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DIA DE FIESTA - por Pedro Luis Cazorla

DIA DE FIESTA

– Ven conmigo.
– ¿Ahora?
– Sí. No vamos a tener otra oportunidad.
– Espera.
– Ya he mirado yo. Tu madre está con los niños.

Juana sacó su teléfono del bolsillo del vaquero aunque no se había oído nada.

– ¿Si?. Hola. Sí, ahora vamos mamá. – Guarda el móvil y se dirige a su acompañante. – Venga Juan, tu suegra nos reclama.

La pareja se encaminó hacia las gradas donde estaban los niños con la abuela.

– ¡Hola ratita! – saludó Juana cogiendo en brazos a su hija.
– ¿Dónde estabas hija?. Carla se está poniendo muy pesada. Ya es hora de que esta niña coma.
– Sí, mamá. – contestó Juana a su madre con tono aburrido mientras cogía a Carla, una preciosidad de seis meses que parecía una fotocopia reducida de su padre. – ¿Y los niños?.
– Han salido corriendo hace un momento. Son de la piel del diablo.
– ¡Qué bien, mamá!.
– Juan, el director ha venido antes preguntando por ti – informó a su yerno doña Juana, una malagueña salerosa, como dice la canción.
– Sí, ya le buscará. – se adelantó Juana mientras sacaba el biberón de la mochila termo que habían traído.
– ¿Por qué no puede contestar mi yerno, hija?. Siempre tan mandona.
– A quién habré salido. – zanjó la conversación Juana atenta a que Carla se bebiera todo el biberón.

Cuando terminó, Juana le devolvió la niña a su madre para que le sacara los gases mientras sacaba otra vez su teléfono del pantalón, contestaba una llamada y se alejaba un poco.

Juan la siguió con la mirada embobado. Doña Juana le observaba mientras daba palmaditas en la espalda a Carla quien eructó ruidosamente, tanto que ella misma abrió los ojos sorprendida.

– Así, mi niña. Por cierto, Juan… Juan… ¡Juan! – gritó la abuela al ver que su yerno no atendía.
– ¿Qué? – respondió Juan volviendo a la realidad.
– Hijo, por Dios. Que no sois recién casados. Tenéis tres hijos ya, que no pueden negar que son hijos tuyos porque son tu vivo retrato, y todavía miras a mi hija como si fuerais novios.
– Es que la quiero mucho…
– ¡Qué empalagoso has sido siempre!. ¿Dónde están los niños?. Hace rato que no los veo.
– Estarán jugando con sus amigos.
– Pues deja de babear y ve a buscarlos… o cambias el pañal a tu hija. Tú decides.
– Voy a buscarlos – respondió rápidamente mientras veía que Juana volvía – Voy a buscar a los niños. Me lo ha mandado tu madre…
– Ya – dijo Juana mientras le miraba alejarse – Qué cara tienes…
– Ya era hora de que volvieras, que esta niña apesta – protestó doña Juana llevándose el dedo a la nariz para constatar que Carla había cumplido con el tercer principio de Newton: toda acción provoca una reacción.
– ¡Por Dios, Clara!.

Juana cogió a Carla y empezó a cambiarla mientras pensaba cómo matar a Juan. Tenía un don especial para desaparecer cuando tocaba el cambio de pañal. Cuando terminó devolvió la niña a su abuela y empezó a bajar las gradas.

– ¿Dónde vas ahora?
– ¿Tú qué crees, mamá? – contestó Juana enseñándole el pañal.

Mientras Juana se acercaba al contenedor que había en un lateral del patio del colegio, oyó que alguien la chistaba. Miró alrededor y vio a Juan atendiendo la barra que el AMPA había instalado para vender bebidas en este día tan caluroso de fin de mayo. Se encaminó hacia él con cara de pocos amigos dispuesta a abroncarle.

Pero antes de que pudiera abrir la boca, Juan la cogió por el brazo y la hizo entrar en el comedor del colegio. Juana no entendía nada e intentó zafarse pero Juan se llevó el índice de su mano derecha a los labios para decirle que callara. Juana cambió el semblante y empezó a aparecer una pícara sonrisa en su rostro.

– ¿Dónde están los niños?.
– Los he mandado con tu madre para que paseen a la enana en el cochecito y que se duerma la siesta. Y mientras tanto…
– … aprovecharemos la siesta. ¿Dónde? – se insinuó Juana mirando hacia atrás para comprobar que nadie los veía.

Juan asomó la cabeza por la puerta entreabierta del despacho del director; comprobó que estaba vacío, cerró la puerta y la atrancó con una silla.

– ¡Qué maravilla que don Julián tenga un sofá en su despacho! – exclamó Juan.
– Estamos enfermos. Que sólo nos ponga hacerlo en el colegio…

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4 comentarios

  1. Hola, como uno de tus comentaristas anónimos puedo decirte que la historia es original (viva el morbo), y me parece interesante.
    Quiero ver una versión más larga de ella.

    Saludos y nos leemos.

    Escrito el 28 octubre 2014 a las 22:27
  2. 2. José Torma dice:

    Hijole Pedro, ¿cómo empiezo?. Batalle mucho en entender que TODO mundo se llama Juan, el Juan ella Juana la abuela Doña Juana… ¡Mi madre! No me deberia extrañar, MI abuelo era Jose Martin, mi tio Jose Heriberto, su hermano Jose Angel jaja

    Fuera de eso, y una vez superada la barrera de los nombres, me encontre una historia que me agarraba porque no tenia idea de a donde iba a parar… Juan es bueno o malo? me preguntaba yo. Lo dibujas medio pazguato y resulta que solo es un calenturillas jaja

    Me gusto el giro. Si te sirve de algo, te recomiendo revisites los nombres que lo hace mega confuso, al menos a mi.

    Saludos

    Escrito el 29 octubre 2014 a las 18:24
  3. 3. Chiripa dice:

    Hola PL, tu relato me ha parecido fácil de leer, ágil, y para más, has escogido un tema cotidiano y divertido.
    ¡Enhorabuena!

    Te invito a pasar por “El Grito” (#111) @
    https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-19/1969

    Escrito el 30 octubre 2014 a las 16:50
  4. 4. isabel pérez dice:

    Hola,¿Juan? Ja ja…Es broma
    A mi me ha encantado la historia en si misma.El comienzo aventura una cosa y según va avanzando vamos descubriendo perfiles y matices en los personajes protagonistas que al final consiguen sorprendernos con un final sencillo pero eficaz.Buenos recursos narrativos.Un saludo

    Escrito el 2 noviembre 2014 a las 02:08

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