto, mangas cortas abullonadas, amplio y profundo escote, que favorecía su esbelta figura y hacía resplandecer su tez morena. Su cabello castaño y sedoso lo llevaba recogido en un moño rodete con algunos rizos sueltos cayéndole sobre su despejada frente dejando ver sus ojos marrones.

Él mostraba un porte marcial. Vestido con lo que parecía un uniforme militar de color azul, con doble botonadura y recamado de adornos brillantes. Calzaba altas botas de color negro. De estatura baja, delgado, pero musculoso. El pelo negro, corto, enmarañado y grandes entradas. Su cara redonda y cuello achatado. Aparentaba ser más joven que ella.

Se sentaron en el banco. Él sacó de un estuche un anillo de oro adornado con un zafiro y un diamante. Se lo ofreció diciéndole con apasionamiento y enamoramiento: “te doy este anillo con tres besos, uno a tu corazón, otro a tu boca y otro a tus ojos. No pido amor ni fidelidad eterna, únicamente… la verdad, una franqueza ilimitada. El día que me digas –te amo menos- será el último día de mi amor o el último día de mi vida. Conquistaré el mundo y lo pondré a tus pies”.
Ella lo miró con una mirada llena de indiferencia y falta de amor. Su boca se abrió en una sonrisa mostrando sus dientes cariados en extremo, y lo aceptó.

Después de algunos arrumacos, se levantaron y se alejaron. Olvidado, sobre el banco, dejaron un periódico doblado. Quise llamarlos, pero habían desaparecido. Cogí el periódico, lo desdoble; era un ejemplar francés con fecha de nueve de marzo de mil setecientas noventa y seis. Una gran imagen se mostraba en la portada y al pie de ella… un gran titular: “Boda de Napoleón Bonaparte yJosefina Beauharnais”.

Debajo, continué leyendo:
En la sala de casamientos en la Rué d'Antin, 3, casi vacía y mal iluminada, ante los testigos Barras, Tallien, Jéróme Calmelet, y Lemarois, tiene lugar la boda de Napoleón Bonaparte y Josefina Beauharnais. Napoleón llega tarde y con prisas exclamando imperiosamente: "Vamos, señor alcalde, despáchenos. Cásenos".

La ceremonia es breve e intensa. El si de él, firme y rotundo; el de ella, tembloroso y dudoso. Después de la firma de esposos y testigos, Napoleón parte con su mujer en una calesa de las caballerizas reales.

En ese momento, con la luz del sol apagada y a la luz que la farola proyectaba, lo descubrí: ¡eran ellos! ¡Hoy es su aniversario!

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

2 comentarios

  1. 1. Matilde García Vega dice:

    Quiero agradecer a las personas que han comentado mi relato el interés puesto en hacerlo. De todas las opiniones se aprende y nos hacen reflexionar para ir mejorando.
    Quiero hacer algunas puntualizaciones para la mejor comprensión del relato:
    Acabo de visitar la isla de Menorca (Baleares en el Mar Mediterráneo)Me impresionó su belleza, sus pueblos (con la mezcla de lo antiguo y lo nuevo), algunas de sus playas en forma de concha con la vegetación bordeando el mar… Por eso, mi afán en describir y situar al lector.
    En el relato se narran hechos reales en lo que concierne a Napoleón y Josefina que yo fui intercalando en la fantasía.
    Uno de los comentarios que se me hace es que la información de la frase “El día anterior había estado celebrando los actos, cargados de reivindicaciones, en conmemoración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora y estaba agotada”, es irrelevante. Da la casualidad que en esa frase puse todo mi empeño porque yo quería que el lector supiera que el día que yo me encontraba en el parque era el nueve de marzo; por ello, aludí a la fecha del día anterior conocida por casi todo el mundo.
    Saludos y, encantada de pertenecer al grupo.

    Escrito el 28 marzo 2014 a las 20:09
  2. 2. NHICAP dice:

    Hola Matilde,
    Soy uno de tus comentaristas por segunda vez pues también comenté el texto donde el yerno se carga al suegro.
    Ya te decía que me gustaba la descripción del escenario y de las vestimentas de los personajes. Ahora me entero que te inspiraste en Menorca, pensé en la Costa Brava.
    Anímate a seguir en el taller que te leeremos
    Saludos

    Escrito el 29 marzo 2014 a las 08:40

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.