Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

Isabel - por Kelly J. Hernández

Web: http://kellyjhernandez.wordpress.com

—¿Cómo te llamas? —le preguntó aquella voz en un tono un poco fuerte.

Ella se demoró en contestar. Miraba a todos lados y a ninguna parte a la vez. Jamás había visto una persona en ese estado tan deprimente. Su rostro pálido y estaba acompañado de dos sombras negras, alrededor de los ojos.

—Isabel —respondió titubeante y pasando sus manos por la cara.

—Dime, Isabel —soltó el hombre—. ¿Recuerdas que sucedió?

—Ese era como un día cualquiera —se calla un rato, para luego retomar a cuenta gotas—. La rutina era la misma. Me levanté a las 6 de la mañana como de costumbre. Preparé el desayuno, desperté y alisté a los niños para la escuela; una tarea nada sencilla, porque la odiaban. Pero a esa edad, quién no —esbozó una leve sonrisa nerviosa y se detuvo como esperando una respuesta.

—Isabel escu… —shhhhhhhhhhh, le interrumpió Isabel.

—Dejé mi trabajo para dedicarlo a mi familia. Fue algo egoísta conmigo misma; tardé un tiempo en darme cuenta de eso —dijo mientras sus manos rascaban con desespero su cabeza.

—Esa tarde y como de costumbre, fui por los niños a la escuela. Tenía que atravesar buena parte del patio porque el preescolar estaba separado de la primaria y el resto del colegio. Siempre pensé que ese patio, no era el espacio más adecuado para los niños —su dedo índice derecho se movía sin control por el aire—. Muchos escalones que atravesar y bancas por doquier. Fácilmente los niños podrían caerse, mientras corrían hacia los columpios.

—Isabel ¿Sabes qué día es hoy? —preguntó el doctor

—Como siempre, los esperaba sentada en una de las banquitas blancas que da justo en frente de su salón —continuó Isabel levantando el tono de su voz. La espera no era tan agobiante. El patio estaba adornado por hermosos jardines muy coloridos. Los gemelos disfrutaban mirando y poniéndole nombres cómicos a las flores. Pero ese día, todos los niños salieron y mis niños nada. Corrí al salón a buscarlos y ni la maestra me dio razón de ellos —El hombre miraba cómo se iba entrecortando su respiración; mientras sus piernas se movían desesperadas—. Corrí por cada rincón del patio, busqué por todos lados y de mis niños nada.

—Todos me miraban de manera muy extraña. Gritaba que por favor me ayudaran; pero en cambio, todos murmuraban. En el patio había una vieja fuente, donde a los niños les gustaba ir a refrescarse. Fui allá, pero tampoco estaban ahí. ¿Dónde están los niños? ¿Por qué nadie dice nada? ¿Por qué nadie me ayuda?

—¿Cuál es tu apellido Isabel? —interrumpió de nuevo el doctor.

—Ayúdenme por favor, ayúdenme —les supliqué—. Llamaron a mi esposo. Cuando llegó, trató de agarrarme y calmarme —Isabel se abraza a sí misma—. Me dijo que nos fuéramos a casa. Mi mano quedó pintada en su mejilla. Cómo podía pedirme que me fuera sin mis niños. Era algo que no podía comprender.

—Reacciona Isabel por favor —Le gritó su esposo que se encontraba allí al tiempo que la sacudía con fuerza.

—¿Dónde están los niños Alan? —Preguntó casi sin aliento—. ¿Por qué desperté en ese horrible cuarto blanco, atada a esa horrible camisa de la que no me podía soltar —Isabel agitaba sus manos como intentado soltarse de algo—. Ayúdeme por favor —suplicaba una Isabel en medio de las lágrimas—. Me siento mareada.

—Cálmate Isabel. Necesitas descansar —El hombre apretó un botón azul del lado izquierdo de su escritorio. En seguida, dos enfermeros entraron.

El doctor movió su cabeza y los enfermeros la agarraron por sus brazos y se la llevaron.

—No estoy loca doctor, no estoy loca —repetía Isabel. Las pocas fuerzas que le quedaban, las ocupaba para poner resistencia; pero todo era en vano.

