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los siete pecados capitales - por el buen samaritano

Eran las diez de la mañana cuando el agente García me llamó alarmado por teléfono.
-Inspector Ramírez hemos encontrado otro cadáver.
-¿Dónde?
-En la antigua capilla del castillo de Santa Ana.
-¿Algún detalle importante?
-Lo de siempre, la foto de un cordero inmolado y un sobre cerrado a su nombre.
-¿El inspector Parejo esta con usted?
-No señor, todavía no hemos avisado a nadie. Usted es el primero.
-Bien. Voy para allá.
Colgué el auricular y salí corriendo de la oficina. Necesitaba llegar antes que el inspector Parejo. Nos habían asignado el mismo caso pero nuestras formas de trabajar eran muy diferentes. Mientras yo tomaba nota de cada detalle, indagaba en cada cosa y tiraba del hilo más insignificante hasta el aburrimiento, él no perdía más tiempo del que se tarda en anotar los datos más esenciales, aquellos que no hacen descubrir al asesino ni en un juego de niños.
Cuando llegué, el agente García me estaba esperando bajo el saliente de piedra de la puerta principal del castillo fumándose un cigarrillo. Al verme, lo arrojó al vacío y se acercó a saludarme. Luego, haciendo gala de ese espíritu ansioso que le caracterizaba, me apremió a entrar y me condujo hacía la capilla a través de una maraña de fríos y húmedos pasillos, al tiempo que me trasladaba toda la información de la que disponía. Mientras hablaba, sus ojos grises brillaban de emoción. Recordé entonces la razón por la cual acepté integrar al joven agente en mi equipo: se lo había ganado. Esforzándose sobremanera en demostrarme su valía y ganándose mi confianza desde que ingresara en el departamento hacía ya dos meses.
El cuerpo muerto yacía desnudo en el altar. Con éste eran siete los cadáveres hallados en las mismas circunstancias en un mes. Todas las víctimas eran chicas jóvenes, vírgenes, rubias y de piel clara, abiertas en canal como el cordero de la foto y depositadas en los altares de las iglesias a modo de sacrificio. Por otro lado, los sobres que el asesino remitía a mi nombre contenían citas bíblicas relacionadas con la vida eterna. Todo apuntaba a la obra de un fanático religioso. Sin embargo todavía no teníamos ni una sola pista.
Me acerqué al cuerpo desnudo de la joven. La luz del sol se filtraba a través de las pinturas de los altos ventanales iluminando el cadáver. Era inquietante observar aquella majestuosa combinación de colores refulgir como diamantes en aquel cuerpo sin vida. Cogí el sobre y leí el contenido de la nota: “Se acabó el juego. En la torre más alta del castillo está el fin”.
Dejé la nota a un lado y le dije al agente García que me guiara hasta la torre más alta del castillo. Su conocimiento del lugar hizo que no tardáramos más de cinco minutos en llegar. Entramos. La torre estaba desierta. No entendía que estaba ocurriendo: si el asesino estaba jugando conmigo al poli y al ladrón o, si por el contrario, había algún lugar más alto desconocido para nosotros. Me asomé al vacío. En ese momento, la silueta recortada del inspector Parejo entraba al castillo. Una sensación de vértigo me obligó a retroceder. Cuando me giré, el agente García me estaba apuntando con su pistola. Le miré con un pasmo mudo de incredulidad, también con mudo horror. Sus ojos grises brillaban ahora con una intensidad diferente. No sé si era hostilidad, odio o reproche.
-¿Es usted creyente inspector Ramírez? preguntó.
-Tengo mis dudas.
-Yo sí. ¿Sabe? Nunca entenderé porqué una persona es capaz de matar a unos sin perder el amor por otros. Para mí, Víctor García, el mayor asesino en serie de los años 90, era el mejor padre del mundo.
Me maldije mentalmente. Cómo no me había dado cuenta: su apellido, su obsesión por el caso, el hecho de que llegar siempre el primero al lugar de los hechos… había sido un idiota. Pensé en el inspector Parejo. Me vi tan cerca de él que me sentí mediocre. Me juré que cuando todo pasara me sentaría a analizar la posibilidad de retirarme.
-Usted lo condenó a cadena perpetua. Pero esa no era la condena que él temía sino otra mucho peor:la de quemarse en el fuego eterno. En su lecho de muerte me hizo jurar que limpiara su alma. Y eso he hecho. Siete pecados capitales, siete vírgenes sacrificadas.
Mientras hablaba vi de reojo al inspector Parejo apuntando a su cabeza desde la sombra. Suspiré. Nunca como ahora había deseado tanto su presencia.

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7 comentarios

  1. 1. Ana dice:

    Tu relato fue uno de los tres que me tocó comentar. Me encantó y tenía mucha curiosidad por conocer tu identidad. Sigue así, buen samaritano! 🙂

    Escrito el 28 abril 2014 a las 14:00
  2. 2. Vicente Freire dice:

    Magnífico relato. Te puede servir como guía para una novela más larga, porque reúne personajes que tienen un mayor desarrollo. Mi felicitación.

    Escrito el 28 abril 2014 a las 17:21
  3. 3. Aldo Brov dice:

    Muy buen relato, te felicito, esta muy bien contado. Y el final te deja queriendo saber mas.

    Escrito el 29 abril 2014 a las 18:34
  4. 4. Chiripa dice:

    Buen samaritano, eres un excelente narrador. Te felicito sinceramente.
    Además has estructurado el relato de una manera impecable.
    Gracias por terminarlo de la manera que lo hiciste, porque me dió como un respito, ante tanta tensión

    Quizás quieras darle una revisión adicional y considerar algunas sugerencias:
    * agregar un par de comas en …García me llamo, alarmado, por teléfono

    * en la siguiente línea “…agente en mi equipo: se lo había ganado. Esforzándose sobremanera en demostrarme su valía y ganándose…” Te sugiero eliminar el punto y seguido y luego de una coma continuar la idea de …ganado, esforzándose sobremanera en….. Pienso que eso ayudaría a redondear la idea y con la fluidez del párrafo

    Saludos y feliz semana

    Escrito el 30 abril 2014 a las 00:55
  5. 5. Vicente Freire dice:

    Me ha gustado mucho tu relato, mantiene la tensión de principio a fin. Felicidades

    Escrito el 30 abril 2014 a las 10:38
  6. 6. Aurora Losa dice:

    Muy bueno, entiendo que en tan poco espacio no has podido explayarte como seguramente querías, pero esto, alargado, tiene que ser la caña.
    Enhorabuena y te animo a trabajar en la “extended version”, eso sí, revisa un par de gazapillos que se han colado.
    Un texto genial.

    Escrito el 2 mayo 2014 a las 10:28
  7. 7. Maureen dice:

    Guau, uno de misterio, con su principio, su desarrollo y, sobre todo, su final. Me encantaría poder escribir algo así, pero mis historias de asesinatos (que me encantan) suelen salirme larguísimas.

    Un relato muy emocionante, mantienes la intriga en todo momento. Enhorabuena

    Escrito el 5 mayo 2014 a las 21:53

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