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Los malabaristas son prácticamente personas - por Luciano Sívori

Web: http://www.viajarleyendo451.blogspot.com.ar/

Antes que nada definamos un concepto. El clásico —y nunca bien ponderado— “malabarista de semáforo” es un ser peculiar, joven y de impecables capacidades motoras. Entre indisimulados gestos de desprecio para no colaborar con una moneda, el zaparrastroso renegado social manipula objetos en el aire (mazas, clavas o platos chinos), volteándolos, sacudiéndolos, convulsionándolos, evitando que caigan al suelo. Su ostentoso acto culmina en un pedido de gratificación económica por su función.

Un malabarista de semáforos de aquellos era Estanislao López Errarte.

Alrededor de la mesa, Estanislao sonreía confiado, Victoria sonreía nerviosa, Silvia sonreía incómoda y Héctor estaba simplemente incómodo, vistiendo una innegable cara de culo. En la presentación oficial del novio, el agasajado se había presentado mugroso, de camisa sin tres botones, y con facturas de dudosa calidad. Para complicar más las cosas, la última frase de Victoria había tenido el efecto contrario al esperado.

— Estanislao es malabarista, papá.
Silvia largó un grito agudo y se llevó las manos a la boca.
— ¡Por todos los santos! ¿Cómo te enteraste?
— Fue en la primera noche que hicimos el amor. Las estrellas resplandecían en la gloriosa noche (estábamos en un camping, acurrucados a metros de nuestra carpa) —Victoria le dio un beso a su muchacho en la mejilla. Sin dejar de mirarlo, continuó:—. Se levantó y agarró tres naranjas. Lo que me mostró fue mejor que el sexo, mamá. ¡No sabés! ¡Cómo flotaban esas frutas en el aire! Me sentí embobada ante aquel circo nocturno. Después tomó cinco anillos. Me hizo malabares toda la noche… no quería que parara. ¿Papá te hizo malabares así alguna vez?
— ¡Es suficiente! —rugió Héctor, de pronto, soltando una ira que venía conteniendo. Silvia tuvo que abanicarse para no sentir que se desmayaba—. ¡No voy a permitir que un degenerado como éste salga con mi hija! ¡Se acabó!
Héctor miró a Estanislao a mis ojos.
— Te vas de mi casa, infeliz.
— ¡Papá!
— “Papá” nada, jovencita. ¡Ay, si yo tenía mis sospechas!
— Tranquila, Vicky. No te preocupes —dijo el novio—. Por cierto, muy rico su mate señora González.
— ¿Vos me estás tomando el pelo, pendejo? —explotó Hector—. Un malabarista… ¿un malabarista? Hija, ¿cómo podés andar con este boludo?
Victoria no pudo contener el llanto. Héctor dirigió una efusiva mirada a su potencial yerno.
— Así que el “señorito” eligió no participar del circuito formal del trabajo. ¡Felicitaciones, mi hippie amigo!. Lamentablemente, el dinero no crece entre sueños florales, lúdicas teorías de revolución y charlas filosóficas. Es la remuneración otorgada por un trabajo realizado. ¿Qué trabajo hacés vos? ¿Agarraste una pala alguna vez? ¿Diste vuelta una tuerca? Porque yo sí…
— Héctor, tal vez el chico no tiene la culpa…
— Y encima se hacen llamar “artistas”… El día que me maraville con un acto de los suyos, el día que logren sacarme un mango, es el día que voy a estirar la pata… carajo.
Héctor tuvo que detenerse para tomar aire. Estanislao se mantenía inerte, exactamente en la misma posición. Su rostro permanecía frío, imperturbable. Victoria lloraba descontrolada, y su madre se acercó para abrazarla. Un perturbador silencio que se extendió por varios minutos. Finalmente, Estanislao llevó su silla hacia atrás y se levantó.
— Lamento muchísimo esta penosa situación que generó mi presencia, señor González. Yo también me he avergonzado de mi profesión en su momento. De chico comencé a balancear naranjas en el aire y mamá dijo que tenía talento. Mi viejo, sin embargo, decidió que la mejor forma de enseñarme a “ser alguien normal” era echándome a la calle. La vida me presentó a Guillermo Frondizi, el más grande malabarista que alguna vez vio la Argentina. Antes de poder darme cuenta, hacía equilibrio con cinco bastones de fuego. Hoy ya no siento vergüenza, señor González. Conozco toda la ciudad, y he viajado por toda América Latina. Gano doscientos pesos por día cuando no estoy muy esmerado. Estuve para la International Jugglers Association en el 2009. Este año comencé una Academia de Malabaristas para niños de 6 a 17 años. Tengo más de treinta inscriptos. Muchas veces me gritan cosas en la calle, insultos porque interrumpimos el tráfico. Ya no me avergüenzo, ni de hacerlo ni de confesarlo. Es la profesión que elegí para mi vida, es un arte. Es mi arte.
— Gana más plata que yo, Silvia —le susurró Héctor al oído.
Una nueva calma inundó el cuarto.
— Pibe —dijo Héctor, finalmente—, tenemos dos o tres naranjas en la cocina. ¿No nos mostrás un poco de qué se trata?

