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El patio - por Tilly

El patio

Era el primer día de colegio, los niños habían bajado al patio corriendo. Las maestras los empujaban y Carlota pensó que se iba a caer. Le dio miedo. Quería volver con su mamá.
Desde lejos se oían ruidos de coches, los cláxones enloquecidos de las ambulancias, el griterío de la gente.
Los niños uniformados de gris y azul sacaron la merienda y se quedaron inmóviles, no sabían si comer o esperar una orden. El patio tenía una puerta de hierro que daba a la calle, dos columpios y un tobogán. Pero nadie corrió hacia ellos.
Los niños uniformados de gris y azul sacaron la merienda y se quedaron inmóviles, no sabían si comer o esperar una orden. El patio tenía una puerta de hierro que daba a la calle, dos columpios y un tobogán. Pero nadie corrió hacia ellos.
Notaban algo raro, un ligero temblor y las caras de las maestras pálidas a pesar de los rayos de sol.

Carlota vio a su maestra hablar por teléfono, gesticular, llamar a las otras, se juntaron todas como lo hacían las gallinas en el corral de su abuela en el campo.
Le entró ganas de llorar, quería comer y nadie les hacía caso. ¿Dónde estaría su mama?
Juan, que tenía ocho años y llevaba tres en el Cole quitó el envoltorio y empezó a comer su bocadillo, ella entonces hizo lo mismo. Y uno tras otro empezaron a comer, ajenos a los ruidos y a las caras largas de las maestras.
Los árboles estaban bailando y en la pared gris se dibujaban sombras inquietantes.
Los columpios se movían solos.
Las maestras, gritando, les juntaron a todos en el centro del patio. Les dijeron que después de merendar jugarían al corro de las patatas, y que tenían prohibido dispersarse.
Carlota no sabia que era dispersarse.
La maestra mayor, la que daba las órdenes les habló de un secreto que no tendrían que contar a nadie. En el patio, escondidos detrás de los árboles, estaban unos fantasmas payasos que movían los árboles y los columpios para que ellos se rieran. Soltó una carcajada que los atemorizó y divirtió al mismo tiempo.
Juan saltaba y gritaba: -los fantasmas, los fantasmas, y todos lo acompañaron felices, bailando y saltando con cada sacudida del suelo.
Afuera el ruido de las ambulancias se estaba apagando.
Carlota no bailaba, tenía miedo, empezó a llorar, no le estaba gustando el cuento.
-Quiero a mi mamá, quiero a mi mamá, y de repente un ruido atronador espantó a los pájaros y abrió el suelo.
-¿Dónde están los niños? Era la voz, llena de angustia, de la maestra mayor.
Miraron hacia abajo y en una fracción de segundo desaparecieron todas.

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4 comentarios

  1. 1. Anoide dice:

    ¡Hola, Tilly! Soy una de las personas que comentó tu relato. Una historia un tanto bizarra, como te dije, me gusta cuando se introducen ciertos elementos sobrenaturales.

    Espero que mis comentarios te sirvieran de ayuda, recuerda siempre que van con cariño y buenos deseos. Tienes cositas que mejorar pero nada fuera de tu alcance, de eso estoy segura porque se te ve potencial.

    ¡Un saludo! Y de nuevo, un placer leerte 😀

    Escrito el 30 octubre 2014 a las 00:54
  2. 2. Matilde dice:

    Hola Anoide muchas gracias por tus comentarios generosos.Leeré el tuyoUn abrazo

    Escrito el 2 noviembre 2014 a las 21:58
  3. 3. Matilde dice:

    Anoide muchas gracias no he encontrado tu relato.bs

    Escrito el 2 noviembre 2014 a las 22:18
  4. 4. Anoide dice:

    Perdona, es que lo firmé como Ana pero vi que algunos me confundieron con otra Ana que ya lleva más tiempo aquí, así que para evitarlo me cambié el nick. Es el número 32. Gracias de antemano si te pasas 🙂

    Escrito el 5 noviembre 2014 a las 06:45

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