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Los nervios antes del estreno - por Maureen

Llevábamos seis años actuando juntos, pero aquella noche era especial: representábamos en un castillo medieval, con motivo de las fiestas parroquiales. Estábamos emocionados y muy nerviosos.

Mercedes había fallado en el último momento, así que, además de dirigir, me tocó estudiarme su papel para suplirla.

Como solo éramos cuatro y nuestra utilería escasa, decidimos ir juntos en la furgoneta de Pilar.

Empezamos mal. Ramón llegó con media hora de retraso, tranquilo y con una sonrisa en los labios. Ya me lo esperaba. Jamás había llegado puntual a un ensayo. Eso sí, siempre tenía una buena excusa para su retraso y se mostraba profundamente ofendido si no le creías. Pero era un buen amigo, por lo que habitualmente perdonábamos su impuntualidad.

—Por fin te dignas aparecer —le dijo Pilar fríamente. Aunque era una tía maja con la que echarte unas risas o hablar de cosas serias, también era muy exigente y los días previos al estreno se volvía absolutamente inaguantable.

Ramón miró el reloj.

—No he podido llegar antes, he tenido que dejar el ordenador a un amigo para que me lo arregle.

—Ahh —contestó Pilar con ese tono peligroso de cuando estaba muy enfadada—. Y no tenías otro día… Siempre igual, joder, ya…

—Si no ha podido venir antes, por algo será —cortó Álvaro.

Álvaro estaba siempre de buen humor, y podías contar con él para que creara buen rollo, pero tenía una debilidad: Ramón. La admiración de Álvaro por Ramón era obvia, y siempre estaba dispuesto a defenderlo.

Llevé a Pilar aparte. Me tocaría hablar con Ramón cuando volviéramos, pero antes de la actuación no era el momento. Se lo expliqué a Pilar, que se subió muy ofendida a la furgoneta.

—¡Vámonos! —gritó, mientras arrancaba el motor.

Miré a Álvaro y puse los ojos en blanco; él se rió. Por suerte, una vez en camino, con mis esfuerzos y los de Álvaro pronto estuvimos más relajados y finalmente tuvimos un viaje muy agradable.

Llegamos al castillo sobre las dos. Álvaro y yo comenzamos a descargar, y Pilar y Ramón fueron a buscar a los encargados de aquello para que nos ayudaran.

Tardaron media hora en volver.

—¿Dónde estabais?

—Mil perdones. Estábamos charlando con unos del pueblo y se nos ha ido el santo al cielo. Venga, que os echamos una mano.

—Oye —dije cuando se acercaron—, no jodáis que habéis estado bebiendo.

—Nos ofrecieron unos licores de hierbas que preparan aquí, no podíamos hacerles un feo. Pero han sido solo un par de chupitos.

—Sí, tía, no seas cansina —añadió Ramón.

Álvaro nos miraba sin meter baza.

—¿Cansina yo? Sabéis que no me gusta que bebáis antes de una actuación y siempre lo hacéis. Parece que os gusta tocarme los huevos —tal era mi enfado que cogí la última caja de la furgoneta sin mucho cuidado y se me cayó al suelo. Por supuesto, era la que tenía las copas de cristal, que se hicieron añicos—. ¡Mierda! ¡Joder! Bajo al pueblo a por otras.

Eché a andar camino abajo, pero Pilar me paró.

—¡Espera! Marina, tranquilízate, estás demasiado nerviosa.

—Sí, tía, relájate, no pasa nada —dijo Álvaro, cogiéndome la mano—. ¿Y si vamos a comer algo y luego seguimos? Luego bajamos Ramón y yo a por las copas. ¿Vale?

Los miré a los tres, que empezaron a hacer pucheros, y no pude más que echarme a reír.

—Vale —dije, dándole un beso en la mano a Álvaro—, vamos a comer.

Los nervios no nos permitieron comer mucho. Al menos, Pilar y Ramón no bebieron más, lo que me dejó más tranquila.

Tras la comida, colocamos el atrezo. Los chicos bajaron al pueblo a por las copas. Nosotras comenzamos a vestirnos; nuestros trajes eran un poco historiados y tardábamos un rato en prepararnos.

“Chicas, ¡media hora!”, nos dijo uno de los vecinos. ¡Media hora y los chicos no habían vuelto! ¿Dónde estaban? Cogí el móvil. Con las prisas se me cayó al suelo; no conseguí que volviera a funcionar. Pilar iba a coger el suyo cuando aparecieron. “¡Joder lo que nos ha costado encontrarlas! No hay una puta tienda en el pueblo, hemos tenido que pedirlas prestadas”. Nuestras caras debieron decírselo todo, porque enseguida miraron el reloj. “¡Y cuarto! ¡Joder!”. Ambos corrieron a vestirse yo coloqué las copas en su sitio el público ya estaba sentado la función iba a empezar.

Las siete y media.

—Bien, chicos, se acabó el juego. Hora de dar lo mejor.

Salimos al escenario.

La representación fue un éxito.

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9 comentarios

  1. 1. Wolfdux dice:

    En mi último taller me dijeron que a mi historia le faltaba algo en la trama, que era demasiado normal. Pues creo que el tuyo cuenta una historia de lo más normal, y es perfecta. La narración nos mete de lleno en el grupo de actores y pese a esperar algo a medida que avanza el relato, parece que no hay nada fuera de lo normal, pero es mentira, porque al final lo pone bien claro: “La representación fue un éxito.” Y yo me quedo con eso, porque es lo que quería saber, si la obra salía bien o no.

