Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

El Castillo Insondable - por @lGaspaRodriguez

Web: http://poetaafonico.blogspot.com

Corría hacía algún lugar. No sabía hacia donde. Sólo corría… Paré en seco. Desperté con el cabello enmarañado.

Oliver me había invitado a salir. Ya tardaba en pedírmelo. Desde que le conocí sentía algo bastante fuerte hacia él. No era exactamente amor… parecía que estábamos destinados a encontrarnos.

Ese fin de semana hacía muy buen sol, con lo que fuimos a una propiedad de su abuelo. Un largo viaje que mereció la pena. Vaya vistas, vaya… “casa”. Su abuelo vivía en un castillo perteneciente a unos antepasados.
De principio no lo creí. Me resultaba muy raro que teniendo su abuelo ese capital ellos vivieran del sueldo de su padre, bibliotecario, y de su madre, dependienta, en un humilde pisito. Debía ser realmente roñoso.
Fuimos a la biblioteca que tenía en el castillo. Era inmenso, precioso. Tantos libros y variados, su abuelo era un gran lector, es más, también era bibliotecario.

—Tiene algunos tomos originales. Como este de Víctor Hugo. Cuidado.
—Enséñamelo tú, entonces — lo abrió con sumo cuidado, así destapó la historia, el polvo, las palabras.
—¡Uau! Que alucinante — me sonrió contento por ello.
—Ven, vamos a ver el resto. Queda mucho y sólo tenemos este finde.
—Tanta casa no parece… es más fachada que otra cosa — volvió a sonreírme.
—Niños, se acabó el juego — dijo desde la puerta su abuelo asustándonos — aquí no podéis entrar así como así…
—Perdona…

Su abuelo nos acomodó en un cuarto algo lúgubre. No terminaba de sentirme princesa: no había sábanas de seda. Pero ambos hombres me trataban como una de ellas.
Al día siguiente planeamos una salida al monte, llegué un poco tarde ya que me quedé mirando una estatua. Era igual a la que había en casona de mis tíos. Me sorprendió una inscripción: “Jaguar”.
Miré y remiré buscando algún emblema que mostrara algo más, estaban justo en el pomo y en la virola. Uno era una máscara, el otro un jaguar, obvio. Me pregunté si la espada sería igual que la de la estatua de la casa de mis tios. Me fijé en otra de las estatuas. Era similar a esta, pero sus símbolos cambiaban. Poseía un caballo como símbolo animal, igual nombre lucía en su inscripción.

El abuelo de Oliver me llamó la atención desde el salón, estaba enfadado. No le gustaban las impuntualidades. Pero podía decir segura que no estaba enfadado por ello. Es más, cuando le vi por primera vez me dio una mala sensación.
En esa familia había algo… El otro día en casa de Oliver, su padre me miraba muy malamente.

De noche fui hacia el pasillo. Fije la vista en los símbolos, de alguna forma estaban enlazados. Saqué la pluma y tracé un camino de tinta entre los símbolos de “Caballo” y “Jaguar”. Al instante el mango se cubrió de tinta, así se pasó al resto de la estatua y esta tomó vida. Bajó la cabeza hasta mirarme, Jaguar blandió su espada contra mí.
Giré hacia un lado, la espada de Caballo detenía la de Jaguar, los miré.
¡Oh, dios! ¡La que había montado! En nada despertaría a Oliver y a su abuelo…

Eché a correr hacia la habitación. Jaguar se había quitado de encima a Caballo, iba lento pero cada paso suyo contaba por dos míos.
No sabía hacia donde ir ahora mismo. Sólo corría… Paré en seco para enfrentarme a él, di la vuelta hasta encontrarme con ella.
Él levantó la espada. Saqué la pluma.
No hizo ningún movimiento más, por detrás la otra la inmovilizó. De la nada oí a uno de los dos hombres de la casa, quise darme la vuelta pero algo en mí me lo impedía: La vergüenza.
Me giré con mucho miedo y vergüenza. ¡Quien me mandaría qué!
Oliver posó su dedo índice sobre sus labios. Tomó mi mano y me condujo hacia un tapiz, lo levantó y me indicó que pasara adentro.
Entró conmigo en el pasadizo, le seguí con la cabeza gacha, a un lado estaba el cuarto donde dormíamos.

—Oliver…
—Eh, no pasa nada..
—Si pasa — le espeté. — Perdona.
—Oye… — dijo demasiado cariñoso — Eh, no pasa nada. Puedes confiar en mi.
—Mm… no estoy segura…
—Cornalina. — dijo serio —Que soy tu amigo, joder, eh.. — Estaba tan nerviosa que me saltaron unas lágrimas traicioneras. Me abrazó, me relajé un poco — Venga, que no pasa nada..
—¡Si pasa…!

Y me calló de la forma más dulce que existía.
Simplemente, estábamos destinados a encontrarnos.
Y la noche nos siguió el paso.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

4 comentarios

  1. 1. David Rubio dice:

    Hola Laura, Creo que este relato es parte de una historia mayor, quizás por eso hay detalles que se me escapan. Centrándome en este texto me parece un buen relato. Quizás suprimiría alguna explicación o repetición como esa frase “paré en seco” o vergüenza “pero algo en mí me lo impedía: La vergüenza.Me giré con mucho miedo y vergüenza.”
    Por lo demás se nota el trabajo y talento que hay detrás.
    Un abrazo

    Escrito el 28 abril 2014 a las 22:53
  2. Gracias por el comentario David 🙂 lo tengo en cuenta! jeje en nada lo corrijo. Puedes seguir la historia en poetaafonico.blogspot.com.es/p/mi-cuento-en-literautas.html Saludos extremeñosss! Muacas!

    Escrito el 29 abril 2014 a las 12:20
  3. 3. José Torma dice:

    Que tal Laura? me apunto tu nombre por el comentario de David ya que el @lGaspa no me decia nada jeje.

    Tu texto tiene algo muy padre, es envolvente. Si bien es cierto que caes en repeticiones, la verdad yo estaba enganchado. Encuentro una confusion de genero que por mas que releo me sigue brincando..

    “No sabía hacia donde ir ahora mismo. Sólo corría… Paré en seco para enfrentarme a él, di la vuelta hasta encontrarme con ella.
    Él levantó la espada. Saqué la pluma.” La prota se para en seco para enfrentarlo (a el) y en cuanto se voltea se encuentra con ella (femenino) tal vez te refieras a la espada y todo sea un gran despiste mio.

    Muy padre tu relato me gusto.

    Escrito el 29 abril 2014 a las 22:23
  4. Hola Laura,

    La idea de tu relato es buena, pero hay alguna parte emmarañada que hace difícil al lector saber qué pasa exactamente, e incluso, quién está hablando. Sobretodo me he quedado con la duda en la frase “—Tanta casa no parece… es más fachada que otra cosa — volvió a sonreírme.” Por lógica, lo dice la protagonista, pues el chico acaba de hablar, pero la frase concuerda más con el “dueño” de la casa, no con quién acaba de llegar, no sé, tal vez soy yo.
    En cualquier caso, hay que releer (este mes yo he pecado de lo mismo) antes de enviar para confirmar que el lector va a comprenderlo todo.
    A seguir escribiendo. Felicidades.

    Escrito el 2 mayo 2014 a las 08:53

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.