El psiquiatra miró por un momento su computador, respiró profundo y empezó a escribir. Pero los gritos de Isabel lo perturbaron tanto, que fue tras ellos sin cerrar lo que estaba haciendo. En la pantalla se podía leer:

Hospital psiquiátrico La Caridad

I. Ficha de identificación
Nombre: Isabel Castro de Fernández Sexo: femenino Edad: 35 años
Lugar y fecha de nacimiento: Altos del Rio Octubre 3 de 1979
Lugar de residencia: Avenida Olaya, Altos del Rio.
Ocupación actual: ama de casa Ocupación anterior: abogada
Raza: blanca Religión: xxx Responsable: Alan Fernández Relación: esposo

II. Síntoma principal: Agitación psicomotriz acompañada de un trastorno disociativo por estrés abrumador. Paciente interpreta de forma errónea la realidad debido a un evento traumático.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

10 comentarios

  1. 1. Ana dice:

    Me tocó comentar tu texto. Me gustó mucho y me hizo sentir la desesperación de la mujer. Es desgarrador y has logrado transmitir todo el dramatismo de la situación.

    Enhorabuena.

    Un saludo,
    Ana

    Escrito el 28 octubre 2014 a las 12:29
  2. 2. José Torma dice:

    Que buen relato! transmites la ansiedad, el agobio y la locura de una manera directa y sin andarte por las ramas. Nos dejas a nosotros imaginar que pudo haber pasado con los hijos, aunque sabemos que nada bueno si fue el detonante de su locura.

    Muchas felicidades y me hubiera gustado que en Raza, hubieras puesto “Humana”, el dia que a todos nos entre en la cabeza ese concepto, este mundo sera mejor jaja

    Un abrazo y ya sabes que te sigo.

    Escrito el 28 octubre 2014 a las 20:00
  3. Gracias Ana y José por sus comentarios. Que bueno que les gustó el relato. Soy mamá de una bebe de 14 meses; y la paranoia de que algo le pueda seceder no me abandona.

    Usaré humana cuando la publique en mi blog. Gracias por la sugerencia.

    Un abrazo a los dos.

    Escrito el 29 octubre 2014 a las 01:15
  4. Que bueno que a los dos les haya gustado el relato. Ando en paranoia desde que nació mi hija. Miles de cosas se pasan por mi cabeza…Nada buenas.

    Gracias por tu acotación José, la tendré pendiente para mi blog.

    Un abrazo a los dos.

    Escrito el 29 octubre 2014 a las 01:23
  5. 5. David Rubio dice:

    Hola Kelly,
    Muy buen relato, has cogido los miedos de tu maternidad y has sabido transmitirlos en tu relato. No hay terror mayor que un hijo se pierda, como padre es el mayor infierno en tierra.
    Respecto al final dos cosillas:
    Con los diálogos la historia ya se comprendía; con muy buen acierto, consigues mostrar que la madre no está bien cuando responde con su obsesión a las preguntas del doctor, ya intuimos cosas. Por eso no hace falta esa ficha final, ya nos hemos enterado de la mejor manera “mostrándonoslo”.
    Por otro lado, ese “evento traumático” queda demasiado en el aire y crea confusión. Yo hasta ese momento he imaginado que la madre alucinaba con la fantasía de tener hijos ficticios. Con el evento traumático, interpreto que no es así pero tampoco estoy seguro que se refiera a la muerte de su hijo. Creo que esa parte habría que perfilarla.
    Un abrazo

    Escrito el 29 octubre 2014 a las 23:40
  6. 6. Emmeline Punkhurst dice:

    Muy impactante, Kelly. El introducir la información del historial clínico de Isabel me ha parecido muy ocurrente. Y me ha pasado con varios relatos a los que he echado un ojo este mes: ¡quiero saber más!

    Escrito el 2 noviembre 2014 a las 18:25
  7. Gracias David y Emmeline por pasarse y dejarme sus comentarios.

    Un abrazo

    Escrito el 5 noviembre 2014 a las 02:13
  8. 8. Wolfdux dice:

    Hola Kelly,

    lo he leído de una sola tirada y me he metido en la piel de la protagonista. Como bien han dicho ya, has sabido trasmitir tus emociones al papel. Enhorabuena.

    ¡Nos leemos!

    Escrito el 5 noviembre 2014 a las 16:51
  9. 9. Aurora Losa dice:

    Hola, Kelly.
    La historia que planteas es muy interesante, sin embargo, y quizá por la estructura del diálogo, me he perdido un poco. Puede que si lo reestructuras mejore en la agilidad de su lectura.
    Por otro lado, el final no termina de cerrar el relato y tampoco da pie a una segunda parte, intuyo que el dichoso límite de 750 te pilló en medio de la idea y a ninguno nos gusta cercenar relatos ;P
    ME gustaría ver esta historia más desarrollada porque tiene esencia ¿quizá en tu blog?
    Saludos

    Escrito el 6 noviembre 2014 a las 12:38
  10. Hola Aurora y Wolfdux. Gracias por pasarse por aquí y dejarme sus comentarios, sin duda alguna, es la mejor retroalimentación.

    Un abrazo

    Escrito el 10 noviembre 2014 a las 18:08

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.