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Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes de despertar - por Galindaina

Web: http://www.twitter.com/galindaina

El autor/a de este texto es menor de edad

“Calla y no hables”, me dijo Miguel mientras andábamos por un caminito de tierra iluminado por la luna camino a casa. Antes de que pudiera darme cuenta de que lo que acababa de decir no tenía sentido, se había tumbado en el césped con un movimiento brusco. Me extrañé por un instante y le imité.
“¿Qué haces?”
“No es real”, le habló al aire, con una voz cargada.
“¿Qué no es real?”
“¿Qué pasaría si te dijera que nada es real? Yo no soy real, este parque no es real, nuestra casa no es real, tus compañeros de trabajo no son reales, la muerte de tu madre no es real, nuestra hija no es real. Todo son imágenes, imágenes puestas ahí para que tú creas que esto es una realidad; pero el mundo real está fuera de este. Esto es solo un cuento, una película en la que estás metida donde solo tú eres real. Todo esto es ficción.”
Pensé, pero no supe responder. Le dije que lo pensaría, y hablamos de cómo había ido el día. Al cabo de un rato, Miguel se levantó, apartó de su camino una caca de perro seca envuelta en un periódico y nos fuimos a hacer la cena.
Nuestra hija María era inocencia pura, como todos los niños. Tenía tres años recién cumplidos, y ya se tiraba por el tobogán con una destreza destacable. Aquella mañana la tenía libre y, al ser sábado, fuimos al parque de delante de casa para jugar un poco. Y mientras estaba sentada en un banco a pleno sol, me puse a pensar en lo que la noche anterior me había dicho Miguel.
Debo admitir que, a partir del momento en que me dijo que me callara, dejé de reconocerlo. Llevábamos juntos desde los dieciséis, y yo me pensaba que era la persona a la que conocía más de este mundo, incluso mejor que a mí misma. Pero no conocía esa faceta suya. Nunca lo había escuchado diciendo cosas tan filosóficas, creía que ni siquiera las pensaba.
Si algo era real o no… Yo pensaba que no cambiaría nada. Nos quedaríamos en un estado algo confuso si nos los dijeran, pero si no pudiéramos salir del mundo irreal, a fuerza de interactuar con él volvería a ser real. Me sorprendí al haber pensado algo tan profundo y rebuscado.
Mientras María me gritaba para que fuera a ver su castillo, se me ocurrió que tampoco era tan raro que Miguel hubiera dicho lo que dijo. Cuando mirábamos películas yo era la típica que gastaba como mínimo dos paquetes de pañuelos con la muerte de un personaje secundario. En cambio, Miguel nunca lloraba y siempre me repetía que no era real, que eran actores y que todo era fingido. Pero yo continuaba llorando, aunque fueran actores; supongo que no me importaba. Supongo que él diferenciaba bien la realidad de la ficción. A mí siempre me costaba dejar de sentir por la ficción lo que sentía por la realidad.
Pero lo que planteó Miguel era muy interesante. ¿Qué pasaba cuando te decían que había muerto tu madre? Si luego te decían que era mentira, ¿lo que sentías era real o no? ¿Qué pensaría Miguel o yo en esa situación? En ese punto dejé de pensar porque la cabeza me iba a estallar de tanta actividad neuronal.
Y aquí llega el “entonces” del relato, el punto en el que en una historia pasa algo que no debería haber pasado, la razón por la que una historia es contada, la razón por la que esa no fue una tarde más de verano; pasó una de esas cosas que sabes que pasan pero que no te las esperas cuando lo hacen.
Yo estaba inmersa en mis pensamientos, paseando por la hierba creyendo que vigilaba a María, pero no lo estaba haciendo. Cuando quise darme cuenta el golpe ya había sonado, el coche ya había frenado, el semáforo ya se había puesto verde y mi hija ya yacía en un sueño eterno, así que busqué la acera y esperé a que llegaran las sirenas.
Tres minutos después llegó mi marido con la misma postura recargada de anoche.
Casi ahogada por los sollozos, le dije: “Miguel, ya no siento nada. Ya no siento lo que sentía por la realidad. Veo a la muerte, y no sufro por ella. Ahora siento por la realidad lo que sientes tú por la ficción.”
“¿Pero qué es la realidad y qué es la ficción?”
Y bajó el telón.

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8 comentarios

  1. 1. Cibeles dice:

    Excelente, después de leerlo no sé qué es real y qué no, el título es un gran hallazgo.

