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Yo también juego - por Verónica Cervilla

Web: http://www.habichuelasmagicas.blog.com

El sol es fuerte en esta época del año así que, haciendo caso de los constantes consejos de mi madre, me puse el protector más alto que encontré, mi bikini azul y mi gorro. Todos se entusiasman cuando vamos a la playa, unos más que otros. A mi madre le encanta sentarse en su silla al sol y pintarse las uñas, mientras que mi padre se dedica a hacer como que sabe nadar para que la vigilante le preste atención. Mis hermanos intercalan un baño rápido en el mar con un rato bajo el sol y así se pasan el día, tostándose. A mí el mar me inspira, me despierta, me hace pensar, me relaja, me trae ideas nuevas entre sus vaivenes de olas.

Sin importar lo que piensen los demás, me siento junto a la orilla donde la arena es más fina y el agua llega lo justo para refrescarme. Mi madre me mira de reojo, supongo que para comprobar si estoy en zona segura. Nunca cambiará esa costumbre de supervisarlo todo. Entonces pienso en lo aburridos que son los días sin fantasía, sin creatividad, con tantos “debes” y “tienes que”, y se me ocurre que la playa está ahí, como esperando que haga algo de ella en este domingo de primavera. No lo demoro más y saco mis herramientas. No las había usado hace mucho, quizás el año pasado. La arena es un lienzo en blanco. ¿Por qué dejan los adultos de jugar? Entonces, comienzo a definir mi obra: el cuerpo central donde pondré la puerta en forma de arco y varias ventanas para que el sol despierte a sus inquilinos por la mañana, un par de torres a los lados desde las que se avistarán a los enemigos, una gran torre en la parte de atrás para la biblioteca, la llenaremos de pasadizos secretos que no llevan a ninguna parte y una biblioteca de libros antiguos, y por fin la muralla alrededor. He decidió que esta vez será un castillo de estilo árabe, como en las historias donde hay genios que conceden tres deseos. Ahora que lo pienso, quizás esconda una de esas lámparas mágicas al final de un pasadizo para que la encuentre la hija mayor. En el castillo vive una reina extraña. No tiene súbditos, sólo varios hijos, y su marido no sale del castillo a pelear con otros reinos. Ella se dedica a sus experimentos científicos mientras él no para de cambiar la decoración del castillo. Así se entretienen todo el día. Ella se encierra en el laboratorio de una de las torres para mezclar sustancias e investigar cómo reaccionan y él se dedica a ordenarlo todo y cambiar de sitio los muebles, tanto que un día sin querer derramó uno de los tarros de la reina y la explosión derrumbó la torre norte por completo. Como no tenían súbditos, los hijos tuvieron que reconstruirlo todo. Las olas llegan hasta mí de vez en cuando y me mojan los pies, pero dejan mi castillo intacto. El sol es cada vez más débil y parece iniciar su marcha. Temo que pronto tendré que despedirme de la reina, el rey y sus hijos y cerrar las puertas de mi castillo. La brisa se vuelve cada vez más fresca y el aire me trae gritos, los cuales ignoro, inmersa en mi mundo. Ya se acercan cada vez más.

“¡¡¡María!!!! ¡¡¡María!!! ¡¡¡Vamos!!! ¡¡¡Hija!!!”, hago un gesto para mirar a mi madre con fastidio y continúo reconstruyendo la torre norte, “Ay hija vámonos, que ya se ha ido el sol”, parece como si sus palabras me entrarán por un oído y me salieran por el otro. No quiero volver a los “debes” y “tienes que”, me quiero quedar aquí con la reina, el rey, el castillo, sus experimentos y el mar. Y aún así, la realidad siempre te da en la cara.

“Hija, te estoy llamando. Ya vale, se acabó el juego. Nos vamos. ¡Que tienes ya treinta años!”

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2 comentarios

  1. 1. Vicente Carreño dice:

    Un relato muy bien elaborado, me ha gustado mucho como reconstruyes las meditaciones de la chica que se sienta en la orilla para jugar con la arena. Te felicito.

    Escrito el 1 mayo 2014 a las 20:05
  2. 2. Maureen dice:

    Efectivamente, parece que cuando llegas a cierta edad ya no puedes hacer lo que hacías de pequeño, y que todo tiene que ser serio. Me alegro de ver que esa sensación no es sólo mía.

    Muchas gracias, me has alegrado el día 🙂

    Escrito el 10 mayo 2014 a las 11:51

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