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DadMan - por Carlos Dauro

El sol rompía el color del cielo tan azul e intenso de un día de verano.

Un foso, que se rellenaba de agua salada cada poco tiempo, rodeaba las murallas del castillo erigido frente al mar.

La fortaleza, de arenosas murallas y pequeñas torres, estaba ferozmente protegida.

Un ejército de dos feroces soldados me hostigaba desde el castillo con sus gritos, lanzaba flechas invisibles y piedras que me pillaban casi siempre.

Oteé el horizonte valorando mi situación y me dispuse a vadear el foso para llegar a la parte posterior del castillo.

Las piedras seguían alcanzándome. Una vez conseguí llegar a mi objetivo, divisé por encima de la muralla a los dos soldados desnudos de cintura para arriba con la cara y el cuerpo pintarrajeados de blanca crema solar. Eran los soldados más valientes de esa fortificación que tenía forma hexagonal y seis torres de vigilancia.

Vi como abrían una compuerta y volvía a llenarse el foso de agua. Cada vez estaba más aturdido por el sol. Acostado cuerpo a tierra, empecé a reptar para ir acercándome al fortín.

— ¡Si eres valiente ven corriendo!— me gritaban.

— ¡No seas gallina! — continuaban increpándome.

— ¿Gallina, yo? —interpelé muy enojado.

Que me dijeran gallina provocó que apareciera el superhéroe que llevo dentro. Ahora iban a enterarse los mequetrefes éstos.

Cogí mi pañuelo de la suerte y lo anudé en mi cabeza como si fuera un pirata. Los miré fijamente a los ojos desde la distancia y grité mientras me levantaba:

— ¿Quién es ahora el gallina? ¿Eh?

— ¡Mira es DadMan! — le dijo el soldado moreno al rubio.

Se incorporaron y el castillo pareció liliputiense a la sombra de los dos guerreros erguidos que lo custodiaban.

Lanzaron bolas de arena sin parar sobre mí, al tiempo que empecé a correr hacia ellos.

Ahora ya no podían retenerme alejado de su castillo. De repente uno de ellos saltó como un león por encima de las murallas y se abalanzó sobre mí.

Sudoroso como estaba, me hizo revolcarme por la ardiente arena de la playa con él encima, enarenándome totalmente, su compinche no tardó en llegar para cogerme de los pies e intentar inmovilizarme mientras gritaba:

— ¡DadMan! Date por acabado.

Los soldados se transformaron también en superhéroes mientras luchaban conmigo.

— Volvemos a vernos DadMan, ¿me recuerdas? — inquirió el moreno.

— Sí, claro que te recuerdo. Pero hoy no caeré en tu trampa, BrownKid, amo de la oscuridad. Por más que me digas que te mire a los ojos, no lo haré. Ya lo hice una vez y perdí.

—Entonces tendrás que vértelas conmigo mi querido DadMan—dijo con sorna GoldenKid.

— ¡No, por favor!, no sé que es peor, si vivir en la oscuridad o cegarme con la luz de tus ojos.

Empezaban a ganarme por enésima vez.

— ¿Te rindes? – preguntaron al unísono los dos.

En ese momento, mientras me tenían inmovilizado sobre la arena de la playa caldeada al sol, llegó una ola que disolvió el castillo y me libró de una derrota segura.

Los tres superhéroes desaparecieron como diluidos por el mar. La respiración agitada y nerviosa de los niños y la casi extenuada mía, dio paso a los reproches:

—Te ha salvado la ola, papi.

—Sí, te teníamos inmovilizado y estabas a punto de rendirte.
— ¿Quién yo? ¿Se lo estáis diciendo en serio a DadMan? Al más grande de los superhéroes.

— ¡Sííí! – replicaron los dos mezclando sus contagiosas risas.
Entonces me levanté agarrándolos entre mis brazos mientras pataleaban y se reían, cogí carrerilla hacia el mar y nos dimos un chapuzón memorable los tres juntos.

Mientras nos salpicábamos en el agua vi a mi mujer haciendo fotos del dulce final de la terrible batalla.

—Se acabó el juego… de momento, chicos—les dije guiñándoles un ojo.

Salí del agua con una sonrisa de oreja a oreja y los brazos entumecidos por el esfuerzo. Un dolor pasajero, como los años que voy a poder disfrutar con ellos de todas estas aventuras. Un tiempo, que no estoy dispuesto a perderme por nada del mundo.

El gesto complaciente en el rostro bronceado de mi maravillosa mujer era la mejor recompensa después de la dura pelea.

—Cualquier día de estos te “desmontarán”. Ellos no se cansan nunca y tú, cariño, ya no tienes quince años— me advirtió mi mujer.

Aún no había terminado la frase cuando llegaron dos policías con sus pistolas de agua gritando:

— ¡Al ladrón!

