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Escapadas. - por Bárbara

Había tomado el hábito de ausentarme después del almuerzo que servían en el internado, indefectiblemente, a las dos de la tarde. Subrepticiamente salía por la puerta trasera de la cocina, tomaba el sendero pegado al muro y me enfrentaba a la calle que recorría sin rumbo fijo.
Esa tarde mis pasos me llevaron a un callejón por el que nunca había caminado. Resultó ser un pasaje sin salida y al final del mismo, a la izquierda, oculto tras altas alamedas descubrí el castillo. Por su apariencia parecía deshabitado. Al frente tenía un grueso enrejado con una puerta también de hierro, con trabajos artísticos que simulaban una hiedra envolvente en torno a un cuerpo apenas esbozado. Me acerqué a ella y presionando el picaporte advertí que los goznes quejosos cedían a mi fuerza y despaciosamente se abrió.
El parque que rodeaba el castillo o lo que podía divisar desde donde me encontraba, lucía descuidado. Antes de llegar a la escalinata de la edificación había un estanque bordeado por pedestales y sobre ellos estatuas de dioses o héroes.
Entre las dos centrales un pedestal estaba vacío. Rodee el lago de aguas verdosas. Se podía adivinar que en otra época no lejana ello habría sido esplendoroso, pero en este momento su estado era ruinoso.
Al llegar a los mármoles de la escalera de la entrada, sin pensar en esa sensación de vació que sentía a la altura del primer botón del gabán, subí decidido y pretendí abrir la pesada puerta de madera tallada. No cedió de inmediato sino después de dos o tres intentos. Por la bóveda de vidrio que abarcaba el centro del piso superior entraba luz, la suficiente para ver los lienzos pintados que cubrían las paredes y el piano de cola que adornaban la sala.
Ningún ser humano encontré allí, sólo un gato amarillento se arqueaba entre mis piernas. Esto me hizo pensar que alguien viviría en el castillo.
Sin saber que explicación daría si me la solicitaban, subí al piso siguiente. Me acerqué a los ventanales que daban hacia la entrada, que suponía principal y desde allí miré el estanque. Observe que una de las esculturas centrales era un centauro y la otra me pareció un minotauro. Al volver a recorrer con la vista me quedo atónito, ante la columna que hasta ese momento estaba vacía, se erguía un busto de mujer con un velo negro cubriéndole el rostro que se mecía con la brisa, en el que se veía dibujado en blanco una mariposa con las alas desplegadas y sobre un borde del pedestal, una rosa roja. Me frote los ojos y cuando los abrí estaba el pedestal nuevamente vacío.
Me introduje en una habitación que resultó ser una biblioteca, cuyos estantes cubrían tres paredes, del piso hasta el techo. En la otra pared, destaca una ventana de gruesos cristales tallados que daba al jardín posterior del predio. A un costado, la pared descascarada habla del abandono en que se encuentra. Se podía imaginar figuras entre las pinturas encimadas, según fijo la vista con mayor o menor intensidad, la pantera que daba el zarpazo se convertía en una figura estilizada que se lanzaba de un trampolín a una pileta de agua azul, que era en realidad otro espacio descascarado, donde aparecía una pintura vieja.
Jugué a encontrar imágenes o figuras en lo desconchado de la superficie de los muros. Pero llegaba la hora en que debía regresar al internado y me dije: Se acabó el juego. Descendí presuroso las escaleras y salí del lugar apenas respirando y a paso vivo.
Recordé en ese momento que en otras de mis escapadas anteriores concurrí a un cementerio que estaba bastante retirado del poblado. Me complacía leer los epitafios de las lápidas e imaginaba como Edgar Lee Masters, había escrito la historia de los personajes del pueblo mostrando sus pobrezas, sus pecados, sus horrores y traiciones a través de sus muertos en la Antología de Spoon River.
Adentrándome por el laberinto de callejas donde también había panteones y mausoleos, me llamó la atención una tumba solitaria, al acercarme vi una rosa roja apoyada en su losa y al querer enterarme a quien pertenecía, encontré esculpida en el mármol una mariposa con las alas desplegadas.

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