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Se acabó el juego - por hupacal

Las sombras del crepúsculo cubrían el castillo. Era una noche abierta y tranquila. Los guardias paseaban en sus guardias para proteger el castillo durante la noche. De pronto, descubrieron que estaban bajo ataque. Soldados subían los muros de la fortaleza y arrasaban a su paso. Su objetivo, conseguir el botín en lo alto de la torre. A medida que avanzaban, los soldados defensores iban cayendo. Una lluvia de flechas caía sobre éstos, menguando su número y la defensa de la fortaleza inexorablemente.

De repente, un águila gigante atacó en picado a uno de ellos. Lo cogió en sus garras y lo dejó caer al vacío. No fue el último. La lucha contra el gran ave era inútil cuerpo a cuerpo. Finalmente, una catapulta, disparada por un soldado vestido con una armadura blanca y un fusil láser, acertó de lleno en el pájaro, haciendo que cayese inerte a los pies de la muralla. A su vez, un gran oso rosa, feroz e implacable, atacaba a dos de los soldados que intentaban, en vano, proteger las puertas.

Mientras tanto, el frenesí de la batalla continuaba. Los atacantes, gracias al factor sorpresa, iban ganando terreno en una batalla que parecía perdida para los atacados. Éstos, sobrepasados en número y creyendo en la derrota, se refugiaron en el torreón. Un soldado imperial, un vaquero, un león y un ninja eran los últimos que quedaban con vida. Rezaban por salvarse, por salvar el botín, un huevo naranja que contenía un tesoro. Sus súplicas fueron contestadas. Las puertas del torreón casi habían cedido cuando una bestia atacó a los intrusos. Ésta, peluda, del tamaño de varias veces los atacantes, con los ojos inyectados en sangre, cogió por la cabeza al astronauta que lideraba el ataque.

– ¡Rex, no!¡Estoy jugando! – La voz del niño hizo que el perro dejase de jugar con el astronauta de juguete y le mirase atento.
– No te preocupes, Pedro, se acabó el juego, recoge todo. Es hora de irse a la cama.

El niño, reticente, recogió los muñecos del suelo. El majestuoso castillo había vuelto a ser un montón de cajas de cartón. Los soldados, simples juguetes inertes. El mundo de fantasía en el que se había metido, se había roto para volver a la realidad.

– Espero soñar con castillos – susurró el niño ya en la cama, antes de cerrar los ojos.

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4 comentarios

  1. 1. Wolfdux dice:

    Hola Hupacal,

    me ha gustado mucho el relato. Al principio me imaginaba un asedio a lo Señor de los Anillos con miles de soldados y águilas gigantes. Sigo leyendo y me encuentro con el fusilláser y pienso: ¿Cómo?

    A partir de ahí has hecho que devore el texto con ansias. Osos rosas, vaqueros, ninjas y astronautas… ¡Me encanta!

    ¡Felicidades!

    Escrito el 28 abril 2014 a las 18:54
  2. 2. Aurora Losa dice:

    Hola, hupacal. Yo tuve la suerte de comentar tu texto y sigo sorprendiéndome por cómo mantienes oculta la realidad hasta el último segundo, creo que ya te dije que me resultó muy divertido (y me descolocó al mismo tiempo) la dispardidad de los personajes y que no sabía a qué atenerme conforme iba avanzando la historia.
    Enhorabuena.

    Escrito el 29 abril 2014 a las 07:36
  3. 3. lunaclara dice:

    Hola! Tu texto ha sido toda una sorpresa…. Felicidades!!!

    Escrito el 30 abril 2014 a las 13:21
  4. 4. hupacal dice:

    Muchas gracias a todos por vuestros comentarios! 😀

    Escrito el 30 abril 2014 a las 13:24

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