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Por una sonrisa - por Veronica Cervilla
Me gusta que me hagas esa pregunta. Pues creo que viene de cuando era un niño. Mi madre tenía una enfermedad de la que no supimos su nombre hasta más tarde. Ahora está de moda, pero antes no sabíamos nada. Los médicos le decían que era cansancio. Se pasaba el tiempo en la cama, sin tener ganas de hacer nada y a veces lloraba todo el día. Otras veces no se movía, sólo miraba al horizonte como si estuviera en otro mundo. La echábamos de menos, pero era como si no estuviera con nosotros. Mi hermano y yo no sabíamos qué hacer. Entonces me senté a pensar qué podíamos hacer, qué cosas hacen sonreír a la gente.
Ahí estábamos nosotros, con siete y nueve años, aprendiendo trucos de magia, haciendo imitaciones de personajes de la tele, inventándonos obritas de teatro. Poníamos la casa patas arriba buscando lo que necesitábamos para nuestros disfraces. Mi padre no tenía tiempo para fijarse en nada con el trabajo y mi madre sólo salía de la cama para buscar algo de comer. Cuando sentimos que era el momento, nos presentamos en la habitación de mi madre, bajamos las luces y las sustituimos por una que alumbraba el centro de la estancia, delante de la cama. Como si hubiéramos nacido para ello, fuimos interpretando todo lo que habíamos estado ensayando, una actuación tras otra. Mi hermano y yo lo estábamos pasando muy bien y casi nos olvidamos de por qué hacíamos todo eso, hasta que mi madre se incorporó en uno de los trucos de magia y sonrió. SONRIÓ. Su cara se llenó de vida por un momento, quizás fueron sólo minutos, no lo recuerdo, pero la imagen de su sonrisa estuvo en mi mente todo el día. Valió la pena todo el esfuerzo, los ensayos, los nervios por hacerlo mal.
El espectáculo de antes de dormir en la habitación de mi madre se convirtió en una cita que repetimos todos y cada uno de los días en los que ella vivió. Al final de cada actuación, nos deseaba buenas noches, nos daba un beso a cada uno y volvía a la oscuridad de su mente.
Aunque su enfermedad no se fue, al menos en ese ratito, sabíamos que ella era feliz. Mi madre sabía que no podía deshacerse de su condición para siempre, pero nosotros la poníamos en pausa con nuestras bromas e ilusiones de aficionados. ¿Me preguntas por qué hacemos lo que hacemos? ¿Por qué abrimos el circo cada día con la misma ilusión que el anterior? Quizás, porque no hay sensación que nos aporte más serenidad que la de saber que, por un momento, las personas que nos ven ponen sus problemas en pausa y sonríen gracias a unos niños que siguen jugando a ser payasos.
Hola Verónica
Huna historia muy bonita. Y además que se lee muy bien.
Lo único que para mí, y por hilar fino, las dos últimas líneas más o menos, como frase que termina de explicar y cierra el relato por completo se me hizo larga, no sé si por las palabras elegidas, la puntuación o que. Si te parece míratelo, me rechinó un poco, aunque puede que sea una paranoia mía.
Peor como ya te he dicho, una historia muy chula.
Saludos.
Gracias!! Me alegro de que te haya gustado. Por supuesto acepto todos los comentarios. No se deja de aprender nunca. Un saludo 🙂
Coincido con Lagarto, la historia se lee muy bien y es muy bonita. Ojalá a mí me salieran historias bonitas, porque parece que siempre acabo matando a alguien. Me gusta la filosofía que hay detrás de la historia, el mensaje. Me quedo sobre todo con eso, que es una historia que lleva consigo un mensaje de esperanza muy bonito.
Me encanta que la historia transmita ternura y esperanza. Era un poco mi intención. Muchisimas gracias por los comentarios 🙂
Coincido ocn lo que han dicho ya. Es una historia tierna con un bonito mensaje 🙂
Un saludo.
Breve, intenso y muy bonito. Enhorabuena.
Hola Verónica, el tema que trataste en tu relato me conmovió por lo tierno.
Me ha gustado como narraste la historia, además con buenas gramática y ortografía.
Me gustará volver a leerte
(Si deseas responder este comentario, por favor, verónica hazlo en mi relato, porque con la idea de leeros mucho y dar feedback a la mayor cantidad posible de textos en este mes, no creo tener tiempo de volver a pasar por aquí.)
Cordial saludo.
Muchas gracias 🙂 Me alegro que os guste el tema, es uno que me interesa bastante personalmente…y hay algo de historia personal (como con casi todos los escritores) pues payaso fue uno de mis primeros trabajos jeje
Qué maravilla, Verónica, me ha emocionado mucho tu relato, tan tierno y que explica tan bien una vocación nacida del deseo de hacer felices a los demás.
¡Hola Verónica! ¿Qué tal?
Me ha parecido una historia espectacular, muy tierna y conmovedora. Demuestras el cariño y el simple hecho de ver sonreír a los demás. Por mi parte te seguiré leyendo en futuras ocasiones.
Un saludo y enhorabuena.
Lindo muy lindo. Todo un tributo a la sonrisa, a la magia y a la alegría. Se lee con facilidad, y te metes rápidamente en la historia. Felicitaciones. Saludos.
Un relato muy tierno, Verónica.
Me ha encantado la forma de narrar la historia y la temática me ha conmovido. Escribes muy bien y me gustaría leerte en el futuro. Por favor, pásate por mi relato cuando puedas a ver qué te parece. Es el número 22 de esta recopilación.
Un abrazo.
Que tal Veronica.
Mira que bonito regalo nos has dado. Sencillo, agil, fluido. A mi no me brinco nada ni me distrajo nada. El amor de unos niños por su madre que vive en “depresion”??? me llego al tuetano.
Muchas felicidades.
Muchas gracias a todos!!
Para los que os preguntáis sobre la enfermedad de la madre, efectivamente es depresión.
Me alegro mucho de que os guste y que experimentéis todas estas sensaciones de ternura y alegría que me comentáis. Ya sabéis, a sonreír 😉
Una historia entrañable y a la vez un poco triste,
me alegra leer que los niños hacían todo eso por su madre.
Preciosa historia, felicidades.
¡Un saludo! Pasa por la mía si quieres 🙂