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Una noche más - por J. Deity

Aún no sé en qué momento decidí asistir. Había visto los anuncios varias veces pero siempre pensé que era una gran farsa. Eventos donde solo iban esperpentos fracasados, solteronas aferrándose a su última ilusión, o peor, adictos sexuales en busca de una víctima que opusiera poca resistencia. Las fiestas de solteros nunca habían representado un atractivo para mí. Pero supongo que fue la monotonía que se había apoderado de mi vida quien hizo una apuesta desesperada.

El salón de fiestas tenía forma de castillo. Los muros, la decoración y los adornos eran una pobre parodia de aquellas construcciones. Al verlo pensé que era el lugar ideal para un evento infantil, pero no para reunir a 50 personas tan llenas de necesidades y complejos. Sin embargo no era algo que pareciera importar a los demás. Entré a ese lugar, y al hacerlo percibí la mirada inquisitiva de todos sobre mí. Me hizo sentir como en aquel cuento de Poe donde todos los cortesanos detuvieron su baile de máscaras para ver la llegada de un invitado nuevo, envuelto en mortajas y manchado de sangre.

Todos me observaban con detalle, de arriba a abajo. Intentando descubrir a simple vista mis secretos, aficiones, manías, complejos y desviaciones. Ellas veían en mí a un posible amante. Ellos, a un individuo más contra quien competir. Lo cierto es que al sentir todas esas miradas, por un instante cruzó por mi mente la idea de largarme de ahí. No porque tuviera pena, o miedo; simplemente perdí las ganas de inventar una historia que les describiera mi vida, puesto que obviamente no les diría la verdad. ¿Cómo explicar en qué me había convertido?

Mis pensamientos se interrumpieron cuando una joven recepcionista se acercó y me dio la bienvenida. Preguntó mi nombre, me acompañó a una improvisada barra y me explicó las condiciones del evento. En resumen, era libre de ligar a cualquier asistente, siempre y cuando pagara mi boleto de ingreso. Además tenía derecho a tres bebidas por cuenta de la casa.

Pagué, y le sonreí cuando se retiraba. Bebí mi primera copa mientras veía cómo interactuaban aquellas personas. Algunos platicaban junto a unas oxidadas armaduras, habilitadas para decorar el lugar. Otros bailaban en una pequeña sala contigua iluminada por velas, y algunos pocos se divertían en lo que parecía ser un juego de adivinanzas. Decidí acercarme a ellos, sobre todo porque una de las dos mujeres que ahí se encontraban llamó mi atención. Sin embargo, mi presencia convirtió su alegría en un ambiente algo tenso y se acabó el juego. Había cuatro hombres, que simultáneamente me miraron como a un delincuente que quisiera robarles la billetera. Ellas, por el contrario, se fijaron en mí con mayor interés. Aunque buscaban disimularlo.

Me presenté, pero sin ofrecer mi mano. Posé la mirada en los ojos de aquella que había observado desde lejos, y sin decir nada más, hice un gesto con mi mano indicado que prosiguieran su juego. Di la vuelta y regresé a la barra.

Las cosas sucedieron como sabría que ocurrirían. Tal como habían pasado tantas veces en diferentes contextos. Ella dejó al grupo, vino hacia mí y comenzó a charlar. No era muy atractiva, ni tampoco parecía muy inteligente. No sé qué dijo. No recuerdo su nombre. No me importaban sus palabras. Mi atención estaba puesta en sus ojos, y en lo que veía en ellos. Presente, pasado y futuro.

Salimos juntos. Dejamos atrás ese ridículo castillo y la estúpida fiesta. Lo que siguió, fue tan predecible como siempre. No hubo llanto, no hubo gritos; tal vez ni siquiera dolor. Solamente sorpresa. Y oscuridad. Una profunda oscuridad.

Esa noche, todos me observaron. Todos posaron su mirada en mí, intentando ver más allá; pretendiendo descubrir con una simple ojeada qué demonios existían en el interior de aquel recién llegado. Al igual que sus antecesores, no descubrieron nada.

Tal vez, para la próxima tengan más suerte.

O tal vez no.

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1 comentario

  1. 1. Aurora Losa dice:

    Desde el primer instante me llamó la atención cómo presentas las sensaciones del protagonista sobre ese tipo de reuniones, el personaje tiene una voz muy interesante. Me encantan tus descripciones y especialmente esa forma de dejarnos con la miel en los labios ¿qué sucede en realidad?
    Hay opciones obvias y muy macabras, pero lo mismo no son la verdad.
    Enhorabuena por el control que ejerces sobre la historia y sobre la ansiedad del lector por saber qué ocurre con la mujer y qué es el protagonista.

    Escrito el 2 mayo 2014 a las 11:10

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