Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

El Castillo, el Rey y el Juego del ajedrez - por Del Rio Sam Pedro

Bº de Taín,6-ValeixeEL

CASTILLO, EL REY Y EL JUEGO DEL AJEDREZ
Vemos un trono situado en el centro de la nave principal, bajo una gran bóveda, las banderas que promocionan el nombre del reino: Reino de los ineptos. A la derecha del escenario se halla una figura de tamaño medio cubierta con una tela. Una música de Heavy metal en el espacio escénico. La figura embozada es la de la madre del rey, que ayuda a su vástago en el juego del ajedrez que diariamente practica su graciosa majestad con cualquier lacayo que se persone en el momento en el que el monarca está buscando contrincante, pues el ajedrez es la parte más importante de sus deberes diarios.
Cuando la reina-madre es requerida por el servicio de cocina, el monarca se levanta de un salto y dice: –Se acabó el juego-.
Expulsando de la sala del trono al lugareño, que había acudido al castillo para hablar con el jefe de cámara para conseguir algo para llevarse a la boca, él y su familia, pero tuvo la desgracia de tropezarse con el rey que le exigió jugase con el la partida de ajedrez; lo gracioso es que este hombre algo tarado de nacimiento nunca preguntaba a sus probables rivales si sabían o dominaban el juego, y así de esta forma, entre su madre embozada en plan de no ser vista y el desconocimiento de sus adversarios sobre el juego siempre ganaba la partida.
La reina-madre, viendo la soledad de su hijo el monarca, sugirió al consejo del reino se editasen unos pasquines con la intención de buscar novia para su hijo.
Esta señora estaba muy bien ilustrada en los asuntos de los amoríos, pues gracias a ella al difunto rey padre del actual (parece ser, reconocido lo tenía), era conocido como el ciervo, el estaba todo orgulloso del sobrenombre, pues pensaba que se lo habían puesto por la bravura de su persona.
La reina-madre, entró en los aposentos de su hijo, para explicarle, los prolegúmenos de su iniciativa:
—Hijo, como sabrás, estoy intentando buscarte esposa, se han imprimido cientos de carteles haciendo constar tus necesidades sobre la misma, necesidades que la elegida habrá de cumplir para poder ser la reina-consorte.
—Madre, yo no necesito mujer-
La madre se asombró y preguntó a su hijo si era…..
—No madre no, lo que pasa es que nunca he estado con mujer y desconozco como hacer para poder tener descendencia.
—Eso es fácil, solo tendrás que introducir la parte más larga de tu cuerpo por la parte redonda del de ella , y así será el encuentro.
—Que has escrito en los pasquines.
—Pues he puesto: Su majestad el rey desea contraer matrimonio lo más rápidamente posible, la candidata deberá de reunir las siguientes condiciones: Deberá saber jugar al ajedrez, ser bebedora de ginebra, gustarle hacer el amor. Una a una tendrán que pasar por el castillo para ser examinada, previa cita.
Pasaron varios días y ninguna chica o mujer madura se acercó al castillo, por lo que la reina madre, encolerizada, hizo redactar un BANDO, por el cual se solicitaba que todas las mujeres del reino se personasen ante ella, bajo la pena de multa muy gorda para las que ignoren el citado precepto. Y así fue empezaron a llegar doncellas y no tan doncellas, hasta que eligieron a una llamada Rosalinda, se hicieron los preparativos de la boda. Fue una gran ceremonia, más de mil invitados, corría el vino y la ginebra como si hubiese dos pozos en el jardín que manase dichos líquidos.
Al llegar el atardecer la reina madre, sugirió a su hijo que él y su recién estrenada esposa se retirasen a sus aposentos, si bien recordándola a su hijo lo que le había enseñado sobre las técnicas del amor.
Al llegar al dormitorio…
—Rosalinda, desnúdese.
—Si Majestad.
Y el rey acordándose de los consejos maternos comenzó a investigar en el cuerpo de la joven a fin de encontrar el agujero más redondo de su cuerpo; una vez hallado se dispuso a introducirle su nariz, nariz que por otro lado cada vez que se daba la vuelta hacía un lado los que estaban con él se tenían que agachar, pues bien el monarca introdujo su nariz en el ano de su esposa, y se dio cuenta que aquello no funcionaba, y dijo muy serio:
Rosalinda, no se si tendremos hijos pero esto me huele muy mal.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

Todavía no hay comentarios en este texto. Anímate y deja el tuyo!

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.