    Por ello y más me parece un relato muy bueno. Felicidades Maureen.

    Escrito el 28 abril 2014 a las 20:04
  2. 2. Eva dice:

    Hola
    La historia está muy bien escrita pero coincido con Wolfdux en que desprende mucha normalidad, y no lo digo por la escena, sino porque creo que algunas partes del texto podrían haber ganado fuerza si en lugar de contarlo lo muestras. Por ejemplo —Si no ha podido venir antes, por algo será —cortó Álvaro, el defensor eterno de Ramón, con su buen humor de siempre.
    Por lo demás, como actriz amateur que fui, describe muy bien los nervios del momento :-)Enhorabuena

    Escrito el 29 abril 2014 a las 11:45
  3. 3. lunaclara dice:

    Hola Maureen: Logras transmitir los nervios y el estrés del momento. Me ha gustado mucho, sobretodo porque sabes describir muy bien los distintos caracteres de los personajes.
    Un pequeño apunte: me hubiera gustado saber sobre qué iba la obra…

    Felicidades!

    Escrito el 29 abril 2014 a las 13:20
  4. Aaaayy Maureen… Yo he sido esa Pilar durante años, cuando antes de la actuación de patinaje nos escondíamos para fumar (ya, lo se…), y después fui Marina durante mis tres años de monitora. ¡Casi me daba un ataque cuando una niña me llegaba tarde el día del show!
    Lo has retratado muy bien, enserio, enhorabuena. Me lo he pasado muy bien leyéndolo. 🙂

    Escrito el 2 mayo 2014 a las 17:36
  5. 5. Maureen dice:

    ¡Muchas gracias por vuestros comentarios!
    No me había quedado yo muy convencida con este texto, muchas ideas de fantasía con castillos pero ninguna con final, así que me decidí por algo que conozco.
    La historia en sí, Wolfdux, es efectivamente muy normal. Quien haya hecho teatro alguna vez, sabrá que se pasa fatal justo en esos momentos previos. Nada importante, todo tonterías, pero parece que todo el mundo se vuelve loco antes de actuar y quería reflejar eso. Pura normalidad, jejeje.
    Eva, muchas gracias por el apunte, me viene muy bien porque nunca tengo muy claro cómo hacer eso de mostrar en lugar de contar. En este caso, quería arriesgarme un poco con las descripciones, porque no sé hacerlas o me quedan personajes demasiado normales (“pelo castaño corto, ojos marrones” viene a no decir nada), así que quería probar. De todas formas, con tan poco espacio, hubiera sido mejor hacerlo como tú dices. ¡Tomo nota!
    Lunaclara y Aina Pons, me alegro de que os haya gustado y de que os hayáis sentido identificadas; eso quiere decir que más o menos he conseguido transmitir esas sensaciones que yo tengo antes de una representación teatral. No puse qué obra era porque en mi cabeza no tenía importancia, y porque las 750 palabras no me daban para más, jejeje.
    Una pregunta: ¿el final, que pongo sin separar las frases, os gusta? Mi idea era dar la impresión de que el tiempo se acelera justo antes de empezar una función, pero a mis comentaristas no parece haberles gustado. ¿De qué forma lo podía haber hecho mejor, podéis darme alguna sugerencia?

    Escrito el 4 mayo 2014 a las 17:53
  6. 6. lunaclara dice:

    Hola Maureen: A mí me parece que lo que hay antes de la frase “Las siete y media” está bien conseguido. Ahí logras transmitir ya los nervios previos a la representación.
    ¿Y si extiendes la frase “Salimos al escenario”? Aquí también podrías transmitir parte de esas sensaciones. y, por supuesto, la frase “La representación fue un éxito” es demasiado escueta. También estaría guay que la desarrollaras, porque si no, nos dejas con la miel en los labios, y el relato se acaba de forma abrupta.
    Saludos.

    Escrito el 6 mayo 2014 a las 07:57
  7. 7. Maureen dice:

    Esa parte final era un poco más larga al principio, pero tuve que recortar. Por eso quedó un final un poco abrupto 🙂

    Escrito el 6 mayo 2014 a las 22:23
  8. 8. Lagarto dice:

    Hola Maureen.

    Primero gracias por comentar mi relato.

    Segundo, me ha gustado el tuyo. Es una historia en la que realmente no pasa gran cosa, pero me gusta, sobre todo esa cotidianidad que muestras, todos esos diálogos tan naturales le van muy bien. Supongo que los que hagan teatro se sentirán muy reflejados.

    Lo único esa frase final, creo que no le hace nada de bien al relato. No porque sea un final abrupto, sino porque me parece un poco soso (de buen royo : ) no sé como expresarlo. Porsupuestisimo que es cuestión de gustos pero yo dejaría un final más abierto, algo como “y comenzó la función” o algo de eso. Así dejas que vuele la imaginación del lector y juegue con los elementos que le distes.
    Pero como ya he dicho me ha gustado. Espero que te ayude el comentario.

    Saludos.

    Escrito el 7 mayo 2014 a las 22:07
  9. 9. Maureen dice:

    De buen rollo total, Lagarto, sin problemas 😉 La cuestión es que yo quería dejar claro que la función había salido bien, porque el teatro es así: a pesar de los problemas que surgen a miles antes de un estreno, luego, casi por arte de magia, la representación inicial suele salir de lujo. Al menos a mí siempre me ha pasado eso en todos los grupos en los que he estado. De ahí mi interés en que quedara claro.

    De todas formas, me anoto tu comentario y me alegro de que te haya gustado.

    Escrito el 7 mayo 2014 a las 22:26

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