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UNA TARDE ESPECIAL - por Mª ANGUSTIAS CARRASCOSA JIMENEZ

Hoy hace un calor denso dentro de la pequeña sala de visitas. . Se nota la llegada de las vacaciones porque ha venido muy poca gente a visitar a sus familiares
Cuando han traído el carro con las tazas de café con leche y los pasteles, mi amigo ha hecho un gesto con la cabeza rechazando coger la merienda.
Tampoco me ha pedido que lo saque en su silla de ruedas por los jardines de la plaza, ni que le deje mi pequeño ordenador de bolsillo con el que tanto le gusta jugar al ajedrez.
Hoy lo he encontrado más ausente que otras veces, más nostálgico, más lejano.
Su rostro tiene una marca de tristeza y sus ojos, habitualmente azules, destilan un color más acuoso, más difuso.
Recuerdo que por estas fechas me contaba siempre que lo más hermoso que vivió de niño fue la primera vez que acudió al circo. Tenía 12 años.
Yo me he aprendido de memoria su relato.
Su hermano mayor había venido desde Mallorca con una semana de vacaciones. Tenía 20 años y había conseguido trabajo fijo en una fábrica de plásticos.
Su llegada al pueblo fue todo un acontecimiento porque conducía una moto de 500cc. y vestía con un traje elástico de color negro muy ceñido, y un casco azul con franjas plateadas.
Le traía un pastel salado relleno de atún, cebolla picada y tomate que él no había probado antes; un silbato para amaestrar perros que emitía un sonido que solo podían escuchar ellos y un llavero transparente con líquido en su interior, en el que nadaban varios peces tropicales diminutos.
Se sintió el rey de su clase, cuando al día siguiente lució sus regalos ante todos sus compañeros.
Por la noche, su hermano le dijo que si era valiente lo llevaría en su moto. Él no lo dudó y le pidió que, antes de marcharse, le llevase al circo que anunciaban en la radio. Su hermano aceptó.
Aquél día se sintió casi un hombre, dio un efusivo beso a su hermano y supo que así es cómo uno se hacía de pronto mayor.
Lo que vino después fue la consabida envidia de todos sus amigos del colegio; la admiración de la niña que vivía en el piso de abajo y a la que despedía sonriendo cuando se bajaba del autobús de regreso del clase; el terror de su madre ante la marcha de los dos hijos, el mayor y el pequeño, a lomos de la rugiente moto.
Luego, describía con auténtico detalle todas las emociones que viviría aquella tarde especial: la sorpresa que se llevó al comprobar la feroz imagen de los tigres; el tamaño imponente de los elefantes y el efecto casi mágico de los saltos de los trapecistas sobre sus altos columpios.
Al final, siempre terminaba su relato enseñándome una vieja caja de madera donde guardaba la entrada de aquella tarde especial vivida en el circo, junto a otras entradas que vinieron mucho después: campeonatos de baloncesto, conciertos de rock, proyecciones de cine independiente y exposiciones de pintura vanguardista.
Pero, por mucho que había viajado y vivido, mi amigo nunca faltaba a cita de la fiesta estival de su pueblo, cada mes de agosto.
Emulando a su hermano mayor, él hacía siempre lo mismo cada verano con su sobrino pequeño: le llevaba regalos; le montaba en su moto y le llevaba al circo. El premio, un beso y una enorme sonrisa.
Así revivía año tras año aquella experiencia que le marcó profundamente.
Después vino lo que dio un giro de 180º a su vida, abriendo otra nueva etapa muy diferente.
Una mañana lluviosa de marzo.
Un cruce junto a una gran avenida.
Un semáforo en verde.
Un todoterreno circulando por su derecha se saltó un stop.
Un golpe brutal le lanzó despedido de la moto a más de 100 metros.
Tres días en estado de coma en el hospital.
Se pararon todos los recuerdos.
No sintió más que una descarga eléctrica en la columna y después nada. Nunca más.
Esta tarde yo apenas he conseguido arrancarle una liviana sonrisa, cuando le he preguntado si vio el partido de fútbol celebrado anoche, en el que ganó su equipo favorito.
Casi con seguridad, el sábado le llevaré dos entradas para el espectáculo del Circo del Sol que viene a la ciudad.
Quiero que vuelva a revivir conmigo aquellas emociones que tantas veces me ha contado y que se sienta feliz de seguir vivo.
Él lo habría hecho también por mí. Estoy seguro.

