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Última lluvia - por Vivir soñando

Amaneció con un cielo oscuro el cual predecía que iba a caer una gran tormenta de lluvia. El castillo colocado en la colina de aquel bonito pueblo parecía que iba a ser derrotado por aquellas nubes negras que empezaban a cubrir sin vergüenza todo el cielo. Ellos estaban sentados en un banco de piedra que había al lado de la puerta principal de madera que contrastaba con los muros de piedra que rodeaban el castillo. La noche no había sido significativa ya que la habían pasado tumbados en el verde y recién cortado césped. Esperaban que fuera una buena noche y despertarse con un gran amanecer. Era una escena habitual cada viernes del mes, destacando que Julio era el mejor mes para acomodarse de aquella manera. Julio. Tras unas cuantas gotas de agua decidieron abandonar el lugar y adentrarse en el castillo templario en el que vivían. Éste contaba con una cocina, un enorme salón donde recibían las pocas visitas que tenían al año, y unas cuantas habitaciones y cuartos de baño. Por su puesto, todo ello reformado después de su compra debido a su mal estado. Aún recuerdan aquel mes de Julio de 1995 cuando visitaron y quedaron perplejos en su primera visita. Una chica guapa, alta y con ojos verdes había sido la responsable de vender o alquilar ese castillo del que sus antiguos dueños y herederos ya no se podían hacer cargo.

-Se acabó el juego- dijo la chica tras corroborar que esta nueva pareja era la que quería hacerse con él.

En ese momento hubo distintas expresiones faciales: desde la tristeza que invadía a los que ya no se podían hacer cargo debido a su avanzada edad, hasta la alegría que incumbía a la nueva pareja que iba a cuidarlo.

-Menudo salón más enorme- dijo el nuevo comprador.

-Seguro que aquí pueden reunir a muchos amigos a disfrutar de la cálida leña en invierno y del gran jardín en verano- añadió el ya antiguo propietario.

A ello correspondió con una sonrisa llena de esperanza los nuevos dueños, los cuales deseaban comenzar una vida más tranquila que la que habían llevado hasta ahora.

Aquellas gotas empezaron a unirse a otras formando un sonido tan fuerte como cuando la leña seca se quema en la chimenea. Los anteriormente sentados en el banco de fuera, ahora observaban mirando por la ventana la lluvia descender de las alturas.

-Deberías irte a la cama y descansar.

Ella asintió y comenzó el camino hacia la habitación principal que se encontraba en la planta baja. Ya llevaba varios días con un dolor fuerte de cabeza además del poco apetito que mostraba. A pesar de que los ojos no se le cerraban ni el sueño le invadía, un poco de descanso tumbada en la gran cama de reyes no estaba mal. La tradicional noche en el césped con él, quizá debía retirarse de sus mentes debido a la avanzada edad.

El día iba avanzando y ya era casi mediodía cuando la lluvia empezaba a calmarse.

-¿Cómo te encuentras?

-Tumbada me encuentro mejor aunque la noche que he pasado no ha sido de las mejores. ¡Qué bien nos lo pasábamos antes durmiendo a la intemperie!

-Sí, pero de ese divertimento ya hace un tiempo- dijo él con carcajadas- Estamos mayores y ahora simplemente nos tumbamos encima de una manta y nos tapamos con otra, ya no hacemos piruetas.

Ella sonrió recordando junto con él aquellos momentos divertidos los cuales volvería a vivir seguro. Tras ello, cerró los ojos y cayó profundamente dormida.

Él ya sabía lo que significaba. No habría más noches tumbados en el césped viendo el amanecer. Ahora ella lo viviría en el paraíso y él se tumbaría a lado de las últimas flores que su mujer había plantado.

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