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COMO LOS PAYASOS - por Marta

COMO LOS PAYASOS

Los niños querían ir al circo. Traté de disuadirlos con todos los argumentos posibles, pero fue inútil. Para ellos sería la primera vez y eso los tendría ansiosos hasta que llegara el fin de semana.
Para mí era muy distinto. Hacía diez años que había pisado una carpa por última vez. Antes de aquella noche ese tipo de espectáculo no significaba nada para mí. Es más, no me gustaban los payasos porque en el fondo me parecían personas que debían hacer reír mientras ellos lloraban por dentro. Además detestaba ver a los domadores que manejaban a los animales como si fueran caricaturas de ellos mismos.
Esa noche el espectáculo se desarrollaba con cierta pereza hasta que llegó el turno de los trapecistas. Apareció una pareja, ambos con mallas cubiertas de plumas. Subieron a la cima del andamiaje. Los aplausos apenas dejaban escuchar los acordes de la orquesta. Sin duda eran el centro de la fiesta.
Comenzaron con su rutina, semejando pájaros que se desplazaban libremente hacia uno y otro lado. En los últimos momentos, ella se soltó para ir al encuentro del hombre que la sujetó con precisión en el aire para elevarla hasta la seguridad de su trapecio. Una vez juntos cerraron el cuadro con un beso cinematográfico. La función había terminado pero yo seguía con la imagen de aquella joven en mi retina. Debía conocerla esa misma noche. Sin prestar atención a los consejos de mis compañeros de salida me dirigí al camerino de la mujer y sin pensarlo llamé.
A partir de aquella noche vivimos el amor. Muy pronto nos casamos. Ella había dejado su pasado en el circo e iniciaba una vida puertas adentro.
Tuvimos dos hijos que nos enorgullecían.
Aún eran pequeños cuando el circo volvió a nuestra ciudad. El carácter de mi esposa comenzó a cambiar, la ansiedad y el malhumor eran la regla frente a nimiedades. Se ausentaba de casa con frecuencia y volvía horas después sin dar detalles de sus salidas. Cuando el circo levantó la carpa ella hizo lo propio con sus valijas y nos abandonó. Al momento de partir dejó en mis manos un sobre y se alejó sin volver el rostro. Aún conservo el papel donde confesaba que no podía ir en contra de su naturaleza y que la estancia en el circo le permitiría vivir en libertad. También me pedía perdón por el daño que nos hacía y esperaba que algún día pudiéramos entenderla.
Pasó el tiempo y re hice mi vida. La naturaleza se imponía al dolor de su ausencia. Además mis hijos necesitaban el amor de otra madre. Encontré a una mujer que me amó a pesar de la melancolía que invadía mi espíritu cada vez que los recuerdos intentaban aflorar. Nunca le he agradecido lo suficiente la paciencia que tuvo con nosotros y la dedicación que volcó en los niños.
Han pasado años y sin embargo aún hoy cuando escucho algo relacionado con el circo siento que se me erizan los pelos de la nuca, pero debo afrontar la prueba, llevaré a mis hijos al espectáculo y seré un payaso más.

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3 comentarios

  1. 1. José Torma dice:

    Que triste relato, el amor mal correspondido, el espiritu libre que no puede ser aprisionado. Me gusto mucho el retrato y sobre todo el uso tan sutil y romantico de la primera persona.

    Felicidades.

    Escrito el 28 mayo 2014 a las 00:28
  2. 2. Ana Vera dice:

    Sí, es triste, tiene un tono melancólico muy envolvente y está bastante bien escrito, salvo lo de “re hacer” rehacer) y la oración que viene después “la naturaleza se imponía al dolor de su ausencia”, que yo no logro entenderla.

    El tema me gusta, que después de 10 años una persona no haya logrado superar aquello y siga ahí estancada en ese dolor, me gusta, porque es una situación tan común para todos y tu relato hace reflexionar sobre la absurdez que es persistir en los rencores del pasado.

    Me ha gustado mucho la última frase, “seré un payaso más”, porque empatizas mucho con el protagonista, que es así como se siente.

    Escrito el 28 mayo 2014 a las 11:33
  3. 3. NHICAP dice:

    Hola Marta,
    Fui uno de tus comentaristas y reitero mis impresiones sobre tu buen relato. Animo y potencia tu propio estilo.
    Un abrazo

    Escrito el 28 mayo 2014 a las 23:37

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