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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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Marta - por Alejandro Cadenas

José Cuervo apareció en la fiesta de la mano de Marta presagiando el desastre. Imponente, preciosa, alegre de vino y con ganas de olvidarse de algo sirvió dos vasos, me ofreció uno y mirándome a los ojos dijo:
-Por los amigos.
Cuatro rodajas de limón después, un beso.
Cuando desperté a la mañana siguiente con resaca y tratando de desmadejar lo que ocurrió la noche anterior ya se había marchado sin dejar ni una nota, como siempre.

Marta comenzó a viajar a los doce años. Su padre estaba muy enfermo y ella y su familia se mudaban constantemente persiguiendo a este o aquel especialista en esta o aquella clínica. Desgraciadamente el caro y larguísimo hilo de esperanza que marcaba su itinerario resultó no llegar a ninguna parte, para cuando murió su padre Marta tenía 14 años y no tenía dinero para comer a diario. En esta situación no pudo emplear los años necesarios para recuperar sus estudios y acabar el instituto, así que tuvo que trabajar a tiempo completo.
Tras muchos y muy diversos trabajos la pasión por escribir le llegó en una expedición arqueológica en Egipto, su novio era miembro del equipo y consiguió enrolarle como ayudante de campo. Además de encargarse de la comida, el agua, lavar la ropa y un sin fin de tareas tediosas era responsable de trascribir en forma de informe las notas de campo de los arqueólogos. Con el paso del tiempo no sólo cogió soltura a la hora de expresarse escribiendo, sino que aprendió mucho acerca de la excavación. No es de extrañar que su primer libro se desarrollara en el antiguo Egipto.
El libro fue un éxito de ventas y permitió a Marta dedicarse a la escritura a tiempo completo, además podía hacerlo con unos modestos recursos económicos. Para su segundo libro, “La Luna ya no es de queso”, pudo permitirse pagar a un astrofísico en paro para que le asesorara acerca de algunos detalles técnicos sobre La Luna y los viajes espaciales. Así fue como conocí a Marta. Durante casi un mes traté de enseñarle acerca de órbitas, campos gravitatorios, lanzaderas espaciales y demás temas científicos. Ella escuchaba mis diatribas con atención. No dejaba de preguntar sus dudas y de leer la bibliografía que yo le recomendaba, a veces incluso me llamaba a las cuatro de la mañana obsesionada con preguntas sobre el viento solar o el origen de algún circo creado por un asteroide en el Mar de la Tranquilidad. Su curiosidad era insaciable, aprendía rápidamente y sin pausa.
Desgraciadamente, igual que me ocurrió a mí, los otros asesores que participaron en sus otros cuatro libros habían quedado también prendados de ella. Me consta que tuvo un romance más o menos serio con al menos uno de ellos. Yo no tuve tanta suerte, me preguntaba si alguien conseguiría alguna vez enamorarla. No imaginaba qué cualidad podría provocar la admiración y el amor de una chica como ella.
El éxito de su segundo libro convirtió a Marta en una escritora relativamente famosa y la liberó del pesado lastre de preocuparse por el dinero. Recorrió desiertos, tundras, selvas, glaciares, praderas, océanos. Todos los caminos imaginables. Formó parte de una excavación paleontológica en el desierto del Gobi. En Nepal participó en movimientos humanitarios en defensa de los derechos del Tíbet. Recorrió el océano pacífico junto con una expedición que pretendía estudiar las migraciones de algunos grandes cetáceos. Visitó las instalaciones del gran colisionador de hadrones en Ginebra. Era difícil de saber si Marta viajaba para documentar sus libros o escribía sus libros como excusa para vivir.