Me giré. Les sonreí y empecé a correr. Era mi día de suerte, comenzaba otra inolvidable aventura.

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10 comentarios

  1. 1. Servio Flores dice:

    que precioso relato. Me ha encantado. muy pulcro, bien logrado, entretenido y lo lleva a uno hasta el final y aun allí las ganas de continuar leyendo aun quedan.
    felicidades amigo Carlos.
    Saludos

    Escrito el 28 abril 2014 a las 22:03
  2. 2. lunaclara dice:

    Hola Carlos: ¡Me encanta! Es una preciosidad de relato, muy bien escrito, que engancha y no te suelta en ningún momento.
    Muy acertado lo de ir desvelando poco a poco que están en una playa, revoloteando sobre un castillo de arena.
    Transmites muy bien los sentimientos paterno-filiales. Especialmente me llama la atención la forma tan cariñosa de reaccionar del padre, tan generoso, ante la solicitud de los incansables niños. Un ejemplo a imitar. Los nombres elegidos responden a una selección bastante cuidada (DadMan, GoldenKid, BrownKid…); ayudan a imaginarse a los críos. ¡Qué bonita forma de mimar tu historia!

    Felicidades!!

    Te seguiré leyendo.

    Escrito el 29 abril 2014 a las 10:18
  3. 3. NHICAP dice:

    Hola Carlos,

    Entrañable historia narrada con tanta delicadeza que su lectura deje una grata satisfacción. Me gusta el tono y la agilidad del texto. Felicidades Carlos y a por la proxima escena.

    Te recomiendo leer el relato n° 98 titulado “Juego de niños” que fué uno de los tres que correspondió comentar y me gustó mucho. Es tu misma idea, el castillo de arena en la playa y ….No descubro más.

    Un abrazo

    Escrito el 29 abril 2014 a las 11:58
  4. 4. Cralos Dauro dice:

    Servio, lunaclara, NHICAP, muchas gracias por vuestros comentarios. La verdad se me hizo complicado mimar esta historia en 750 palabras. NHICAP, voy a leer el relato que me indicas. Gracias a todos.

    Escrito el 29 abril 2014 a las 12:48
  5. Enhorabuena Carlos.

    No solo has hecho que me emocione, sino que quiero leer más sobre DadMan. He recordado todos aquellos castillos en la playa, los juegos con mi padre en la arena, las olas, el olor del agua de mar. Me quito el sombrero vamos. Quiero seguir leyéndote, así que mucho ánimo y sigue así. Ha sido increíble.

    Un abrazo desde Córdoba.
    Luis.

    Escrito el 29 abril 2014 a las 23:10
  6. 6. Carlos Dauro dice:

    Gracias Luis por tus palabras. la verdad, DadMan, sólo ha tenido esta aventura, hay otros personajes que forman parte de la vida de mi hija, relatos que ha podido disfrutar mientras crecía. Este relato me llevó a esos años, que como tú bien dices, añoramos todos de una forma u otra.
    Un abrazo.

    Escrito el 30 abril 2014 a las 08:04
  7. 7. Vicente Pacheco Gallego dice:

    Lo primero que quiero es felicitarte por tu texto y darte las gracias al pasar por el mio. Lo que más me ha extrañado ha sido las frases tan cortas que utilizas a veces, supongo que será que al leer otros relatos u otros libros estoy acostumbrado a seguir la acción hasta el punto y aparte después de un párrafo. Por lo demás muy bien, me ha gustado ese mimo y ese cariño que has puesto en cada detalle.

    Otro apunte que puedo hacer es en la frase: “Cogí mi pañuelo de la suerte y lo anudé en mi cabeza…” quizá podrías cambiar por anudarlo al brazo, como los caballeros con las damiselas, al ser un castillo… También supongo que será la costumbre por leerlo.

    Enhorabuena y sigue adelante.

    Escrito el 1 mayo 2014 a las 11:54
  8. 8. Adella Brac dice:

    Me ha parecido muy tierno 🙂
    Un saludo.

    Escrito el 1 mayo 2014 a las 18:29
  9. 9. Aurora Losa dice:

    Muy bonita historia, sobre todo me ha encantado la naturalidad del juego.
    Enhorabuena.

    Escrito el 2 mayo 2014 a las 07:31
  10. 10. Carlos Dauro dice:

    Gracias Vicente, Adella y Aurora por vuestros generosos halagos. La ternura, sin llegar a ser agobiante, es lo que he intentado transmitir. Y Vicente gracias por tu aportación, el detalle del pañuelo anudado en el brazo hubiese quedado más medieval, pero DadMan, al final era un ladrón… y su distintivo es anudado en la cabeza, en cualquier caso, gracias por el detalle, denota nivel y mucha cultura.Gracias.

    Escrito el 2 mayo 2014 a las 08:34

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