    Escrito el 30 marzo 2014 a las 05:03
  2. 2. fernando sanz dice:

    Me he acercado a leer el cuento porque el título me ha seducido completamente. Luego, una vez metido en el texto, he de reconocer que está muy bien. Que has introducido las disquisiciones en el texto de manera muy natural. Hasta que llega como dices, ese momento que no debería haber pasado. La consecución de momentos que ya habían ocurrido es magistral: el golpe ya había sonado… el coche ya… el semáforo ya… Buenísimo.
    Sólo un pero: ningunos padres del mundo con una niña de tres años disponen de un momento para tumbarse en el césped y menos de pensar o no en realidades ficticias o ficciones reales (es broma). Ya nos gustaría jajaja
    Enhorabuena

    Escrito el 31 marzo 2014 a las 07:11
  3. 3. lunaclara dice:

    Muy interesante tu relato. Da para muchas conversaciones filosóficas.
    Tu forma de escribir es muy buena.
    Algo me choca: puede sollozar una madre ante el cuerpo inerte de su hija, y decir a la misma vez q ya no sufre o no siente como antes???
    Me ha conmovido mucho.
    Muchas felicidades!

    Escrito el 31 marzo 2014 a las 22:10
  4. 4. Shylbia dice:

    Yo también entré por el título. Y coincido con el resto de comentarios. Sólo quería añadir algo más de “filosofía”: existe la posibilidad de que todo lo que vemos en el universo sólo sea un holograma.
    Es algo confuso, pero ya hay estudios científicos que evidencian que esto pueda ser cierto.
    Si además de considerar un universo holográfico consideramos que todo es cíclico, ¿qué lugar ocupa la muerte? ¡Tal vez ni exista!

    Escrito el 1 abril 2014 a las 01:13
  5. 5. Emyl Bohin dice:

    Hola Galindaina, da gusto encontrar personas como tú, menor de edad y pero grande en conocimientos e imaginación. El título es el de una de las más conocidas obras de Dalí y de hecho tu seudónimo es una especie de anagrama de Gala y Dalí con, tal vez, algo más que no he sabido descifrar. Pero he tenido que leer a los estudiosos del cuadro para saber algo de su significado y así conocer el de tu cuento. Que no sé si será pero me ha parecido la caverna de Platón pasada por Freud. El uso dado al períodico no sé si va en esa línea. Al margen de mis nosés lo cierto es que me ha gustado su lectura.
    Enhorabuena.

    Escrito el 1 abril 2014 a las 03:01
  6. 6. Aurora Losa dice:

    ME encanta ir llegando al final de la lista y encontrarme con gente nueva con tanto talento, máxime cuando son menores de edad.
    Un tema muy maduro y muy bien planteado, la verdad, sorprendente, independientemente de la edad del autor.
    Me ha gustado muchísimo y, aunque sé que lo harás de todos modos, te animo a que nunca dejes de escribir, nunca. Sea realidad o ficción.
    Enhorabuena

    Escrito el 3 abril 2014 a las 13:40
  7. 7. Galindaina dice:

    Con el relato, lo que quería causar era confusión sobre qué es realidad y qué es ficción, hasta qué punto están relacionadas o separadas. El título hace referencia a esto. El cuadro de Dalí es un retrato de un sueño justo antes de despertar, intentando recrear el punto en el que algo no es un sueño pero tampoco la vida real.
    Respecto a lo que decía Lunaclara, no es que la madre solloce y después diga que no siente nada por la muerte de su hija, sino que solloza porque no siente nada por ello. Es la pregunta que planteo en el relato, que si no nos emocionamos por lo que vemos en las películas argumentando que son ficticias, si la realidad tampoco lo fuera, no tendríamos por qué conmocionarnos por nada, hasta llegar al punto al que ha llegado la madre. Y la madre llora porque ha llegado a este punto, adoptando el punto de vista que tiene el marido, el de no emocionarse por la ficción. Y lo interesante, es que no se plantea qué es realidad y qué es ficción, por lo que aplica la teoría a todo lo que ella cree que es ficción.
    Me da rabia tener que aclarar cosas porque quiere decir que no han quedado claras en el texto y que debo mejorar, aunque supongo que es normal al hacer un relato planteando una serie de preguntas. Y la verdad es que ni yo entiendo lo que quiere decir el relato, simplemente jugaba con la realidad y la ficción, creando preguntas y divagaciones.
    De verdad, muchísimas gracias por lo que comentáis, lo bonito de este taller es que recibes comentarios que te animan a mejorar lo que flojea y que te animan a seguir haciéndolo. ¡Gracias!

    Escrito el 3 abril 2014 a las 19:59
  8. 8. Ana Vera dice:

    Uff!! Muy fuerte!!

    Escrito el 14 mayo 2014 a las 16:28

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