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sintiendo dolor - por francisco Javier García del Río

SINTIENDO DOLOR

Gritos, saltos, carreras, balones que no dejan de botar, canciones… Acercarse al patio del recreo de un colegio es ver la infancia en plena ebullición. Sin embargo, lo que en principio debería ser un tiempo de ocio y diversión para todos los alumnos, no siempre es así; para algunos niños, salir al recreo puede convertirse en una verdadera odisea.
Eso le pasaba al bueno de Julián, cuando a la temprana edad de los siete años, era rechazado por la mayoría de compañeros del colegio.
–Julián, ¿Por qué no juegas con los demás niños?
Quien le preguntaba, era uno de los profesores del Centro, pero éste no recibió respuesta a su pregunta. No era necesario que hablara, ni que contestase nada a la pregunta del profesor, ya se le notaba en la cara, la amargura de haber nacido, ¡tan niño!.
–Haber Julián, cuéntame o dime algo sobre lo que te preocupa, ¿Por qué no juegas, como los demás?.
El niño contestó a esa pregunta, con tristeza en sus palabras…
–Nadie quiere jugar conmigo, ni quieren que esté con ellos.
–Pero tú te acercas para jugar, ¿Verdad?
–Si, pero me echan del sitio en donde estén.
–Pero eso no puede ser.
El maestro se dio cuenta de la amargura del niño, a sabiendas lo que motivaba tal rechazo, Julián había sufrido un percance casero cuando era un bebe de un año, a la madre que llevaba una sartén en la mano, tropezó y se le calló el aceite hirviendo sobre la cara de su hijo Julián, que aún andaba de rodillas por la casa, y después de mucho luchar con los problemas de las curas, los doctores lograron salvarle la vida, no así las secuelas que le quedaron en el rostro, de por vida.
Llamaron a todos los niños a la entrada del colegio en el patio, y el Director del Colegio, les habló con franqueza, y disposición. Les transmitió el dolor que sentía cuando observaba a Julián sólo, sin jugar, sin reír, era un niño triste, que por circunstancias ajenas a su voluntad, se veía rechazado por todos sus compañeros. La cara estaba desfigurada pero su corazón de niño era hermoso.
Así, que después de la arenga, el Director se marcho para su despacho. Creía que no había servido para nada lo dicho, los niños eran eso, niños, y en estos aún peor pues eran muy jóvenes, seis, siete y ocho años de edad, una franja de edad muy difícil de convencer.
Se sentía muy mal, no sabía muy bien como actuar, y cavilando sobre el asunto, se levantó de la silla del despacho y se acercó a la ventana y…
–¿Dónde están los niños?
No había ninguno en el patio del colegio, entonces llamó a los tutores para saber en donde se habían metido. cuando le informaron, su cara se trasformo en la alegoría personificada en la realidad bien hecha.
Después de la charla, todos los niños se acercaron a Julián. Todos querían jugar con él, y el se sintió abrumado, y enloquecía de felicidad, su vida cambió como de la noche al día. Demostrando a la humanidad que los niños, por ser niños no son crueles, que tienen un corazoncito que también les hace emocionarse y a su modo también quieren a los compañeros de clase.
Francisco Javier García del Río
Jgario55@gmail.com

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1 comentario

  1. 1. José Torma dice:

    Que tal Javier?

    Tu relato es muy tierno, aun que rompes muy pronto, a mi ver, el motivo del rechazo. Que bonito mundo seria si en verdad niños de esa edad reaccionaran asi tras la platica de un maestro. Mi experiencia con una niña en mi primaria que tenia una mancha en la cara, me dice que es un poco utopico el concepto, pero no estamos hablando de veracidad sino de relatos y este esta muy bien contado. Si algo tecnico te pudiera comentar, es el uso de Eso que tal vez yo utilizaria Esto, ya que eso es como a la distancia y esto es lo que tengo a mano, asi lo entiendo yo. Claro que no tengo la verdad absoluta jeje

    “Eso (Esto) le pasaba al bueno de Julián, cuando a la temprana edad de los siete años, era rechazado por la mayoría de compañeros del colegio.”

    Saludos y felicidades

    Escrito el 29 octubre 2014 a las 17:45

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