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El Orfanato - por Carlos Dauro

Enero de 1959.

La madre superiora del orfanato “El santo celo” de Valencia, otrora conocido como el de “La casa del pecado mortal”, subió a la tarima del comedor para dirigirse a sus niños y niñas que acababan de comer y dar gracias a Dios por haber podido hacerlo.

— Como cada año, el día de reyes la Providencia nos sorprende con sus regalos. Pues bien, este año sólo tenemos uno para todos.

— ¡Me pillo estrenarlo!— gritó alguien.

— ¿Por qué has de ser tú? — le inquirió otra.

— Porque quiero estrenar un juguete al menos una vez en la vida —respondió el otro entre lágrimas.

—Tranquilos, este año lo vamos a disfrutar todos a la vez —contemporizó la madre superiora— alguien que ha escuchado nuestras oraciones nos ha dejado en el portal un paquete con entradas para el circo. ¡Y nos vamos todos a verlo en una hora!

El silencio del comedor se transformó en gritos de alegría y unos cuantos atrevidos daban saltos por el pasillo que hay entre las mesas imaginándose que eran los saltimbanquis que iban a ver.

Una niña, María, que hoy cumple nueve años y que por primera vez en su vida ha visto cumplirse su deseo: que todos tuvieran un regalo, daba las gracias a Nuestra Señora del Santo Celo.
La niña empezó a acariciar la media medalla de la Virgen de los Desamparados que le colgaba del cuello.

Abstrayéndose del momento, imaginaba a su madre con el otro fragmento de dos puntas que encajaría entre los tres dientes de sierra de su trozo. Se la acercó a la mejilla buscando el recuerdo de los besos que su madre sin duda habría dado antes de abandonarla, con el ánimo de sentirlos y recuperarlos para ella.

A partir de mañana podrán adoptarla. El papel que envolvía su tesoro cuando la dejaron en el portal decía: “María, volveré a por ti. Lo juro por Dios”, y este juramento ha sido su ángel protector durante todos estos años para no ser dada en adopción.

— ¿De verdad te has acordado de mí en algún momento mamá?— se preguntaba gimoteando.

Su rostro de mirada color caramelo parecía el modelo con el que se pintó el ángel que hay en la Capilla de la Comunión en Valencia y sus manos para coser que para sí quisieran muchos orfebres, no haría sino facilitar su salida del orfanato.

No tenía nada más, ni a nadie más.

El aposentador los acompañó a sus asientos obsequiando con un dulce de café con leche a cada uno de ellos. El brillo en los ojos de los niños irradiaba emoción contenida.

Pronto apareció el presentador dando la bienvenida al público que abarrotaba la carpa de los sueños y aplaudía sin parar, ataviado con un traje donde las mangas, la abotonadura de la chaqueta y las perneras del pantalón, hablaban de un traje heredado de alguien con más porte y sufrido más hambruna que él.

El toque de clarines y timbales dio paso a la actuación de los perros amaestrados que realizaron toda suerte de piruetas.

Un payaso apareció en la arena imitando a los perritos provocando las carcajadas del respetable y las reprimendas por parte del maestro de ceremonias, a las que correspondía con gestos de burla acompañados de sonidos emitidos por un saxofón.

Resuelto el “incidente”, dio paso al mago que entregaba la capa a su asistenta después de saludar.

— Necesito un voluntario—inquirió el mago al público.

Un montón de manos alzadas exigían ese protagonismo.

— Alguien que cumpla años hoy— especificó.

María se quedo sola con la mano levantada.

Las ovaciones la acompañaron hasta el centro de la pista. El mago le dejó su varita mágica indicándole que debía dar tres toques sobre su chistera. Al hacerlo, un conejo salió del fondo del sombrero y se refugió dentro de una caja al otro extremo de la pista. El mago, con gesto malhumorado chasqueó los dedos y en un segundo mientras la asistenta mostraba la caja sin nada dentro, el conejo asomó su cabeza de nuevo desde donde se había escapado. Esta vez apareció enredado con un hilo del que pendía un colgante.

María empezó a llorar desconsoladamente. La asistenta del mago se acercó a abrazarla.

— Hija, he vuelto a por ti tal y como te prometí —le susurró al oído.

La cogió en brazos y delante de todo el mundo encajó las dos mitades, dándole un beso que cicatrizó nueve años de ausencias.

Fue, sin duda, mucho más que magia…

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15 comentarios

  1. 1. lunaclara dice:

    Hala! Gran final! Un poco inesperado, pero gran final.
    Felicidades!!

    Escrito el 27 mayo 2014 a las 15:37
  2. 2. Carlos Dauro dice:

    Gracias lunaclara, el orfanato existió hasta 1988 en Valencia C/ Jesús 10 y su anterior nombre venía dado por los hijos de chicas solteras.Aún hay mujeres buscando a sus madres que las dejaron en dicho orfanato. Lo de los adjetivos me costó. Me alegro haberte sorprendido. Nos esperamos hasta septiembre.

    Escrito el 28 mayo 2014 a las 07:02
  3. 3. Carlos Dauro dice:

    El anterior nombre venía dado por dejar allí los hijos de chicas solteras. (arriba está mal expresado).

    Escrito el 28 mayo 2014 a las 07:03
  4. 4. hupacal dice:

    Me ha gustado mucho! Además, al vivir en Valencia, lo noto más cerca y me atrae más aún.

