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Laberínticos Encuentros - por Kangreja

Yo, tumbado en el césped recién cortado, impregnándome de este aroma que pese a mis años, no deja de traerme la magia de otros tiempos. Este olor, junto al de la tierra mojada, me trasportan a un lugar de donde seguramente he venido. Estas esencias producen en mí una conexión directa con mis emociones. Me invade un sentimiento de nostalgia, de lo que falta, sin saber lo que es. De lo que es, sin saber qué o quién falta.
Los transeúntes pasean, corren, sienten el amanecer o simplemente atraviesan el espacio. Caminan hacia el lugar donde intercambiaban su fuerza de trabajo por algo de alegría futura. Los turistas posan en fotos que nunca imprimirán. Los perros son perros todo el tiempo, los niños, aprendiendo a no ser ellos todo el tiempo.

La vieja mujer de pelo blanco, se sienta en el banco al lado del gran lago. Me mira en la distancia y como cada mañana veo un dolor inmenso en su mirada. Hay tanto misterio en esos ojos, tantas historias en las líneas de su piel. Esperar su llegada se ha convertido en parte de mi cotidianeidad más anhelada.
Hoy es el día, hoy venceré mi timidez, me acercaré a ella, le preguntaré por el lago, por el tiempo, le hablaré del césped recién cortado.

—Buenos días —balbuceo torpemente. Ella me mira con una mirada triste.
—Buenos días — responde suavemente.
— ¿Le importa que me siente? — digo.
—No — musita ella.

Me siento, este es mi único acto de heroísmo en esta mañana primaveral. La calma me inunda, ella no dice nada, yo no necesito nada, miramos el lago, los transeúntes, los atletas borrando las suelas de sus zapatos, los jardineros. Miramos la vida parar, pasar sin romper el silencio que nos comunica.
Ha pasado un día. Ella llega tras de mi saludando, así durante toda la semana, y sólo con sus buenos días y su presencia experimento plenitud. No sé de donde viene esta paz, pero la siento.
Pasan los días, la mujer no aparece, en su lugar encuentro en el mojado banco una antigua cinta. Escucho una melodía que me conecta con esa nostalgia que me trae la tierra mojada y el césped recién cortado. No sé qué música es, pero sé que alguna vez la he escuchado. El sonido se instala en mi cabeza, lo tarareo a todas horas. Mientras corro, en la ducha, en el museo aprovechando los espacios en los cuáles, la siesta, deja a los turistas en sus hoteles.

Ha pasado otra semana, ella sigue sin aparecer. Me siento en el banco una mañana más, ¿qué es esto? Abro el sobre, un ajado volumen de Christian Andersen con las hojas del tiempo arrugando a sus protagonistas. En la dedicatoria una letra que me resulta familiar: “A mis dos héroes: Josep y Joel”
Leo una y otra vez estas palabras. No entiendo porque me suenan tanto estos nombres. Me surgen un sinfín de dudas. Sé que me conectan directamente con este vacío permanente que he tenido desde que salí de mi última casa de acogida.

Jueves primaveral. Corro tarareando la vieja melodía por la zona más aislada del laberinto. Paro. Me dirijo al banco de siempre, ¿Qué ven mis ojos? Vislumbro a lo lejos una figura masculina, cuanto más me acerco, más rara se me hace esta sensación. Es como encontrarme conmigo de frente, ¿cómo es esto posible? ¿De dónde ha salido? Me acerco, no decimos palabra, solo nos miramos, vemos el espejo que nos devuelven nuestros rostros de sorpresa, el un poco más gordo, con algo más de pelo que yo, nos analizamos durante un largo tiempo. Sobrepasado el shock, me da el amarillento periódico que trae bajo el brazo. Lo abro. Leo el titular: “Trágica separación” Los gemelos Josep y Joel, de cuatro años de edad e hijos de Aina Maragal, son separados brutalmente, tras el rapto de Josep en la inauguración del Parque del laberinto. El periódico da alguna que otra pista, pero yo no puedo parar de leer; gemelos, Aina, cuatro años, laberinto. Miro atentamente la foto de los tres, todo cobra sentido, de repente el aroma del césped recién cortado, la tierra mojada, la melodía, la nostalgia, el lago, los cuentos.

Josep me mira y dice:
—Vamos a casa Joel, mamá te espera —

Nos abrazamos, como se abrazan las respuestas que nos conectan con nuestro yo más anhelado. Nos abrazamos, y el césped recién cortado me abraza a mí. He encontrado el aroma de mi tierra mojada, he descifrado mi laberinto.

