El problema es el blues - por Annamanzana

Aquí estoy, en el mismo patio del colegio en el que estudié esperando a que salgan de clase los cafres de mis hijos y la remilgada de mi sobrina. Forma parte de mi trabajo como ama de casa, traerlos al colegio por la mañana y venir a recogerlos a la salida, después de dar las instrucciones precisas a Marga, mi asistente doméstica sobre la compra y las tareas del día y pasarme hora y media en el gimnasio, que este cuerpo no se mantiene sólo. Después me voy a comer al club con mis amigas y cuando terminamos vengo a por los niños. Por supuesto que lo hago impecablemente enfundada en mi traje de Adolfo Domínguez, mis zapatos Louboutin con su bolso a juego y mis gafas de sol de Dolce y Gabbana, estas más que para protegerme del sol sirven para mantener las distancias con el resto de los padres, y es que si quieres dar una imagen de glamour tienes que mantenerte sobre los tacones como si estuvieras por encima del resto de los mortales, aunque te estén matando los pies.
Al fin y al cabo esto es lo único que me resta de mis sueños infantiles, una imagen. Yo iba a ser la Norma Jeane española, los hombres caerían rendidos a mis pies y en mi vida reinaría el encanto y el placer. Imaginaba fiestas y lujo y la banda sonora de mi vida, como si de una película se tratase, sería Rock and roll, por supuesto me teñí de rubio platino. El problema surge cuando dejas de soñar por un embarazo prematuro y la banda sonora de tu vida se transforma en blues, triste y melancólico por definición. Cuando Paco, mi marido, se pone cariñoso, siempre pone blues como música de fondo, dice que le inspira, que el blues tiene alma y que su cadencia te invade, se acerca despacio y si yo quiero hacemos el amor, lenta y dulcemente.
Mi madre siempre me dice “¡Norma, hija, qué suerte has tenido con Paco!” y mis amigas también lo piensan. Y no puedo llevarles la contraria porque Paco es el marido ideal, juega con los niños y les ayuda con los deberes, es detallista y siempre se acuerda de nuestro aniversario y de mi cumpleaños y sobre todo me quiere. Pero yo soñaba con alguien que me arrancase la ropa al ritmo salvaje del rock and roll y que tuviese un nombre menos vulgar y llevase cazadora de cuero y pantalones ajustados en lugar de trajes de Armani. Así que sonrío para darles la razón a todos mientras pienso “Paco está bien” como si fuera uno de los mantras de las clases de yoga, e intento no fijarme en esas molestas entradas que le están saliendo y en las que he vuelto a fijarme esta mañana. Apunto mentalmente comprar productos anticaída para Paco.
¿Dónde están los niños? Se están retrasando, espero que no estén castigados otra vez porque he pedido hora para la peluquería de Etienne que es la última moda y está muy cotizada como para perder mi turno. Al final los sueños son sueños y yo me he quedado en “Lita” de Norma Lita, pero como canta la reina del blues Bessie Smith “Nobody Knows You When You're Down And Out”, y eso es para mí dar una imagen, que nadie sepa cuando estás abajo y hacia afuera.
Confieso que hay noches en las que, después de acostar a los niños, soy yo quien se acerca al viejo tocadiscos y pone blues de fondo y cuando Paco sonríe y me pregunta curioso “¿por qué no pones rock and roll qué siempre dices que es lo tuyo?” Le respondo “porque esta es nuestra banda sonora y en esta película también hay mucho glamour” y aunque Paco sea blues y tenga entradas me doy cuenta cuando le veo sonreírme así de que le quiero y decido que para su cumpleaños que está a la vuelta de la esquina le voy a regalar una cazadora de cuero y haremos el amor al ritmo frenético de rock and roll. Al fin y al cabo yo nunca quise realmente la tragedia de ser Norma Jeane sólo su imagen y Paco siempre dice que no hay comparación que la mía es mucho mejor.