Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

Un día más - por Lena

Raya verde. Raya roja. Ocho pasos. Salto. De nuevo en el dentro del gran circulo. Cuatro pasos. Raya verde. Cuatro pasos. Salto. De nuevo fuera del gran circulo. Ocho pasos. Raya roja. Raya verde. De nuevo bajo la canasta. Un giro y vuelta a empezar.

En la tarde de hoy es la tercera vez que recorro el patio del colegio, dando saltos, contando los pasos y para variar a la pata coja. No miro a mi alrededor. No levanto la vista de mis pies o de las rayas rojas y verdes que van pisando mis zapatos azules. Los miro y recuerdo la tarde de compras con mamá. Mamá, pienso en ella y unas lágrimas amenazan con aparecer. Parpadeo varias veces e intento recordar aquella tarde. Aún quedaban varios meses para empezar el colegio pero a ella siempre le gustaba tenerlo todo listo con tiempo. Que diferente a papá. Papá, ¿dónde estará?. No ha vuelto a ser el mismo. Ahora siempre está triste, cansado. Hace lo que puede, lo intento entender, pero yo también estoy triste.

Todo me recuerda a ella. Los zapatos que me pongo cada mañana… la mochila de flores ahora apoya en la canasta, que compro porque a ella le gustaba esa pese a que yo quería una roja… el color rojo como el de aquel coche que todo me lo quito, que todo nos lo quito…

De pronto una dulce voz interrumpe en mis pensamientos obligándome a levantar la vista hacia aquella mujer que me mira preocupada.

– Blanca… tengo que ir cerrando. – Dice con una media sonrisa.
– Por favor, por favor, 10 minutos más.
– 10. – dice mientras se aleja.

Miro a mi alrededor, ya no quedan niños, ningún alboroto. Todos se han ido, hace media hora que sonó el timbre de salida. Todos estarán haciendo sus deberes, merendando en el parque o suplicándole a mamá que les deje jugar con el ordenador un rato más porque eso es lo que yo hacia antes de que mamá muriera. Desde entonces solo estamos papá y yo, y él está muy ocupado en el trabajo y cuando está en casa está muy triste. A veces le pido ayuda con los deberes de matemáticas, él me sonríe y repasa el cuaderno, pero son muchas las noches en las que se queda solo en el sofá llorando.

Un salto y una raya verde. He vuelto a llegar a la canasta. Estoy cansada y me siento en el suelo, apoyando la espalda en el poste de la canasta. Automáticamente se lo que diría mamá: “no te sientes en el suelo, ¿no ves que te pones perdida?”.

Se que mamá no volverá a estar en el patio del colegio cuando yo salga de clase, aun así todos los días es inevitable levantar la vista por encima de la cabeza de mis compañeros para buscarla.

Cada día mis compañeros salen corriendo y se reúnen con sus madres. Todos salen del colegio de la mano, unos riendo, otros enfadados porque les da vergüenza darle la mano a su madre. No entienden que nunca se es lo suficientemente mayor como para dejar de hacerlo. Yo haría todos los deberes del mundo por poder darle la mano otra vez a mi madre. En cambio, aquí estoy.

Podría haber sido cualquier madre, incluso un niño pero fue mi madre. Cada vez que cierro los ojos recuerdo los gritos de la gente en la calle camuflados por los gritos de los niños que salían de clase. Ese fue el primer día que al salir no encontré a mi madre esperándome en el patio del colegio. Desde entonces son muchas las veces las que veo a mi padre parado frente a la puerta del colegio, mirando esa señal de tráfico roja con la palabra “stop” escrita con letras blancas. Sin pestañear da la vuelta y hasta pasadas unas horas no lo vuelvo a ver.

Ya es tarde y estoy cansada, tengo mucho deberes por hacer. Como si leyera mis pensamientos pronto oigo unos pasos que se acercan, cuando levanto la cabeza mira a mi alrededor y fingiendo sorpresa pregunta:

– ¿Dónde están los niños?
– Has vuelto a llegar tarde, papá.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

3 comentarios

  1. 2. Ana dice:

    Bonito y triste relato. Muy bien descrita la tristeza de la niña y cómo las cosas cotidianas le recuerdan a la madre.

    Me ha gustado especialmente la frase: “Hace lo que puede, lo intento entender, pero yo también estoy triste.” Refleja muy bien el modo en que cada uno vive el duelo, en el fondo en solitario.

    Escrito el 31 octubre 2014 a las 11:45
  2. Pobra niña, que díficil enfrentar el mundo al tiempo que lidias no solo con la muerte de la mamá; sino además, con un papá que tiene sus propios problemas.

    Me deja con un sentimiento de angustia total.

    Un abrazo

    Escrito el 1 noviembre 2014 a las 00:06

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.