    El final es precioso, por fin se reencuentran y cumple la promesa. Eso sí, me recuerda a otro texto de este taller (que te recomiendo encarecidamente) escrito por Nymeria, se llama Promesas cumplidas, si no recuerdo mal.

    Escrito el 28 mayo 2014 a las 21:01
  5. 5. José Torma dice:

    Buen texto Carlos. El final me parece atropeyado pero entiendo que la madre fue (tal vez) la que mando las entradas al orfanato.

    Creo que tuviste una muy buena idea pero la ejecucion me quedo corta, me faltaron matices, pero solo porque uno como lector es muy voraz.

    Al final me quedo con la sensacion bonita de que al fin le cumplio la promesa.

    Mi texto se llama La Promesa curiosamente, aun que la historia es muy diferente. Me dara gusto leer tu comentario.

    Saludos y felicidades.

    Escrito el 28 mayo 2014 a las 23:03
  6. 6. Chiripa dice:

    Muy bello y con un final de esos que te reconcilia con la vida!
    Es un texto bien narrado, con excelentes vocabulario y ortografía.

    Ojalá te animes a extenderlo para que nos regales más de la madre, quien no pudo tener una mejor idea que recuperar a su hija de la manera que cuentas.

    Enhorabuena, Carlos!

    Escrito el 29 mayo 2014 a las 02:24
  7. 7. Carlos Dauro dice:

    Gracias hupacal, al recibir la propuesta del taller tuve claro el tipo de relato que quería escribir, así que me documenté un poco y saqué del ostracismo aquél orfanato que , por cierto, hoy es una escuela de enfermería, pero no llegué a encontrar el nombre del circo que actuó por. aquellos años. Pasaré a leer el relato que me recomiendas.

    Escrito el 29 mayo 2014 a las 07:26
  8. 8. Carlos Dauro dice:

    Gracias José Torma y Chiripa por vuestros halagos, la verdad que sí, hay historias que merecen más de 750 palabras. Una madre dejando a su hija por necesidad, nueve años con sus días y noches, horas y minutos esperando ese momento. Sí fue su madre quién dejó con lágrimas en los ojos las entradas después de cerciorarse que allí estaba ella. ¿imagináis lo que sentiría? Sí, da para mucho. Igual me animo este verano. Pasaré a leeros.

    Escrito el 29 mayo 2014 a las 07:32
  9. 9. NHICAP dice:

    Hola Carlos,
    Entrañable relato y sorprendente final. Me ha gustado el estilo sencillo de la narración que muestra con maestría los sentimientos de la niña y el comienzo de la representación de la función de circo.
    Felicidades, me parece un estupendo relato.
    Un abrazo

    Escrito el 29 mayo 2014 a las 08:50
  10. 10. Ana Vera dice:

    Ay, estoy llorando, joío… qué bonito!! y escrito con una elegancia y una corrección indiscutibles. ¡¡Enhorabuena, me ha llegado al alma!!

    Escrito el 30 mayo 2014 a las 14:14
  11. 11. Carlos Dauro dice:

    Gracias NHICAP, lo de escribir sin adjetivos, de verdad, que fue un reto para mí
    Ana, gracias por esas lágrimas y tus comentarios. Nos seguiremos leyendo.

    Escrito el 1 junio 2014 a las 07:54
  12. 12. Escarlata dice:

    Enhorabuena Carlos. Me ha encantado el transcurso del relato, lleno de melancolía, y el final, que pone punto a una triste historia. Sin ninguna duda, es un texto emocionante.
    Espero seguir leyéndote en futuras ocasiones, ya que es la primera vez que participo en el taller.
    Felicidades y un saludo 😉

    Escrito el 1 junio 2014 a las 15:11
  13. Enhorabuena por el relato, Carlos.

    No me esperaba el final. Ha sido grandioso y me ha sobrecogido. A decir verdad, ha sido una forma muy elegante y justa de terminar la historia. La pequeña María tuvo fe hasta el final. Muy bonito y emotivo.

    Ha sido un placer leerlo.
    Un saludo desde Córdoba.

    Escrito el 1 junio 2014 a las 21:07
  14. 14. Emyl Bohin dice:

    Un relato interesante, vamos qué me he puesto a investigar sobre el lugar y las costumbres. Y sobre el Hospital General y la Casa de Expósitos. Posee un final fuerte y rápido como un puñetazo que golpea sobre las emociones. Que se me ha puesto un no sé qué en la garganta.
    La palabra aposentador me ha resultado extraña y al buscarla parece que su significado no se adecua al texto.
    Enhorabuena un relato muy emotivo.
    Saludos.

    Escrito el 2 junio 2014 a las 05:38
  15. 15. Carlos Dauro dice:

    Hola Luis, gracias por tus comentarios, me alegra haberte sorprendido con el final.
    Gracias Emyl Bohin por tu tiempo y tus palabras tan halagadoras. Me dejaste intrigado con lo de “aposentador” y busqué en el diccionario la palabra. Efectivamente en el sentido literal de la palabra no tiene nada que ver pero en Castellón y Valencia, antes en los cines y espectáculos similares habían una o más personas que te acompañaba hasta tus asientos y siempre se les ha llamado acomodadores. Creo que no hubiera sabido su significado en el diccionario sino es por tu puntualización. No obstante creo que está bien empleado. Gracias.

    Escrito el 4 junio 2014 a las 08:03

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