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15 comentarios

  1. 1. lunaclara dice:

    Muy bien escrito, Luciano! Me ha encantado!! Se lee súper rápido y he estado en tensión todo el tiempo, hasta la parrafada final del novio, que me ha dejado sin respiración; a mí y al papá, jeje…
    Felicidades!!

    Escrito el 27 mayo 2014 a las 16:13
  2. 2. Ana Vera dice:

    Muy bonito, todo un alegato contra esa mala costumbre de juzgar a los demás… precioso, ¡enhorabuena!!

    Escrito el 27 mayo 2014 a las 18:31
  3. 3. forvetor dice:

    wenas Luciano,
    lo que más me ha gustado del relato es el tono del narrador en la primera parte, esa complicidad con el lector me parece muy sugerente. el fondo de denuncia contra los prejuicios sociales también es un punto a favor.
    pero no acaba de convencerme la conclusión, específicamente las dos últimas frases del señor padre… hasta ahí era un bicho prejuicioso y mal hablado, con la frase susurrada (sobretodo) lo caricaturizas y haces que pierda fuerza la denuncia. pero, vamos, es sólo mi opinión 😉
    un buen relato en suma, a seguir así. nos leemos!
    Sergio Mesa / forvetor
    http://miesquinadelring.com/

    Escrito el 27 mayo 2014 a las 19:58
  4. 4. José Torma dice:

    Hola amigo Luciano.

    Una y mil veces he intentado hacer malabares con naranjas pelotas o lo que encuentro. Siempre con resultado desastrosos, no es lo mio definitivamente.

    Hubo dos partes que me sonaron raras. La presentacion de los personajes a la mesa me confundio. Primero no entendi quien era Silvia si la mama o la novia. Luego se me hizo aparente que Victoria es la novia.

    Cuando la novia dice que es malabarista el le pregunta que como se ha enterado? confuso para mi, incluso todo el parrafo siguiente me mareo.

    Al final como te comenta Sergio, desmerece la actitud del papa que se deja deslumbrar por el dinero y cambia de parecer.

    Al final del dia me entretuvo y creo que a pesar de mis limitaciones para entender algunas partes, la historia se sostiene muy bien.

    Felicidades.

    Escrito el 27 mayo 2014 a las 22:45
  5. 5. marazul dice:

    Es una historia que en principio parece graciosa. Está bien narrada y con buenos golpes de efecto ” esa demostración mejor que el sexo”, pero que a la larga muestra todo su realismo (el dinero que abre todas las puertas)
    Aunque lo que más destaco es la valoración o reconocimiento que hace de ciertas actividades poco valoradas. Cualquier actividad o trabajo si se hace bien es muy digno. Eso y que está bien escrito en cuanto a la forma con su presentación, nudo y desenlace. Y en cuanto a que hay tensión….hay conflicto. Un saludo

    Escrito el 27 mayo 2014 a las 23:51
  6. 6. Aurora Losa dice:

    Te tenía “fichado” y de nuevo no me defraudas.
    Felicitarte por este alegato en favor de los “artistas” y la dificultad a la hora de que se tomen en serio esos oficios, pero cómo van a hacerlo y los propios “artistas” no lo hacemos. Me ha llevado al post de Iria cuando nos contó la primera vez que declaró que su trabajo era “escritora”.
    La situación que planteas es, a veces trágica, a veces cómica, y otras como la vida misma, sin más.
    Me quedo con la presentación Estanislao y con la puesta en escena del encuentro: “Alrededor de la mesa, Estanislao sonreía confiado, Victoria sonreía nerviosa, Silvia sonreía incómoda y Héctor estaba simplemente incómodo, vistiendo una innegable cara de culo. ” Brillante.
    Enhorabuena.

