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Jam of Kisses - por Moona

Web: http://moonanet.blogspot.com.es/

Esta mañana no sabía nada de ella. Iba hacia el trabajo, soportando estoicamente el mismo atasco de siempre. Llevaba mi música puesta, que suele animarme. No soy de los que se desesperan en cuanto se monta el circo. Sé que no sirve de nada, así que prefiero tomarlo con calma y disfrutar del momento centrado en otras cosas. Me gusta perder la vista en el cielo de Madrid mientras conduzco pensando en lo que me depara el día, y a veces, en los atascos, me dedico a observar a los conductores que circulan a mi lado.

A mi izquierda, un niño pegaba la cara en el cristal de su ventanilla, dejando que su nariz se aplastara. Se separó y me sonrió tímidamente al verse sorprendido. Le devolví la sonrisa, como diciendo "no pasa nada, chaval", y seguí a lo mío según avanzaba un poco mi carril. Apenas unos metros después, nuevo parón. Esta vez, a mi derecha, una mujer se afanaba en escribir en su móvil aprovechando la detención, pero lo dejó caer sobre su regazo al reanudarse la marcha. Su lugar lo ocupó un señor con cara de malas pulgas. Por suerte, duró poco la visión y avancé de nuevo otro poquito. Percibí por el retrovisor que se colaba tras de mí un coche que cambiaba de carril. Un atasco es como un tablero de bloques que se van colocando lentamente, y a veces hay que aprovechar los espacios que se abren. Vi en el luminoso que quedaba aún un kilómetro de tapón y me vino a la mente la pila de cosas por hacer según llegara a la oficina.

Me fijé entonces en la chica que conducía detrás de mí. Estábamos prácticamente parados en ese tramo, avanzando solo unos metros cada vez, y ello me permitía mirarla descaradamente. Iba con la música puesta también, o eso sospeché, porque aunque no oía lo que ocurría en su vehículo, movía la boca a ratos y llevaba la cabeza de un lado al otro con cierto ritmo. Sí, sin duda cantaba. De tanto en tanto sus manos agarradas a la parte alta del volante, liberaban los pulgares y daban golpecitos rítmicamente, como si marcaran el compás a golpe de baqueta. Llegó el momento del estribillo y explotó a cantar y contorsionarse bailando todo lo que un coche permite. Desde luego lo vivía, lo dio todo en esa canción. No pude evitar girarme y hacerle una seña levantando el pulgar y acto seguido juntar mis palmas en un aplauso. Al darse cuenta se sonrojó por haber sido pillada in fraganti y estalló en carcajadas. Ya me lo había parecido, pero al verla reír, confirmé mi sospecha: era toda una preciosidad.

Ella vio un hueco abierto a su derecha y efectuó un cambio de carril. Yo estaba en ascuas por verla más de cerca. En paralelo a mí, bajó su ventanilla y yo hice lo propio.

—Me pillaste. ¡Qué vergüenza! Es que me encanta esa canción.

—Chapeau! —repliqué sonriendo—. Lo mejor de mi día hasta ahora.

—¡Jajaja! Me alegro de haber contribuido.

Avanzamos aprovechando que nuestros carriles iban parejos, y nos mirábamos de tanto en tanto.

—¡Oye! —alcé mi voz sobre el ruido de los coches—. ¿Y si te propongo contribuir más? Te invito a una cerveza esta tarde. Me llamo Darío.

—Ehhhmmmm… Estoy loca pero… ¿por qué no? Soy Eva. Espera, te paso mi teléfono.

Empezó a hurgar en su bolso frenéticamente y al instante sacó un papel de la cartera y un boli, y se puso a anotar algo. Hizo una pelotita con el papel y me lo lanzó a través de la ventana, con tan poca suerte que fue directo al asfalto. Ambos soltamos al unísono un "¡Noooo!" y echamos a reír. Las filas avanzaban y había que reanudar la marcha, nos gustara o no.

—¡Quiero verte! —voceé por la ventana y avancé un poco.

—Vale —dijo colocándose a mi altura—. Sobre las ocho estaré libre. ¿Dónde?

—¿Conoces The Irish Rover? Nos vemos allí.

Tenía que decir algo rápidamente. Intuía que su salida se aproximaba y Eva callaba mientras ambos avanzaban despacio.

—¡Hecho! —respondió por fin. Se llevó la mano a los labios y me lanzó un beso antes de desaparecer por la derecha.

Hace muchas horas de eso. Acabo de salir de la ducha y de ahí, rumbo a conocer a Eva. Llevo todo el día sin poder quitarme ese beso de la cabeza. Y sé que quiero más.

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6 comentarios

  1. 1. Ana Vera dice:

    Muy chulo, ya ves, detrás de las cosas más cotidianas y sencillas hay un gran historia!!

    Escrito el 27 mayo 2014 a las 18:55
  2. 2. forvetor dice:

    pues sí, un relato sencillo y directo, de esos que te dejan con una sonrisa. felicidades Moona!
    un saludo, nos leemos!
    Sergio Mesa / forvetor
    http://miesquinadelring.com/

    Escrito el 27 mayo 2014 a las 20:05
  3. 3. Peter Walley dice:

    Precioso, bien hecho.

    Escrito el 30 mayo 2014 a las 06:33
  4. 4. Chiripa dice:

    Moona, que gusto leer tu relato! De esos que te dejan es buen sabor y que te hacen pensar, como Darío, que quiero más!
    El tema perfecto para continuar desarrollándolo!
    Enhorabuena y felices vacaciones!

    Escrito el 1 junio 2014 a las 00:36
  5. 5. Marazul dice:

    Don´t worry,be happy…..Tu relato me ha recordado esa canción que es toda una filosofía de vida.
    No sabemos quién era “ella” ni lo que les había sucedido pero algo se intuye. Y lo mejor ese mensaje positivo y lleno de vida. Una historia sencilla, divertida y bien contada. Un saludo

    Escrito el 1 junio 2014 a las 22:58
  6. 6. José Torma dice:

    Hola Moona.

    Muy buen relato, cotidiano, sencillo y muy bien relatado. El saber hacer lo mejor de una situacion adversa.

    Me gusto mucho.

    Saludos

    Escrito el 10 junio 2014 a las 17:59

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