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20 comentarios

  1. 1. David Rubio dice:

    Los parques son mágicos. Son pequeños oasis en el interior de la estresante ciudad. Es casi natural que sea en ellos donde puedan pasar cosas como la que narras.
    Como aportación te remarco esta parte:
    “Ha pasado un día. Ella llega tras de mi saludando, así durante toda la semana, y sólo con sus buenos días y su presencia experimento plenitud. No sé de donde viene esta paz, pero la siento.
    Pasan los días, la mujer no aparece, en su lugar encuentro en el mojado banco una antigua cinta.”
    Inicias las dos de manera casi idéntica y provoca cierta pesadez en la lectura, algo así como pasa un día, pasa otro…
    Te sugeriría que cambiaras la formula inicial, por e.
    “Durante toda la semana siguiente ella regresaba, con sus buenos días y con esa paz que no podía explicar con palabras.
    donde viene esta paz, pero la siento.

    Sin embargo llegó un día en el que no apareció.”

    ¡Buen relato!

    Escrito el 28 marzo 2014 a las 19:39
  2. 2. David Rubio dice:

    Glupps reescribí sobre tu texto y se quedó ese “donde viene esta paz, pero la siento” colgado.
    Saludos

    Escrito el 28 marzo 2014 a las 19:42
  3. 3. Kangreja dice:

    Gracias David por molestarte en leer. Tendré en cuenta tus aportaciones. Nos leemos. Saludos

    Escrito el 28 marzo 2014 a las 19:44
  4. 4. José Torma dice:

    Muy buen relato. Creo entender que la mujer anciana es Aina.. ¿estoy en lo correcto?. De entrada tuvimos una idea similar que yo desheche y veo aqui que tu la lograste de una muy buena manera. Como te comenta David hay un par de cosas que distraen, pero yo le encuentro poca falla, tal vez la facilidad del reencuentro, sin palabras pudiera inquietarme un poco, pero la verdad muy bueno, me engancho.

    Saludos y felicidades.

    Escrito el 28 marzo 2014 a las 19:51
  5. Me gustó.
    Por un momento pensé que en el laberinto habría un encuentro a muerte con su doppelganger. Por suerte me equivoqué.
    Felicitaciones.

    Escrito el 28 marzo 2014 a las 22:30
  6. 6. Kangreja dice:

    José: Me alegro que te enganchará, tienes razón aveces la ideas vienen y no sabes hasta dónde te pueden conducir ellas a ti o tú a ellas. Gracias por leerme. Saludos.

    Pato Menudencio: jajajaja!;) Gracias por imaginarte desenlaces alternativas, eso ya me hace feliz, jajaja. Saludos.

    Escrito el 28 marzo 2014 a las 23:51
  7. 7. Servio Flores dice:

    Que bonito relato. Transmite esas sensaciones, esa quietud de parque, esos olores a tierra mojada, a cesped recien cortado… todas esas inquietudes del prota.
    Es una lectura que lo lleva a uno suavemente de la mano hasta un reencuentro donde las palabras sobran.
    Felicidades Kangreja.

    Escrito el 29 marzo 2014 a las 12:15
  8. Hola Kangreja, que honor que hayas utilizado mi nombre ;), pues no es muy común en España (aunque sí en Baleares).
    Me gusta tu sentir y hacer sentir al lector, tus descripciones. El segundo párrafo me ha encantado, esos corredores atravesando el espacio dice mucho. Estoy de acuerdo con José, el relato es muy “mágico” y en la parte del encuentro falta un poco de algo que haga latir un poco más el corazón.
    Me ha gustado mucho. Enhorabuena 🙂

    Escrito el 29 marzo 2014 a las 13:14
  9. 9. Kangreja dice:

    Servio: Gracias por tus palabras, desde luego que el merito es del que se deja sentir leyendo también, ;). Nos leemos, saludos.

    Aina: jajaj, lo del nombre es por una buena amiga de Barna. Gracias por tomarte el tiempo para comentar, tendré en cuenta el tema del encuentro. Saludos, escribir, leer, escribir, leer. Esa es la cuestión,;)

    Escrito el 29 marzo 2014 a las 16:23
  10. 10. Maureen dice:

    Hola. Buen relato, me ha gustado.

    Un detalle: si al que secuestran es a Josep, ¿no debería ser Josep el narrador y Joel el hijo que se ha quedado siempre con su madre? ¿O me he liado yo?

