Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

La meta - por Tania

La meta

Theodore inició alegre y ligero el camino, como quien abre una ventana, ve un día soleado y experimenta el deseo irrefrenable de salir a explorar el campo. Al principio sus pasos fueron vacilantes, pero el cuidado de sus padres le permitían avanzar confiado. Vivió durante años con ojos de asombro y gratificante alborozo las novedades de una infancia obsequiosa. Luego en la inestable juventud el primer amor de Violete, también el primer enfado con viejos amigos como Maurice. Enseguida descubrió que un hierro saca otro hierro y otras nuevos amores y amistades se le ofrecieron como fruta exótica al alcance de la mano. Durante años le fueron sucediendo por desigual hechos gratificantes, otros llenos de decepción, incluso alegrías o tristezas indefinidas.

Al fin se percató de que se requería mucha pericia para recorrer aquella red de pasadizos y túneles. A cada rincón había un nuevo guerrero que bajo el nombre de Soberbia, Displicencia, Orgullo, Pereza o cualquier otro semejante, le obligaban a entablar batalla de la que no siempre salía airoso. Las piedras abundaban y los tropezones se convirtieron en algo frecuente Buscó apoyos, tentó paredes, pues inseguro caía al menor obstáculo. Se sucedieron las pequeña rozaduras y hasta las grandes heridas. Ocasionalmente la familia y algunos buenos amigos amortiguaron los golpes y curaron las llagas. Cuando los tropiezos se repitieron, supo que solo a él le competía volver a levantarse y con su propio afán librar la contienda de la áspera realidad.

Por fin, logró avanzar unos metros, entonces miró hacía atrás y vio allá en la lejana entrada el hada diminuta de la esperanza que con la mano le instaba a seguir avanzado. Contempló el largo trecho recorrido y le parecieron muchos los escollos sorteados, aunque perceptibles en la huella de aquellas paredes que había hecho tan suyas.

De cuando en cuando el polvo del camino y el fragor de la pelea le agotaba y tenía que hacer un alto. Se lavaba las contusiones, se sentaba, bebía agua y se daba un pequeño respiro. Por unos instantes era proclive a perdonarse los fallos y a considerar hasta solo como graciosas piruetas de equilibrista sus dudas en la cuerda floja. Pero, solo consistía en una ligera veleidad, en hacerse la ilusión de ser mejor a través del humo de la propia complacencia.

Cuando la engañosa embriaguez se extinguía, entonces con más cruel nitidez percibía el angosto y difícil sendero de la humildad que nunca dejaría de recorrer. Sabía que allá en la cima brillaba la estrella más difícil de conseguir, la perfección, solo reservada a los más hábiles y valerosos caminantes, aquellos que se vencen a si mismos.

Alguien le había dicho que con los años la senda que llevaba al interior del castillo la reconocería mejor porque él ya se habría convertido en un experto centinela. Lo único esencial sería estar atento y vigilante a cada recodo, a cada travesía, a cada puente y con facilidad reconocería las señales que le permitirían atravesar con éxito aquel inmenso castillo.
¡Qué ilusiones vanas! ¿Acaso no son los últimos metros hasta llegar a la meta los más penosos?

Está próximo el día en que la voz del heraldo anuncie “Se acabó el juego” y en ese momento Theodore paseará su mirada atónita por el ancho valle de la vida y le parecerá imposible haber transitado por él. Se despedirá nostálgico del castillo, de los fantasmales moradores y aún de sus cancerberos. Entonces caerá en la cuenta de que apenas si dispone de unas míseras acciones loables, acaso insuficientes para ser digno de pasar a otro umbral. Sin embargo, tendrá la esperanza de hallar una nueva realidad en la que ya no le hará falta entablar la lucha interior para saber quién de verdad es.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

1 comentario

  1. 1. Aurora Losa dice:

    Guau.
    Impresionante acto de reflexión, aplicable a tantos campos de la vida y a la vida misma. Voy a apuntarte un par de cosas, en realidad es sólo que me parece que se te bailaron algunas letras o que quedaban mejor en plural: “entablar batallaS de laS que no siempre salía airoso” y “cuando el polvo del camino y el fragor de la pelea le agotabaN”.
    Por lo demás me apunto tu texto como uno de mis favoritos este mes porque has aprovechado las premisas muy bien y nos ofreces un ejercicio precioso y muy bien escrito.
    Enhorabuena.

    Escrito el 30 abril 2014 a las 12:04

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.