Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

Mi cuento de hadas - por Roser

Año 2250

Siempre recordaré ese día, ya que fue uno de los mejores de mi vida. Fue hace 15 años, cuando yo aún era una adolescente a la que le gustaba soñar. Mi sueño era que vivía en un gran castillo. Hacía mucho que habían desaparecido, y sólo podíamos ver imágenes por internet. Mi abuela siempre me contaba que echaba de menos las casas de antaño, sin tantas comodidades pero que parecían un hogar de verdad. Ahora vivíamos con muchos avances tecnológicos, pero en apartamentos blancos como los hospitales. Eran todos iguales de monótonos. Cuando veía por internet esas fotos de grandes castillos de hace mil años atrás, con sus jardines y sus fortalezas de piedra, me quedaba fascinada y me imaginaba cómo debía ser vivir allí.

Un día, mi tío vino a verme y me dijo que tenía una sorpresa para mí. Le pregunté de qué se trataba pero no me quiso dar ninguna pista. Me llevó a la universidad dónde trabajaba como físico.

—Esto es un secreto, nadie tiene que saberlo, porque me podrían echar del trabajo si alguien se enterara — me dijo mi tío con seriedad.

Le juré que no se lo diría a nadie, y subimos unas escaleras que llevaban a su despacho. Desde allí, abrimos una puerta con una llave que estaba escondida, y recorrimos un largo pasillo hasta llegar a una puerta que él abrió con otra llave.

Cuándo entré y vi ese aparato tan grande lleno de cables me quedé parada.

—¿Esta es mi sorpresa? — pregunté con tono de enfado —¡Si ni siquiera sé lo que es!

—Te gustará más cuándo lo descubras — dijo mi tío con una sonrisa en la cara.

Me explicó que era una máquina del tiempo que se había construido hacía muy poco. Era un secreto del gobierno que aún no se había hecho público, y él había ayudado a construirla con sus conocimientos. Me quedé helada. No me imaginaba lo que iba a ocurrir en pocos minutos.

—Pero no entiendo entonces que hacemos aquí—le dije inquieta.

—¿No estás hablando siempre de que te gustaría ver un castillo? Pues ya va siendo hora.

Cuando me dijo eso, se me iluminó la cara. ¡Por fín vería un castillo de verdad! Entramos en la máquina, y él tecleó unos números. Lo siguiente que noté fue una sacudida y una sensación de estar en una montaña rusa, y cerré los ojos. Al cabo de un momento mi tío me dijo que ya los podía abrir.

Lo que ví me dejó con la boca abierta. Mi tío había abierto la puerta de la máquina y nos encontrábamos en medio del campo, rodeados por árboles que nunca había visto en mi vida. A lo lejos se veía un castillo como los que siempre veía en fotos. A medida que nos íbamos acercando, se hacía más y más grande. Me sentía extasiada. ¡Mi sueño se había hecho realidad!

Ví las grandes murallas que rodeaban el castillo y los soldados que lo custodiaban.

—Oye tío, pero acabo de pensar en una cosa — le dije— ¿Cómo vamos a entrar en el castillo sin que nos vean los soldados?

—Tranquila, esta máquina del tiempo es especial— me contestó él — No nos pueden ver, somos invisibles para ellos, y así no podemos cambiar nada del pasado.

Más tranquila y con la seguridad de que no podían vernos, entramos en el castillo. Era una sensación muy rara, parecíamos fantasmas.

Por primera vez pude tocar un castillo, fue una experiencia inolvidable. Allí estaban muchas cosas de las que había visto en fotos. Las almenas del castillo, las hogueras en el salón principal y subimos unas escaleras que daban a las habitaciones. No podía ni hablar de la emoción.

Cuando ya habíamos subido las escaleras, todo desapareció ante mis ojos y oímos una voz que no sabíamos de dónde provenía.

—Se acabó el juego—escuchamos.

Y de repente nos vimos en el laboratorio de mi tío, con la puerta abierta y un guardia de seguridad que nos miraba con tono severo. Nos quedamos de piedra.

—Por el respeto que le tengo, profesor, no diré nada a nadie, pero la próxima vez no será así, —le dijo a mi tío—Así que no intenten probar la máquina otra vez, ¿de acuerdo?

—De acuerdo, muchas gracias por no decir nada—contestó mi tío.

Nos fuimos un poco asustados, pero yo tenía la sensación de haber estado en un cuento de hadas, y nunca se me olvidaría esa experiencia con la máquina del tiempo.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

3 comentarios

  1. 1. lunaclara dice:

    Hola Roser:
    Tu relato está muy bien escrito, y he disfrutado mucho paseando como una fantasma por el castillo. Tu descripción se parece un poco a la mía 😉
    Esperaba que ocurriera algo excepcional, como que sí los vieran, o que se quedaran allí atrapados, o… etc, etc… El relato da muchas posibilidades para ser engordado.

    Ánimo y felicidades!!

    Escrito el 30 abril 2014 a las 12:16
  2. 2. Roser dice:

    Lunaclara, muchas gracias por tu opinión!!! Si que es cierto que podian ocurrir muchas cosas…pero me vi limitada por la frase “Se acabó el juego”; y se me ocurrió eso jejeje Saludos!!

    Escrito el 30 abril 2014 a las 17:28
  3. 3. Maureen dice:

    Me ha parecido una idea muy original: viajar al pasado para ver un castillo, porque ya no existen. Sin embargo, me parece demasiado conveniente que la máquina del tiempo les haga, además, invisibles para las personas del pasado; creo que habría sido más interesante si hubieran tenido que esconderse de esas personas, o si hubieran tenido algún conflicto con ellos.

    A pesar de ese detalle, el relato me ha gustado mucho, ya digo que me ha parecido original, y se lee con fluidez. Enhorabuena

    Escrito el 6 mayo 2014 a las 22:28

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.