Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

El Patio de Preescolar - por Diana Hunt

Hoy ha sido mi primer día de trabajo en el colegio Juan Manrique. Sentada en este banco del patio de preescolar, intento hacerme a la idea de lo sucedido.
Me llamaron hace sólo doce horas para que me incorporara a este puesto.
Esta mañana, el director del colegio se mostró impresionado con mi currículum. Aunque aprobé con un cinco de media y me pasé la carrera haciendo novillos de las formas más estrambóticas. Me preguntó si yo tenía experiencia en engatusar a un niño menor de seis años en pleno pataleo. Es curioso, pues nadie había tenido más pataletas que mi hermano menor. Era un auténtico artista del chantaje emocional en centros comerciales y pasos de peatones.
Nunca pudo con mi voluntad, y así se lo conté al director, ya que estaba tan interesado.
“Usted ya sabe para lo que está aquí, entonces”
Claro que lo sabía. Reconozco que es sorprendente que Educación llame a alguien tan sólo para asistir a otro maestro, pero es lo que me ocurrió a mí.
Así, me he visto acompañando a Sara, la maestra de preescolar. Yo no entendía cómo alguien rodeado de niños pequeños podía estar tan rígida. Los niños parecían notar que Sara se tomaba aquello demasiado en serio. En las dos primeras horas de clase, a pesar de no conocerme de nada, ellos preferían hacerme dibujos a mí, darme la mano a mí, e interrogarme a mí. Entonces,
llegó la hora del recreo.
A los diez minutos de haber entrado al patio de preescolar, Sara me dejó sola con los niños. Menos mal que los veintiún críos habían dejado de protestar ante la negativa de Sara de hacer el descanso en el parque de enfrente. Antes de irse, mi compañera sólo me dijo que les vigilara de cerca, en especial a Eva y
Daniel, y que no dejara que perdieran el tiempo sacando el barro que había junto al seto norte.
“Solo tienes que evitar que se salgan con la suya el tiempo suficiente”
Nada más dejarnos ella, los niños corrieron hacia la esquina prohibida.
Empezaron a cavar con sus propias manos. Cuando llegué junto a ellos con los brazos en jarras, Eva me miró, no como una niña de cuatro años, sino como lo haría mi madre antes de atreverme a protestar por el menú. Recuerdo haberle acariciado el pelo…
Entonces, la voz angustiada de Sara llegó hasta mi oído.
“¿Dónde están los niños?”
Ella me agarró del brazo y me levantó de mi posición a cuatro patas, metida hasta el hombro en la tierra. Detrás de mi compañera, había tres hombres vestidos de azul que no parecían padres. Intenté explicarle que los críos estaban allí no hacía ni… Miré la hora, llevábamos nada más que dos minutos
de recreo. Di unos golpecitos a la esfera de mi reloj con el dedo.
Sara negó con la cabeza y se sentó de forma pesada en el suelo, junto a mí.
“Al final, han conseguido escaparse”.
Una alarma empezó a sonar dentro de mí. Sara señaló a los hombres de azul, que sacaban móviles.
“Son del Gobierno. Los enanos son cada vez más listos. Desde que
encontramos esta puerta del tiempo en el suelo, no hay adoquinado ni muro que impida que vuelvan a cavar cada vez que no se les hace el gusto”.
Yo le pregunté qué importancia tenía, mientras me miraba los brazos llenos de barro.
“Ésta es su nueva forma de echar para atrás el tiempo: Escarban y retrasan un minuto por cada puñado que sacan de la tierra. A nosotros nos llevan al pasado más rápido de lo que podemos procesar, dejándonos desorientados. Como a ellos no les afecta, aprovechan para irse. Si no los neutralizamos a tiempo vete
a saber a dónde van a parar y cuál puede ser su próxima actuación”.
Mi estado de aturdimiento ha durado un buen rato. Como mi error se debe a mi falta de experiencia, me dejan en el programa, cualquiera que ése sea.
Tendré que aprender deprisa cómo neutralizar a los pequeños. Todavía intento digerir toda la información que me acaban de soltar. En el Gobierno investigan cómo traer a preescolares de vuelta para revertir el tiempo y que sean ellos los que olviden sus poderes. Tal vez, un día sean como nosotros. De lo contrario,
llegará un momento en que los centros comerciales, los pasos de peatones y hasta los patios de colegio se conviertan en su dominio absoluto.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

Todavía no hay comentarios en este texto. Anímate y deja el tuyo!

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.