    Escrito el 30 marzo 2014 a las 12:20
  11. 11. Kangreja dice:

    Maureen: gracias,gracias, gracias. Parece que ninguna edición es suficiente. Nos leemos, saludos.

    Escrito el 30 marzo 2014 a las 16:16
  12. 12. Cibeles dice:

    Muy bello, yo también me esperaba un encuentro con el doble jajaja

    Escrito el 1 abril 2014 a las 00:27
  13. 13. Emmeline Punkhurst dice:

    Hola Kangreja. Te devuelvo la visita y con mucho gusto, teniendo en cuenta tu precioso relato.
    Es una historia que, tras una apariencia de normalidad, esconde un mágico encuentro. Ese laberinto al que te refieres es una bonita metáfora de esa vida donde los caminos se bifurcan y en ocasiones nos acabamos encontrando con personas cruciales para nosotros.
    Los protagonistas son cercanos, las descripciones ambientales están muy logradas y la narración perfectamente estructurada.
    Ya tienes en mi a una fiel lectora.
    Un saludo 🙂

    Escrito el 1 abril 2014 a las 19:28
  14. 14. Kangreja dice:

    Cibeles: Gracias por tú tiempo. Saludos.

    Emmeline: Gracias por tú interpretación, se acerca bastante a cómo nació la historia, nos seguimos leyendo, abrazos.;)

    Escrito el 2 abril 2014 a las 00:03
  15. 15. Franco Daniel dice:

    Kangreja te felicito por el relato. Particularmente me he quedado con los detalles, más allá del contenido creo que la fluidez con que cuentas me gusta. Las metáforas, como: los atletas borrando las suelas de sus zapatos, me pareció muy excelente. Espero seguir leyéndote.
    Te dejó link a mi texto, espero un comentario porque no me han leído mucho en mi primera participación. Es el texto 75… https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-16/1473

    Escrito el 2 abril 2014 a las 19:43
  16. 16. forvetor dice:

    que bonito relato Kangreja! reconozco que la parte final ha estado cerca de ahogarme en azucar, pero uno es como es, prefiero el agridulce al caramelo 😉 por ejemplo el segundo párrafo, con ese tono más ácido, es una maravilla en sí mismo. y la imagen del laberinto como paralelismo con la vida está muy bien traída.
    excelente trabajo, un abrazo
    Sergio Mesa / forvetor
    http://miesquinadelring.com/

    Escrito el 4 abril 2014 a las 18:58
  17. Hola Kangreja!!
    Por fin tengo un ratito para leer algunos relatos tranquilamente. El tuyo me ha aportado serenidad, quizá por la evocación del olor a tierra mojada o a césped recién cortado.
    Me encanta la frase: “Nos abrazamos, como se abrazan las respuestas que nos conectan con nuestro yo más anhelado. ”
    Un buen relato! (te espero para el próximo!)
    Un besito!

    Escrito el 5 abril 2014 a las 16:32
  18. 18. Kangreja dice:

    Franco Daniel: Gracias por leerme, me alegro que te haya gustado, bienvenido a este gran grupo, espero lo disfrutes tanto como yo. Saludos.

    Forvetor: jajaja, si tenemos estilos muy diferentes, creo que en la palabra escrita solo tenemos en común nuestro apellido!jaja, pero eso es lo que hace enriquecedor este aprendizaje, lo diferentes que somos todos a la hora de expresar una emoción. Lo siento si te dio una subida de azúcar, espero la hayas superado! abrazos, nos leemos pronto.

    Virginia Figueroa: Gracias por pasarte por aqui, la tranquilidad esta bien cuando no es demasiada ;). Gracias por tus palabras, nos leemos en esos castillos! 🙂

    Escrito el 5 abril 2014 a las 16:59
  19. 19. Aurora Losa dice:

    Simplemente: DELICIOSO.
    No encuentro palabras para describir el texto completo, pero en especial los primeros párrafos: “los perros son perros todo el tiempo. Los niños aprendiendo a no ser ellos todo el tiempo.” Y lo que lo antecede. Sólo me queda la intriga de la anciana ¿sería la madre? No puede serel principio del final me resulta confuso, pero me reencuentro enseguida como los dos hermanos separados desde hacía tanto tiempo.
    Un gran trabajo como siempre, Kangreja.

    Escrito el 7 abril 2014 a las 10:20
  20. 20. Kangreja dice:

    Aurora: Gracias por tus palabras tan alentadoras. Si, es la madre. 😉 Nos leemos pronto. Saludos.

    Escrito el 7 abril 2014 a las 21:27

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