La huella de su cuerpo en mi cama aquella mañana después de la fiesta es el último recuerdo que tengo de Marta. Nadie sabía dónde se encontraba, dio de baja sus teléfonos, no contactaba con su editor ni con nadie conocido. Pasaron muchos meses hasta que descubriera por la prensa porqué Marta compró aquella botella de tequila. Como demasiadas veces ocurre, una rara enfermedad se había apoderado de ella, la misma enfermedad que padeció su padre y había arrastrado a su familia de país en país, la misma enfermedad que le impulsó indirectamente a trabajar en Egipto, donde descubrió su pasión por contar historias. Los médicos le dijeron que no pasaría mucho tiempo antes de que perdiera el control del cuerpo y la mente.
Encontraron su cuerpo sin vida a baja altura en la orilla de la cordillera del Himalaya, camino al techo del mundo. Fue hasta allí para morir como mejor sabía vivir.

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8 comentarios

  1. 1. Chiripa dice:

    !Hola Alejandro!
    Soy uno de los comentaristas de tu relato y en esta oportunidad te felicito públicamente.
    Esperaré el retorno de las vacaciones literautas para ver con qué me sorprenderás.

    Escrito el 29 mayo 2014 a las 10:19
  2. 2. Ana Vera dice:

    Un relato muy bien escrito, con un contenido muy jugoso. Fíjate que a pesar de que estás narrando un drama, no me ha dado pena del final, porque le ha sacado el máximo partido a su limitado tiempo de vida, ojalá todos aprendamos a vivir una vida tan plena. Enhorabuena!!

    Escrito el 30 mayo 2014 a las 13:07
  3. 3. Escarlata dice:

    Alejandro, me ha parecido una historia muy interesante, que describe la vida de este extraño personaje , con los viajes que realiza para escribir libros.
    Un relato muy chulo.
    Saludos y felicitaciones 😉

    Escrito el 1 junio 2014 a las 13:15
  4. 4. Miranda dice:

    Alejandro:
    Creo que no te había leído antes por aquí. Es una narración con unos datos, que a mí me ha dado por pensar, que es un homenaje a una persona real.
    Si es así, ten por seguro que lo has conseguido, de verdad.
    Me ha gustado, fácil de leer y con buen ritmo.

    Si quieres leerme, mi relato de este mes tiene truco, hay que leer el anterior, (me pidieron que escribiera la continuación, asique por si te animas te dejo el link de los dos relatos.

    Escena 17 https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-17/1672
    Escena 18 https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-18/1823

    Enhorabuena y saludos.

    Escrito el 1 junio 2014 a las 20:06
  5. 5. Alejandro Cadenas dice:

    Muchas gracias cmpañeros literautas. Muchas gracias por vuestros comentarios, he estado muy ocupado y no he podido leer los relatos del taller. ¡Pero me pondré a ello en seguida!

    Miranda, en realidad el personaje no está inspirado en nadie sino que es completamente ficticio. Pero me alegra ver que resulta creíble. 🙂

    Escrito el 2 junio 2014 a las 09:35
  6. 6. Adella Brac dice:

    Me gusta especialmente; “Era difícil de saber si Marta viajaba para documentar sus libros o escribía sus libros como excusa para vivir.”
    Has creado un personaje muy vívido. ¡Enhorabuena!
    Un saludo.

    Escrito el 3 junio 2014 a las 11:26
  7. 7. José Torma dice:

    Que tal Alejandro.

    Que pedazo de mujer nos acabas de regalar, Marta no es mujer, es una super mujer. Determinada y decidida que al final no pudo escapar su destino pero disfruto del viaje.

    Me gusto mucho tu relato y la manera como escribes.

    Saludos

    Escrito el 6 junio 2014 a las 19:27
  8. A mí también me ha parecido muy creíble, Alejandro.

    Ha sido un placer leer el relato. El final es un poco triste, pero te debo confesar que me has enganchado hasta el final. ¡Enhorabuena!

    Si tienes un rato, pásate por mi relato del taller y me dices qué te parece.

    ¡Nos leemos!

    Escrito el 16 junio 2014 a las 19:48

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