    Escrito el 28 mayo 2014 a las 18:15
  7. ¡Chicos! Gracias a todos por sus comentarios aportes. Prometo hacer lo posible por leer todos sus relatos y dar algún feedback también.
    Quiero contarles lo que me pasó con este cuento, y que respondería a algunas consultas sobre el final que marcan algunos de ustedes. Comencé a escribirles y quedó como quería, incluso con un final super delirante que le da más sentido al título. Pero superaba ampliamente las 750 palabras, así que tuve que acortarlo por donde pude y el final sufrió. Lo convertí en este que es más abrupto, incompleto, quizás vacío.
    Si les interesa el relato completo (el original, digamos) se los puede facilitar. Solo contáctanme vía mail (mi mail este en mi blog).
    A los que me tienen “fichado”… ¡wow! Muchas (pero muchas) gracias. Se siente bien formar parte de esta comunidad.

    ¡Saludos desde Argentina!
    Luciano.
    http://www.viajarleyendo451.blogspot.com.ar/

    Escrito el 28 mayo 2014 a las 18:55
  8. 8. Milano Salvi dice:

    Che, Lucho, me encantan tus cuentos! Yo tambien te tengo fichado. Coincido con lo que dijeron allá arriba, ahora me paso por tu blog para leer el original. Te sigo leyendo! Saludos desde la plata, argentina.

    Escrito el 29 mayo 2014 a las 03:10
  9. 9. NHICAP dice:

    Hola Luciano,
    Estupenda historia y las caracterizaciones de Héctor y Estanislao. El toque de humor que destila el texto está bien logrado, así como la tensión mantenida hasta el final.
    Me ha gustado. Enhorabuena
    Un abrazo

    Escrito el 29 mayo 2014 a las 13:06
  10. 10. Pato Menudencio dice:

    He estado tratando de leer lo que más puedo y por fin leí tu relato.
    Me ha sorprendido, muy bueno, lo leí de un tirón. Una lectura rápida, amena, y un final muy simpático.
    Felicitaciones.

    Escrito el 29 mayo 2014 a las 23:44
  11. 11. Aina Pons Triay dice:

    ¡Olé! Sí señor, un reconocimiento a los artistas y un “¡zas en toda la boca!” a quienes dicen que viven del cuento. Ojalá algún día tenga el valor de dedicarme tan sólo a mi arte… De momento necesito un “trabajo normal” para poder vivir, pero todo llega 😉
    Los compañeros tienen razón con el final un poco abrupto, pero tu explicación del recorte es comprensible. Y me uno a Aurora (chica, estamos en sintonía :)) en la presentación de los personajes alrededor de la mesa.
    Gracias por este relato, textos así nos dan aun más valor para seguir persiguiendo nuestros sueños.
    Enhorabuena.

    Escrito el 1 junio 2014 a las 12:14
  12. 12. oskar dice:

    Sin palabras, es un relato de impecable ejecución, uno lee de principio a fin sin ninguna interrupción o duda sobre el argumento. Veo con curiosidad que en argentina también existe esta forma de trabajo en los semáforos. En mi país, cada semáforo es un puesto de trabajo. Encuentras espectáculos de malabarismo, el periódico del día, refrescos, helados, café, limpieza del parabrisas, cargadores de celular, usb, etc…

    Que bueno que pasé por aca, un gusto. 🙂

    Escrito el 1 junio 2014 a las 20:20
  13. 13. Luciano Sívori dice:

    ¡Chicos! Me emocionan con sus comentarios. ¡En serio! Me gusta que, además, aportan su propia mirada sobre el relato. Me encanta cuando, a partir de un relato, se pueden comparar distintas costumbres y ritos entre países. Sé que hay varios argentinos dando vueltas por este blog, pero la gran mayoría es de españoles, ¿no?
    El intercambio es siempre interesante.
    ¡Saludos a todos!

    Escrito el 2 junio 2014 a las 14:02
  14. 14. Adella Brac dice:

    Hola Luciano, me ha gustado el mensaje del relato (se veía venir el final 🙂
    Coincido en que sería necesaria alguna aclaración en la presentación de los personajes. Por lo demás, perfecto.
    Un saludo 😉

    Escrito el 3 junio 2014 a las 14:22
  15. 15. Emmeline Punkhurst dice:

    Hola Luciano:
    Me he reído un montón con tu texto. La elección del título es muy acertada y el desarrollo, ágil.
    Le has dado un toque de humor familiar muy simpático.
    Nos vemos en septiembre por estos lares!

    Escrito el 7 junio 2014 a las 19:43

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