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10 comentarios

  1. 1. Lagarto dice:

    Muy emotivo.

    No entiendo muy bien el porqué de la frase “Se pararon todos los recuerdos” en ese momento estabas relatando lo que le sucedió al protagonista. Y esta frase yo la entiendo como que él deja de recordar aquel día con su hermano y posteriormente con su sobrino en el circo. No sé, quizás me he liado.

    Por lo demás me parece un buen relato.

    Un saludo.

    Escrito el 27 mayo 2014 a las 17:07
  2. 2. Gabontza dice:

    Hola Mª Angustias:
    Me gusta especialmente las frases escritas como párrafos del final. Le dan un ritmo muy especial.
    Y por ser puntillosa porque lo soy un poquillo, en el primer párrafo “visitas” y “visitar” están muy cerca y suena demasiado. Yo lo cambiaría.
    El relato está muy bien, emotivo y bien narrado. ¡Felicidades!

    Escrito el 28 mayo 2014 a las 11:38
  3. 3. Adella Brac dice:

    Buena historia 🙂
    ¡Sigue trabajando!
    Un saludo.

    Escrito el 29 mayo 2014 a las 14:14
  4. 4. Aurora Losa dice:

    Muy emotivo y muy bien escrito, hay un riesgo grande en usar varios tiempos verbales, esas historias que entrecruzan momentos distintos en el tiempo.
    El proceso del accidente me ha parecido brillante.
    Y la simpleza del sentimiento final me ha conmovido, a veces tratamos de volverlo todo tan literario que nos olvidamos de que dos simples palabras dicen mucho más que un párrafo entero.
    Enhorabuena.

    Escrito el 29 mayo 2014 a las 15:23
  5. 5. Ana Vera dice:

    No sé lo que decirte, salvo que me has dejado hecha polvo.

    Escrito el 30 mayo 2014 a las 22:41
  6. 6. Carlos Dauro dice:

    Al final a los buenos les pasan las cosas malas, pero en esta historia nos haces sentir cierta envidia de ese hermano mayor, de ese tío que todos hubiésemos deseado tener en algún momento… me has dejado el corazón en un puño. Enhorabuena.

    Escrito el 1 junio 2014 a las 08:10
  7. 7. Escarlata dice:

    MªAngustias me ha emocionado mucho tu relato y refleja el valor de la amistad, ya que el narrador está con su amigo enfermo. Tienes un gran talento para escribir.
    Felicidades y saludos 😉

    Escrito el 1 junio 2014 a las 12:34
  8. Como muy bien ha dicho Carlos, a los buenos les pasan cosas malas. Sin embargo, has relatado la historia de maravilla y te has limitado a mostrarla, sin intervenir. Que conste que es muy difícil hacer eso, pero me has enganchado desde la primera línea.

    Por favor, pásate por mi relato cuando puedas a ver qué te parece. Es el número 22 de esta recopilación.

    Enhorabuena de nuevo.
    Un abrazo.

    Escrito el 8 junio 2014 a las 15:37
  9. 9. José Torma dice:

    Hola Ma Angustias.

    Que bonito relato, del amor fraternal. Todo platicado con gran clase y pauta. Se lee de tiron. A mi me dejo con ganas de llamar a mi hermano.. no lo hare jaja pero lo pense jaja

    Escrito el 9 junio 2014 a las 22:44
  10. 10. Cristina dice:

    Hola, un relato muy emotivo.
    Me ha gustado mucho, sobretodo esa fidelidad del amigo que le acompaña tras el accidente, y la admiración que el protagonista tiene por su hermano mayor. Un poco dura la historia del accidente, pero muy bien explicada.

    ¡Felicidades!

    Nos leemos.

    Escrito el 17 junio 2014 a las 10:36

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